Cuarenta jóvenes migrantes sin hogar siguen un modelo pionero de acogida en Barcelona

El proyecto nació con la covid para atender a las personas más vulnerables de este colectivo

La Vanguardia, ROSA M. BOSCH, 26-03-2024

Ayman, de 21 años, salió a los 16 de Marruecos, ingresó en un centro de menores de Ceuta y al alcanzar la mayoría de edad prosiguió su ruta migratoria hasta Barcelona. Cuenta que durmió durante unos seis meses a la intemperie con otros chicos en su misma situación hasta que, en plena pandemia de la covid, en la primavera de 2021, accedió a la Llar d’Oportunitats, un servicio impulsado por el Ayuntamiento de Barcelona para acoger a jóvenes vulnerables sin hogar. El proyecto va más allá de ofrecerles formación y ayudarles en la tramitación de la documentación, también se focaliza en el acompañamiento emocional y en la integración en la comunidad, destaca su directora, Marta Raso.

“Es el único recurso de estas características que funciona en España, nació con la emergencia de la covid y se ha consolidado. Somos artesanos de la intervención y hacemos una radiografía de cada persona, elaboramos un plan de acción individual con la participación de un equipo multidisciplinar, en el que hay integradores y trabajadores sociales, psiquiatras… No hay un límite de estancia en el centro”, destaca Marta Raso.

“Es el único recurso de estas características que funciona en España”, destaca su directora, Marta Raso
La Llar d’Oportunitats tomó el relevo al equipamiento extraordinario que se puso en marcha en Montgat, en abril del 2020, durante la pandemia, al considerar que era necesario mantener un centro para jóvenes migrantes sin hogar, de entre 18 y 23 años de edad. Ahora la Llar d’Oportunitats de Barcelona dispone de 40 plazas y hay lista de espera de siete. Son los profesionales del SDI, el Servicio de Detección e Intervención con niños, adolescentes y jóvenes que han migrado solos, los que seleccionan junto con la entidad Superacció a las personas que entran en este particular hogar.

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A group of migrants wait to disembark from a wooden boat after being rescued by a Spanish coast guard vessel in the port of Arguineguin, on the island of Gran Canaria, Spain, January 2, 2024. REUTERS/Borja Suarez
Ayman pasó de subsistir al raso a acceder hace unos tres años a a la Llar, que desde que abrió en el barrio del Guinardó ha acogido a un total de 87 chicos. “En la calle dormía con otros compañeros, los había que inhalaban pegamento, otros tomaban pastillas, yo fumaba porros… Lo dejé y ahora sigo un curso de ayudante de cocina, en verano trabajo y dedico el tiempo libre al deporte, voy al gimnasio, hago natación….”, cuenta. “Son jóvenes con muchas dificultades, algunos con problemas de salud mental, con adicciones, que precisan una mayor atención. Cuando inviertes en este colectivo, cuando los apoyas, tienes un retorno”, comenta Sonia Fuertes, comisionada de Acció Social de Barcelona, que constata el descenso de la edad de las personas sin hogar.

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Junto a Ayman, Suleiman Nageer, de 20 años, también ofrece su testimonio. “Marché de Marruecos a los 14 años y estuve en un centro de menores de Ceuta hasta los 16. Me enviaron a otro de Asturias, a los 18 salí, vine a Barcelona y permanecí unos doce meses en la calle. Luego conocí a una educadora social del SDI y desde verano del 2022 estoy aquí”, detalla. Suleiman está inmerso en un curso de Superacció “en el que también se trabajan sus habilidades sociales y afectivas”, explica el fundador de esta entidad, Zouhair Zammouri. “Muchas de las dificultades que tenemos con estos chicos es qué hacen con su tiempo libre, esta es la piedra angular de todo el proceso, no solo su formación”, añade Zammouri. Por eso un relevante eslabón de la cadena hacia la inserción es fomentar su relación con las entidades del barrio. “Cada viernes -destaca– hacemos talleres con los vecinos, les dan clases de catalán, promovemos encuentros con la gente mayor y con el centro cívico y los fines de semana podemos utilizar la pista deportiva de un instituto de la zona”.

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