La Bienal de Venecia sienta a España en el diván de la descolonización

El pabellón nacional en el certamen de arte contemporáneo revisa las consecuencias de un pasado imperialista con una artista migrante

El Correo, Darío Menor Venecia, 18-04-2024

venecia. Hace unas décadas era posible encontrarse por la calle de cualquier pueblo o ciudad de España a los chavales de la parroquia pidiendo dinero para las misiones del Domund agitando la cabeza de un negro donde había que meter una moneda. Había otras versiones: estaba la china, con su sombrero tradicional, o el moro, tocado con su colorido turbante. Aquellas llamativas huchas fueron sustituidas por unos sencillos botes de lata o de plástico, mucho más resistentes y políticamente correctos, y pasaron a convertirse en un objeto de coleccionista. A esos amantes de las antigüedades ha tenido que recurrir la artista peruano-española Sandra Gamarra Heshiki para hacerse con las huchas del Domund expuestas en una de las salas del pabellón español en la Bienal de Arte Venecia, que abre sus puertas al público este sábado.

A través de 150 creaciones, entre ellas varias relecturas de algunas pinturas clásicas de Velázquez y Zurbarán, la primera migrante elegida para representar a nuestro país en el más importante certamen de arte contemporáneo del mundo invita a reflexionar sobre el pasado colonial de España y el racismo y eurocentrismo que reflejan nuestras colecciones de arte. «Si el pasado solo sirve para estabilizar nuestro presente es un problema. Por eso queríamos despeinar un poco algo tan articulado como son los museos clásicos», explica Gamarra Heshiki sentada en el ‘Jardín del Migrante’, el acogedor espacio dentro del pabellón español donde se cuentan historias de personas que se resistieron a la colonización. Rodeando este jardín interior hay cinco salas que parten de los géneros de la pintura clásica (paisaje, retrato, bodegón, ilustración científica y botánica) para construir un relato alternativo del pasado que propicie una posición diferente frente a las injusticias presentes.

Bajo el título ‘Pinacoteca Migrante’, la propuesta española, bien recibida en la primera jornada de preapertura del certamen, encaja a la perfección con el lema de esta edición de la Bienal, la número 60. Con el brasileño Adriano Pedrosa como comisario, tiene como eje temático el lema ‘Extranjeros en todas partes’, propiciando así las creaciones sobre la inmigración o el propio concepto de lo que supone ser extranjero o moverse dentro de diversas sexualidades o géneros. No en vano Pedrosa se presenta como «el primer comisario de la historia de la Bienal de Arte que se ha declarado ’queer’». Aunque el proyecto de Gamarra Heshiki es anterior, también se alinea con la intención del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, de «descolonizar» los museos estatales para lograr una «revisión» de sus colecciones, según anunció el pasado mes de enero.

«Llegamos tarde»
«Ha llegado la hora de que España revise su pasado y haga una lectura crítica de su época colonial. Es un momento de madurez al que llegamos tarde, porque otras naciones como Francia o Reino Unido ya lo hicieron mucho antes», afirma Agustín Pérez Rubio, curador de ‘Pinacoteca Migrante’. Su propia trayectoria en la Bienal, al igual que la de Gamarra Heshiki, muestra esa tendencia transnacional cada vez más presente en el certamen de Venecia. Mientras que Pérez Rubio ejerció como comisario de la propuesta de Chile en 2019, la artista peruano-española expuso sus creaciones en el pabellón del Instituto Italo-Latinoamericano en 2009.
«Cuando yo estudiaba en el colegio en mi clase no había hijos de inmigrantes, pero ahora las aulas están llenas. La sociedad ha cambiado», remarca Pérez Rubio, a quien le termina la frase Gamarra Heshiki, nacida en Perú pero criada artísticamente en nuestro país: «España son muchas Españas». Esa multiculturalidad creciente hace que sienta una especial responsabilidad por ser la primera creadora migrante en mostrar sus obras en el pabellón español. «Entre la diáspora en Madrid habrá quien se sienta reflejado por mi voz y por mi aspecto. Pero yo también he tenido que salir del lugar de la ‘no crítica’, del pensar que la ciencia, la religión y las verdades occidentales están por encima. Me gustaría que a quien salga del pabellón se le desestabilicen esos órdenes y vea cómo los sistemas coloniales explican muchos de los procesos de explotación actuales».

Ella propicia esa reflexión con su revisión de las vistas románticas del nuevo mundo, desempolvando las racistas pinturas de castas para clasificar a los habitantes de América, o deteniéndose en la opresión laboral y devastación medioambiental que conlleva el cultivo masivo del aguacate. «No se trata tanto de bajar a Colón del pedestal como de explicar qué pasó y empezar a reflexionar sobre nuestro consumo hoy, de manera que afrontemos cuestiones tan urgentes como la destrucción de la Amazonia», dice.

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