Europa, ante el coladero del Este

ABC, 04-09-2006

SIMÓN TECCO. CORRESPONSAL

LIUBLIANA. Los países del Este integrados en la última ampliación, a causa de la naturaleza de sus antiguos regímenes comunistas, no conocieron hasta los años noventa los fenómenos provocados por la criminalidad organizada. Por ello no poseían los instrumentos jurídicos ni la experiencia policial necesarios para mantener un control aceptable de sus fronteras en un régimen de democracia.

No se encontraban en condiciones de combatir la inmigración clandestina, la trata de blancas, el tráfico de estupefacientes, el blanqueo de capitales… No eran capaces de sostener una cooperación policial y judicial aceptables, ni de proteger los datos o a las víctimas.

Países como Eslovenia, Hungría la República Checa o Polonia han pasado de ser productores de emigrantes a lugares de paso de la inmigración clandestina, o incluso lugares de destino para los inmigrantes del Este. Ninguno de los países mencionados es aún miembro de la zona Schengen, y no lo serán hasta el 2007.

En el caso de Eslovenia, los datos estadísticos para el primer semestre de este año indican una disminución del 44 por ciento de emigrantes clandestinos con respecto al año pasado. En este periodo han sido detenidas 2.039 personas, por las 3.660 de la primera mitad de 2005. La policía sostiene que en Eslovenia logran detener al 80 por ciento de los inmigrantes clandestinos, si bien diversas ONG creen que la cifra no alcanza el 30 por ciento. Otro tanto sucede en los restantes nuevos miembros de la UE, a excepción de Hungría, que sigue siendo el eslabón débil de la frontera oriental.

Decenas de miles cada año

El número de «ilegales» que atraviesan anualmente esta frontera es difícil de establecer, ya que apenas se dispone de datos parciales de las distintas policías. Los gobiernos de la región consideran que son decenas de miles los inmigrantes procedentes del Este los que llegan cada año: de Albania, Kosovo, Turquía, Afganistán, Irak, Irán, Pakistán, Bangladesh, China y Extremo Oriente. Para dar una idea, sólo Moldavia ha repartido por la UE a unos 800.000 «ilegales»; mientras que Albania, de un total de 700.000 mil emigrantes, hasta 400.000 son «sin papeles».

Los Balcanes son sin duda la región que mayor presión migratoria ejerce sobre la frontera oriental de la Unión. En los informes internacionales sobre tráfico de seres humanos ocupan un lugar destacado, y más aún si lo que se considera es la trata de blancas. En general, y según valoraciones de organismos internacionales, este tráfico incluye un 80 por ciento de mujeres jóvenes y hasta un 20 por ciento de niños de ambos sexos.

En el espacio geográfico comprendido por Rusia y Ucrania, en el Este; pasando por Moldavia, Rumania y Bulgaria, e incluyendo Serbia, Montenegro y Bosnia – Herzegovina, florece un tráfico internacional creciente centrado en la trata de blancas.

En la actualidad, Serbia se ha convertido en el centro neurálgico de esta trata. Es el punto de partida de las rutas que se dirigen a Italia, Grecia y Eslovenia. Rumania es el punto de origen para las rutas que tienen como destino Italia, Francia y España; mientras que desde Bulgaria se abastecería el «mercado» checo, polaco y alemán.

Con 4.561 kilómetros de fronteras a vigilar, la fenomenología de la inmigración clandestina es muy variopinta. Entre los casos más comunes, está por ejemplo el arresto el lunes pasado, por la policía serbia en Belgrado, de un grupo de traficantes con una típica remesa de 33 ilegales – 28 albaneses, de los cuales 13 son adolescentes de entre 11 y 17 años, y 5 ciudadanos turcos – procedentes de la ruta búlgara. Su meta era llegar a Eslovenia y a Italia.

Otro ejemplo muy común, de hace unos días: la policía húngara detuvo un camión con 87 ucranianos y un ruso, entre ellos 52 mujeres y dos niños, cuyos destinos eran Italia, Francia y España. En los últimos ocho meses, se ha detenido en Hungría a un total de 2.044 clandestinos.

Legislación inexistente u obsoleta

Uno de los problemas más graves en los Balcanes es la falta de legislación, o su obsolescencia, para perseguir el tráfico de seres humanos. Como ejemplo muy poco edificante, en Croacia, en el condado de Split – Dalmacia, la policía ha sorprendido in fraganti a un guía local tres veces durante el mes de agosto. En las tres ocasiones fue arrestado y puesto en libertad a las pocas horas. Otro caso: el traficante macedonio – albanés Dilaver Bojku, detenido en Macedonia en 2003, fue condenado a sólo tres años y medio de cárcel por la «venta» de más de tres mil personas.
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