Con los prejuicios viejos a cuestas

Las Provincias, 23-08-2006

El ambiente se corta con un cuchillo. Los españoles, bombardeados por la información sobre la incesante llegada de cayucos a Canarias, están indignados con sus autoridades: la perplejidad que nace de la simple observación diaria en la calle de la avalancha de inmigrantes que España ha recibido en muy pocos años, se traduce en malestar profundo a la vista de la ineficacia que este Gobierno suma a la de todos los anteriores, incluido sin duda alguna el de José María Aznar.

Con el saco nacional de complejos y prejuicios a cuestas, Rubalcaba acaba de hacer un beatífico viaje a Senegal y Mauritania en busca de comprensión. Pero no hay mucho que hacer: la saña con que se acometió a la pobre Malta en los medios informativos nos indica que en España no entendemos, o no queremos asumir, qué cosa es tener y aplicar una política de inmigración. Aunque no parezca, la sensiblería ha tomado el liderazgo de la información y los españoles no estamos preparados para soportar un Gobierno como el francés, comprometido a expulsar cada año a 25.000 inmigrantes.

Como si la nuestra estuviera ya sentenciada a muerte, hace unos días he escuchado a un tertuliano pregonar en una emisora progresista que Europa debe trasladar a África su agricultura; es un modelo supuestamente útil para combatir la inmigración africana. Con ese cañamazo intelectual, con esa clase de aceptación resignada, no debe extrañar cuanto se ve: esta izquierda española en el poder lee informes técnicos pero no sabe qué hacer con la agricultura española real. En realidad, todo es coherente: la ausencia de una política agrícola encaja con la ausencia de una política de inmigración, de una política exterior. A Zapatero le falta, cabalmente, un programa de nación. Y todo eso se desenvuelve en el seno de una Europa inconexa, hecha de egoísmos y fracasos individuales y colectivos.

No, para qué engañarnos, no estoy muy optimista con la inmigración. Vivo cerca de la estación de autobuses, donde llega a diario más inmigración que a toda las Canarias junta. Sin que acuda ni Cruz Roja ni emisora de televisión alguna.

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