«En Portugalete me siento segura, libre y viva»

Mujeres migrantes comparten con EL CORREO sus experiencias tras haber salido de sus países para buscar una mejor calidad de vida en la villa

El Correo, Diana Martínez Portugalete, 27-03-2024

Emigrar nunca es fácil. Nuevo país, nuevas costumbres y en ocasiones hasta nuevo idioma, lo que complica aún más la situación. Millones de personas dejan atrás su hogar por diferentes motivos con el fin de hallar algo mejor. Una vida digna, tranquilidad y, sobre todo, paz. Esta ha sido la principal búsqueda de María Auxiliadora Corrales, de Nicaragua, donde la vida era «bastante dura». Cada jornada estaba marcada por «restricciones, persecuciones políticas, acoso, detenciones nocturnas… No teníamos libertad de expresión y vivíamos con miedo, ya no podíamos seguir así», cuenta a EL CORREO. Hasta que un día decidió huir. «Vine con miedo, con muchas cosas en la mente y sin saber qué esperar, pero la acogida fue buena».

Asentada en Portugalete desde hace tres meses, esta mujer por fin se siente «libre, aquí no corremos peligro, venir fue como resurgir de las cenizas», expresa. «Me siento segura, libre y viva. Viendo la ría desde mi piso siento paz, veo el vuelo de las gaviotas y pienso que un día voy a volar alto», añade con emoción. Ahora ella opta por pensar en el futuro y enfocarse en lo positivo, en la «nueva familia» que va creando en la villa gracias al programa municipal ‘Loturak’, que, bajo la autoría de la asociación Moviltik, favorece espacios de encuentro a mujeres migrantes para que tejen lazos. Cuentan sus experiencias, crean relaciones y ven que no están solas, porque dejar atrás lo conocido y entrar de lleno en lo desconocido se hace más fácil cuando uno se siente acompañado.

«En este programa conoces más mujeres que han vivido situaciones similares, sientes que no eres la única», expone Luz Marina Fernández, que también forma parte de ‘Loturak’, donde en cada reunión las integrantes cuentan sus historias, ríen, lloran… Hay un cúmulo de emociones. Y se demuestra que «un abrazo puede ser de mucha ayuda» para alguien, destaca. Luz vive en Portugalete junto a su marido e hijos desde 2019, tras salir de Venezuela con el fin de buscar una mejor calidad de vida. «Allí había mucha inseguridad, alto índice de delincuencia y nula salud pública», relata. Tanto su hermana como su cuñada, María del Carmen Caballal, optaron por venir a Bizkaia, donde «el colegio es estupendo, los niños dicen que aquí la exigencia es mayor, lo que es bueno, aprenderán más».

Lejos de las bombas
«Me encanta pasear por las calles, ver el Puente Colgante, ir a comprar… Pero lo que menos me gusta son las cuestas, agota mucho ir al supermercado empujando el cochecito», lamenta la ucraniana Anna Kuzmina. El 24 de febrero de 2022, cuando estalló la guerra en el Este de Europa, marcó un antes y un después en la vida de millones de personas. Anna, su marido y su bebé tuvieron que bajar al sótano para sobrevivir a los primeros bombardeos y aguantaron allí una semana. Cuando pudieron abandonar el habitáculo huyeron por las vías del metro hasta llegar a un tren para salir del país y llegar a Polonia, donde permanecieron dos semanas. Después lograron coger un autobús directo a Vitoria y al final llegaron a Portugalete, donde viven libres de las bombas.

En ‘Loturak’ «conoces mucha gente y escuchas sus historias, hay muchas bastante tristes y duras», afirma Hannadi Abouel Hassan, marroquí que lleva cinco años en la villa, donde está «muy feliz». Realiza actividades, trabaja, mejora su castellano e incluso quiere aprender euskera. Aunque en su país natal no sufrió casos de violencia y represión como otras mujeres de ‘Loturak’, afirma, tras la muerte de sus padres quiso cambiar su vida «radicalmente, me gusta mucho la aventura», asegura. Y eso hizo, porque apenas sabía el idioma entonces. «Solo ‘hola’ y ’agur’». La iniciativa municipal destaca la importancia de acoger bien. «Es un privilegio poder estar en contacto con estas mujeres. Ves la dureza de lo que significa emigrar, lo que dejan y lo que se encuentran», expresa la portugaluja Mariluz de Francisco, que forma parte de este proyecto que pone el foco en «facilitar instrumentos para que puedan tener una vida digna».

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)