La ola de violencia en Francia muestra un rostro joven. Un tercio de los más de 3.400 detenidos tras ocho días de protestas son menores de edad. Tienen entre 12 y 17 años. Algunos ya han comenzado a comparecer ante los tribunales para descubrir sus caras detrás de los pasamontañas y los perfiles anónimos de las redes sociales que usan para citarse en los Campos Elíseos y desatar disturbios, saqueos, incendios y ataques contra las fuerzas de seguridad o las instituciones públicas.

Colegiales, universitarios, camareros, sin antecedentes penales, conectados y sin líder que transmiten sus acciones a través de TikTok conforman el pergfil de la mayoría de participantes de las protestan tras la muerte del pasado martes de Nahel, el joven de 17 años que recibió un disparo de manos de un policía.

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María Rego
Durante varios meses Francia acogió el descontento social de los que temían el retraso de la edad de jubilación a los 64 años. Adultos y trabajadores protestaban contra el Gobierno. Casi cuatro semanas después de la última manifestación contra la reforma de las pensiones, el país continúa sumido en los disturbios, pero esta vez el panorama se ha rejuvenecido. La mayoría no tiene empleo, incluso aún no terminan la secundaria. Tampoco habían sido llamados a juicio, la única violencia con la que se relacionan son los escenarios de sus videojuegos. Así lo ha descrito también el presidente fránces, Emmanuel Macron: «Algunos simplemente viven en la calle los videojuegos que los intoxicaron».

Pese a que los incidentes se han aplacado con el paso de los días, el Gobierno continúa firme con el despliegue de blindados y 45.000 agentes en las calles. Sin embargo, ni el apoyo militar ha conseguido apagar por completo las protestas. La tecnología e internet son un contrincante con el que las autoridades no han podido competir. Aún quedan los despojos de una marcha ‘teledirigida’ a través de mensajería instantánea. Ubicaciones en tiempo real, alertas de presencia policial y avisos de oportunidades para incendiar el país rebosan en los chats. Además, según la Policía, en algunas de estas redes también se han creado «concursos» de vídeos que muestran los mayores destrozos a una comisaría o un edificio público.

Un joven graba las manifestaciones con su móvil
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Un joven graba las manifestaciones con su móvil EFE
El Gobierno se ha sorprendido con la corta edad de la mayoría de los manifestantes y su ‘modus operandi’. Para luchar contra «la convocatoria virtual», el ministro de Justicia galo, Éric Dupond-Moretti, ha advertido que «los fiscales van a buscar la identidad de los usuarios de las redes, en particular de Snapchat, que es para estos jóvenes un vector de comunicación para fijar el lugar, el momento y el objetivo de la agresión. Que nadie piense que detrás de estas redes sociales hay impunidad».

Mientras que un adulto puede ser condenado por sus actos vandálicos, un menor es improcesable, según la ley gala. La relativa inmunidad de los jóvenes ha motivado que el Ejecutivo se ensañe con los padres. Macron ya había hecho el pasado jueves un llamamiento a «la responsabilidad de los padres y las madres« para que controlen a sus hijos. Penas de hasta dos años de cárcel y 30.000 euros de multa podrían recaerles por dejar salir a los chicos durante las revueltas populares. «Cuando no se ejerce la autoridad parental, y eso pone en entredicho la seguridad o la moralidad de los niños, los progenitores tienen una obligación penal», explicó el ministro.

Varios menores detenidos por la Policía por participar en los disturbios
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Varios menores detenidos por la Policía por participar en los disturbios AFP
Durante una visita el lunes a policías, el mandatario insistió en su propuesta de «sancionar económicamente» a las familias de los protagonistas de los disturbios. En el encuentro, además de agradecer «la eficacia, responsabilidad y sentido del deber de la movilización de las fuerzas de seguridad, en nombre de toda la Nación», Macron enfatizó en que «la educación de los menores no es responsabilidad del Estado». Por ahora, se mantiene cauto a la hora de declarar estado de emergencia en el país. El dirigente galo confía en su estrategia de cercar la ciudad con las fuerzas de seguridad y atacar a los jóvenes alborotadores por el bolsillo de sus padres.