Hernani

«Su verano es a 50 grados y bajo techo de uralita»

El programa Oporrak Bakean trae niños de los campamentos de refugiados para pasar los meses de julio y agosto en familias locales

Diario Vasco, Juan F. Manjarrés Juan F. Manjarrés Hernani, 08-04-2024

Inas llegará por tercer verano a Hernani para pasar dos meses en el municipio escapando del intenso calor y las malas condiciones de vida que se dan en el campamento de refugiados en el que reside. Es una niña saharaui de apenas 9 años y la postura solidaria de la familia de Leyre Ayepe dentro del programa Oporrak Bakean permite que pueda pasar los meses con más altas temperaturas del año, en el municipio. El día 15 de este mes se cierra el plazo para que se apunten las familias que quieran sumarse a esta iniciativa.

– ¿Cuál es su experiencia dentro de la iniciativa Oporrak Bakean?

– Hace 20 años vino la madre de la que ahora viene a mi casa, a la vivienda que teníamos cuando yo vivía con mis padres. Hemos seguido manteniendo la relación. Luego su hija mayor no pudo salir por la pandemia, pero cuando le tocó a la menor surgió la ocasión de venir a mi casa. Así se dio y así vino Inas, que así se llama, por primera vez a nuestra vivienda a pasar el verano.

Descenso
«Ha bajado el número de menores que se acogen, ha llegado a haber grupos de 8 »
– ¿Qué edad tiene?

– 9 años y éste va a ser el tercer verano que va a venir a Hernani para pasar los duros meses de julio y agosto.

– ¿Entonces la experiencia ya la conocía, al haberla vivido en casa de sus padres?

– Sí, pero es distinto. Entonces la vivía con 14 años como si la que venía fuera mi hermana. El papel era diferente, pero sí conocía un poco este mundo.

– ¿Y cómo es su experiencia?

– Para mí es superpositiva. Es importante comentar que a veces nos hacemos unas expectativas cuando vienen estos niños que luego igual no se cumplen. Le animo a la gente a participar dentro del programa, pero que no lo hagan teniendo grandes expectativas. Son niños que vienen de un mundo totalmente diferente y la mayoría se adapta, pero algunos no lo hacen. No ha sido mi caso, ya que ella venía con mucha confianza al saber a qué familia lo hacía. Eso es una ventaja.

– ¿O sea que con la familia han seguido teniendo relación?

– Sí, durante todos estos años así ha sido.

– ¿Ya de adulta, por qué decidieron participar en este tipo de acogidas?

– Me daba al principio un poco de vértigo, pero mi madre siempre me ha dicho: «Y si a nosotras nos tocara vivir en el otro lado, no en este mundo en el que estamos?». Es algo que a mí me ha motivado a animarme y participar. Un concepto de solidaridad.

– Es una experiencia que aporta.

– Tengo una hija de 5 años y creo que para ella es muy enriquecedor, para que vea que hay niños que viven otras realidades en el mundo que tienen necesidades. Una cosa es contárselo y otra es que lo vivan.

– Se mueve en la línea de lo que aporta la llegada de un niño saharaui a la familia acogedora.

– En nuestro caso solo tenemos una hija y le aporta mucha compañía. Está deseando que venga y luego son como hermanas de verdad. Están muy bien juntas, pero tienen sus broncas como sucede muchas veces entre hermanos. Es meter a otra hija en casa durante dos meses, lo veo así. Además, a mí me aporta mucha vida y alegría. También nos permite conocer diferentes aspectos de su cultura. Ella nos ensaña a nosotros.

– ¿Cuáles son los principales problemas que una familia que acoge debe afrontar?

– En mi caso ha sido muy fácil la adaptación. Sí es verdad que el primer año no tuvo nada que ver con el segundo porque va conociendo como funciona todo. Por ejemplo, la primera vez que le llevamos a casa no quiso entrar al ascensor, nunca había visto uno. Es cierto que hay niños a los que les ha costado mucho adaptarse. Echan mucho de menos a su familia, ya que no hay que olvidar que son niños. Inas, por ejemplo, el primer año a las noches lloraba porque echaba de menos a su madre, aunque el resto del día estuviera superfeliz. Otro de los problemas, evidentemente, es el idioma.

–…

– Yo entiendo que también es importante poner límites. Ellos es verdad que vienen con una idea de que aquí todo es fácil y le quiero hacer entender que la vida aquí tampoco es perfecta, que hay que trabajar y que todo nos cuesta. Que las cosas no caen del cielo.

– Tiene una parte educativa.

– Para mí sí. Es un miembro más de la familia. En mi casa los límites para las dos niñas son los mismos.

– ¿Qué les aporta a los niños saharauis un programa como Oporrak Bakean?

– A veces he tenido dudas porque su realidad es la que tienen allí. Pero sí es verdad que no tiene nada que ver la manera en la que llegan y en la que se van. Durante dos meses se han alimentado de otra forma, higiene, médicos…

– ¿Cómo sería el verano para Inas en el caso de que no viniera a Hernani?

– Pasan buena parte del día dormidos para soportar el calor y viven más de noche. Sufren temperaturas de hasta 50 grados en unas instalaciones que nada tienen que ver con las que hay aquí. Están bajo uralita o en tiendas de campaña.

– ¿La alimentación?

– Mucho arroz. La proteína escasea mucho. Además hay que decir que al igual que aquí ha subido mucho el precio de los alimentos, allí también.

– Los cuidados médicos también son escasos.

– Inas cuando vino el primer verano lo hizo con cinco caries, por ejemplo. También se pueden detectar aspectos médicos más graves.

– Las instituciones ayudan.

– El tema médico está cubierto por Osakidetza, como si fuera un niño de aquí. Además, el Ayuntamiento de Hernani da muchas facilidades, en los udalekus ponen una monitora específica para estos niños durante todas las mañanas de julio y agosto. Eso facilita bastante. Hay que añadir que en cualquier momento, si necesitas ayudas, el Ayuntamiento siempre está dispuesto a darla. Es una protección importante.

– El número de niños que ha venido a Hernani ha ido en descenso.

– Ha bajado mucho, pero no sé exactamente a qué se puede deber. Cuando venía su madre hace 20 años había un grupo de unos 8-9 niños que llegaban a Hernani a estar con familias de aquí y el año pasado fueron solamente 3. Nos podemos imaginar que igual es un gasto terrible, pero para mí es el mismo que le doy a mi hija en verano. Cuando vienen lo hacen sin ropa ni nada, pero también es cierto que hay gente que me suele pasar ropa para la niña.

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