Compositora Saskia Venegas:

«Las injusticias me llevan a componer y con la música busco que la sociedad recapacite»

Una estancia en Lesbos como voluntaria le llevó a trasladar a la partitura su indignación ante la situación de los refugiados y la llegada de las pateras

Diario Vasco, Teresa Flaño, 19-03-2024

‘At the Aegean Shores’ (‘A orillas del mar Egeo’) es un poema sinfónico de la compositora hispano-belga Saskia Venegas, cuya carrera musical comenzó a los 12 años en el conservatorio de Juan Crisóstomo de Arriaga en Bilbao, donde estudió de violín. Es una de las obras que Euskadiko Orkestra interpreta mañana y el jueves en el Kursaal.

– ‘At the Aegean Shores’ tiene un origen muy vinculado a su experiencia y se trata de una obra que ha evolucionado con los años. ¿Cómo ha sido ese viaje?

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– Es un viaje largo. En 2015 en todos los medios de comunicación eran constantes las informaciones sobre el desastre migratorio del mar Egeo. Se veían vídeos de niños muertos. En Holanda, que es donde resido, hice varios conciertos benéficos. En un momento dado me entró una angustia muy grande. Me di cuenta de que no quería llegar a los 80 años y entonces pensar que no había hecho nada a pesar de conocer lo que estaba sucediendo. Al año siguiente fui como voluntaria a Lesbos, a trabajar con las manos y por eso dejé el violín en casa. Al segundo día me llegó un grupo de música maqam árabe y me preguntó si quería tocar con ellos en el campo de refugiados de Moria. Yo había hecho algo de maqam y me animé. Tuve que alquilar un violín. Desde entonces todas las noches la gente que había llegado de Siria, Marruecos, Pakistán…, se me acercaba y empezaban a cantar para que les siguiera. Me di cuenta de que la música les soltaba algo, canalizaban de alguna manera lo que estaban pasando, a veces con risas y otras con lloros. Cuando volví a Holanda para el examen final de Composición hice una obra de música y teatro ‘At night flamingos fly’, porque a Lesbos llegan muchos flamencos y lo asocié a la llegada de los refugiados. Después me propuse hacer una obra de orquesta sobre la llegada de las pateras y surgió ‘At the Aegean Shores’. Originariamente era para un concurso belga para obras orquestales de menos de cinco minutos. Por eso la primera versión era excesivamente escueta, muy compacta porque quería probar muchos sonidos. Después me llamaron de Eresbil para presentarla en Musikaste en 2022. Les propuse escribir la pieza que yo quería y esa es la que se va a escuchar mañana y el jueves en el Kursaal.

– Desde que concibió por primera vez la obra hasta ahora se han acentuado los desastres humanitarios de Ucrania y Gaza. ¿Se puede extender ‘At the Aegean Shores’ a esos conflictos?

– Esta obra es música programática, música narrativa, todo lo que se oye es una historia concreta. Sí se podría hacer un paralelismo y no caer en la deshumanización.

– Todas sus obras tienen una base relacionada con temas sociales y los derechos. Por ejemplo, ahora acaba de terminar ‘La casa de la seda’ sobre la memoria histórica.

– Yo viví en un pueblo muy pequeño de Burgos de los 8 a los 14 años. Un día descubrí que una de las casas que estaban en ruinas había sido una cárcel de la guerra civil y los años posteriores, y no ponía nada. Me entró tal furia que desde entonces hago muchas piezas sobre la memoria histórica. Lo pienso y me duele el corazón.

Lesbos
«Me di cuenta de que cuando tocaba el violín a la gente se le soltaba algo que tenía dentro»
– También ha compuesto tomando como base la violencia de género.

– ‘Medusa’, basada en la figura mitológica que todo el mundo reconoce como un monstruo con pelo de serpiente, pero no se conoce realmente su historia. Era una sacerdotisa que sabía lo que quería y había elegido el voto de castidad. Era tan bella que Poseidón se metió en el templo vestido de pájaro y la violó. Atenea se enfadó y la convirtió en un monstruo. Me pareció muy simbólico porque a las personas que sufren violencia se les petrifica el corazón. Es una pieza con la que he estado tres años, me ha costado mucho.

– ¿Al involucrarse tanto, traslada a sus composiciones su estado de ánimo, su enfado?

– Intento que no vaya sobre mí, sino cómo puedo reflejar un concepto. En mis piezas no suelo usar texto e intento apelar a la empatía o a la emotividad, busco que la música genere sensaciones en el público. Por ejemplo en ‘Medusa’ meto sonidos muy chirriantes en el momento de la violación. Juego con la espacialidad y teatralidad de la música para apelar a la emoción y al raciocinio.

– ¿La música debe trascender el arte y comprometerse con los conflictos de la sociedad?

– En los tiempos que vivimos nos hace falta un poco más de reacción social y de reflexión. Lo que me hace componer son las injusticias y utilizo la música para hacer recapacitar a la sociedad. Creo que el arte tiene una capacidad de comunicación y de apelar a lo subjetivo y estaría muy bien que se utilizara más.

Estilo
«Juego con la espacialidad y la teatralidad de la música para apelar a la emoción»
– Ha estudiado dramaturgia y la incluye en muchas de sus obras. ¿Es una manera de atraer a nuevos públicos a la música contemporánea?

– Más que eso, me gusta que el público conozca la historia que hay detrás de cada composición. La pieza tiene en sí misma una dramaturgia y quiero que cuando el público donostiarra escuche ‘At the Aegean Shores’ sepa que va sobre el mar, que los violines son las olas, que se comen unas a otras. En el resto de mis obras, sobre todo en ‘Medusa’ la teatralidad se nota mucho en el uso de la luz, de la vestimenta. Yo lo denomino concierto teatral.

– ¿En qué está trabajando ahora?

– Tengo varios proyectos, uno de ellos es un cuarteto con un instrumento vasco, pero no puedo adelantar más. Además, seré compositora residente en el festival holandés Music Meeting durante la temporada 2024-2025.

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