Entrevista La danza de María Pagés o cómo hacer del arte un bien social

El Diario, Alicia Justo, 26-01-2024

Entre 1929 y 1930 Federico García Lorca le lloró a la deshumanización que encontró en Nueva York y la reflejó, a través de sus versos, en Poeta en Nueva York. Poco tiempo después, el mundo se tambaleó con la Segunda Guerra Mundial y en su patria, la Guerra Civil lo sepultó a él y a miles de personas más.

Casi 100 años después, hay miedos que no se han disipado. Y como anataño, el arte viene a advertir de los peligros que acechan a un mundo cada vez más hostil.

La compañía de María Pagés presenta este fin de semana en el Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria Paraíso de los negros, una obra, que en palabras de su codirector El Arbi El Harti, es una reflexión sobre el riesgo de degradación de la democracia y del estado del bienestar.

Este trabajo es una coreografía flamenca que usa no solos los versos que el poeta granadino escribió sobre las personas negras en Nueva York, sino también a otros referentes culturales, como la cantante Nina Simone o Léopold Sédar Senghor, poeta y primer presidente de Senegal tras la independencia de Francia. Sédar fue, además, uno de los padres del concepto negritud, el cual definía como el conjunto de valores del África negra.

La negritud es, al mismo tiempo, un elemento cohesionador de este espectáculo, “un paradigma ontológico esencial en la construcción de una parte de la humanidad”, remarca el codirector.

Nacida gracias a un encargo del Festival Cervantino de México antes de la pandemia, donde se le propuso a la compañía hacer un trabajo sobre las fronteras, Paraíso de los negros habla sobre esas delimitaciones físicas y mentales que han fraccionado un mundo actual dominado por el miedo. “La sociedad actual es una sociedad inconscientemente temerosa, y cuando las sociedades son secuestradas por el miedo, las consecuencias no siempre son buenas. Es una llamada de atención hacia dónde va nuestra democracia”, advierte El Harti.

Como también defendió Lorca durante su vida, Pagés y El Harti entienden el arte como un bien social: “El arte está comprometido o no lo es. O los artistas son ciudadanos inquietos, preocupados por su entorno o esto es la maquinaria del marketing neoliberal”, remarca El Harti. La bailaora ha conseguido, en este línea, a través de su Centro Coreográfico María Pagés de Fuenlabrada, poner en acción la premisa de que el arte y su profesión “no se reducen a levantar el telón, bajarlo e irte a tu casa”. A través de este espacio ofrecen talleres en centros educativos, en hospitales, a personas de la tercera edad o a mujeres que han sufrido violencia de género.

“La danza es la gran desconocida de las artes”

María Pagés comenzó a profesionalizarse con 15 años cuando se trasladó desde Sevilla, su ciudad natal, a Madrid, donde se integró más tarde en la compañía de Antonio Gades. Ha recorrido el mundo con su arte, es premio Princesa de Asturias de las Artes 2022, Premio Nacional de Danza, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes… Y, aunque todos esos acontecimientos suenen bonito, ambos consideran que la danza sigue entrando por la puerta de atrás. Pagés reivindica que este trabajo no debe reducirse al momento “del movimiento en el escenario” y El Harti critica que la figura del bailarín o bailarina “está secuestrada por una imagen muy tipificada, muy romántica del artista en el escenario haciendo virguerías”.

Sin embargo, los espectáculos de danza implican un largo proceso en el que muchos profesionales intervienen para darle forma, como técnicos, artistas, administrativos…. “La danza es la gran desconocida de las artes”, se lamenta la bailaora. Por ello, en cada una de sus intervenciones hacen un llamamiento sobre la importancia de la sensibilización en el arte. “El arte es profesionalización, como un médico o un fontanero”, una profesión, que recalcan, sostiene a muchas familias.

Esta crítica se agrava cuando de flamenco se trata. Ambos creadores sostienen que el flamenco está en una “situación creativa privilegiada” pero que si no va a más es porque “no se cree en ella”. El codirector de Paraíso de los negros apunta que si esta danza, con este nivel de espectáculo, con obras corales y de alta calidad estética no termina de eclosionar se debe a la falta de medios. “Montar una ópera exige una media de un millón de euros.

Nosotros estamos montando nuestros espectáculos, diseñamos la escenografía y, a veces, la construimos, María diseña el vestuario… Y el resultado es bueno. Imagínate si los creadores tuvieran un poco más de medios“, enfatiza.

Por ello, la implicación económica de las administraciones públicas la consideran vital. El Harti argumenta que en países como España, donde la cultura es un bien colectivo y por la manera en la que esta se incorpora a la vida de las personas, el Estado no puede ser un mero espectador. “El Estado somos nosotros.

No puede haber una disgregación“, puntualiza. Al mismo tiempo, reclaman un compromiso público que esté por encima de los avatares políticos ya que como bien común, la cultura requiere de ”una preocupación general común“, que no esté supeditada a elecciones celebradas cada cuatro años. ”Por eso es que la cultura debe ser una razón de Estado. Es la única manera de crear cultura“, reivindica la directora. Pero, además, sostienen que el compromiso social debe involucrar también al sector privado. ”El Estado también tiene que convencer y facilitar a las grandes empresas su implicación. Porque si las grandes empresas se implican, también aligerarían el peso al Estado y sería una sociedad comprometida con su cultura“, destaca el codirector.

Para Pagés, estas carencias suceden porque en nuestro país no se tiene bien situada la cultura. “Parte de los españoles no se han apropiado de la cultura y la cultura sigue siendo predemocracia”, remarca El Harti. Hay razones históricas que podrían explicarlo. España pasó por una dictadura que bloqueó la efervescencia cultural que reinaba en los años anteriores a la Guerra Civil y por una transición que dejó tareas sin hacer. Recuerda que en España la elaboración de un Pacto de Estado por la Cultura sigue siendo un asunto pendiente. “El Pacto de Estado es ponernos de acuerdo desde nuestras diferencias, desde nuestra pluralidad y nuestras divergencias y debatir qué España queremos. Este es un tema que desde la transición no se ha resuelto”, señala El Harti.

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