Mañana la ría de Bilbo y sus alrededores se teñirán de rojiblanco, emoción y euforia al paso de la Gabarra con los héroes futbolísticos a bordo. No es para menos, 40 años después el Athletic ha vuelto a conquistar la Copa, y sobra decir lo que significa este equipo para las gentes de Bizkaia.

Sin embargo, y sin querer ser el Pepito Grillo que critica la alienación que supone el fútbol (cosa cierta), hoy no vengo a hablar del Athletic ni de la Gabarra, que ya se está hablando mucho y no tengo más que aportar. Pero sí de un barco, uno que lleva ya varias semanas atracado muy cerca de donde lleva descansando durante años la insigne barcaza del Athletic: el Aita Mari, el otrora atunero que fue reconvertido en barco de rescate y que ya ha salvado cientos de vidas en el Mediterráneo.

La pasada semana acudí a la visita guiada que está ofreciendo Salvamento Marítimo Humanitario (SMH) y, tras dar una vuelta dentro del barco y escuchar a los activistas, a uno también le inundan sentimientos, en cierta manera enfrentados. Por una parte, te conmueve las penurias por las que pasan miles de personas que solo buscan una vida mejor. Por otra, sientes una gran admiración por esos activistas que plantan cara a las políticas racista e hipócritas de las autoridades europeas y a los señores de la guerra del norte de África.

«Muchas veces nos tildan de héroes y heroínas. Pero no, los héroes y heroínas solo existen en los cómics y, en todo caso, si alguien puede ser catalogado así, esas son las personas que salen de sus países, se meten en una barca e intentan cruzar el Mediterráneo en busca de una vida mejor», decía la cooperante Amaia Iguaran durante la visita.

Tal vez no sean héroes, pero basta con acudir a la visita guiada (cosa que recomiendo) y escucharles para sentir una gran admiración por ellas y ellos, que encarnan la solidaridad, el compromiso y la humildad. Como dice una canción del grupo Habeas Corpus: sois ejemplo de coraje y sois lección contra el horror. Tanto las personas activistas como las migrantes y refugiadas.