Macron y Meloni aparcan la acritud para actuar como socios y aliados

En Francia toman nota de la posición atlantista la presidente italiana frente a la tibieza de Le Pen ante Putin

La Vanguardia, EUSEBIO VAL, 21-06-2023

No era normal la relación áspera que mantenían desde hace meses Francia e Italia. Emmanuel Macron y Georgia Meloni se reunieron ayer en el Elíseo para poner fin a la acritud, al tono desabrido entre sus líderes, y volver a buscar consensos entre dos vecinos que no solo son vecinos sino socios fundadores de la UE, aliados en la OTAN y miembros del exclusivo club del G-7.

Conscientes de la tensión ambiental, de que corrían el riesgo de caer en una trampa y de formular un comentario inadecuado, el presidente francés y la primera ministra italiana se limitaron a realizar sendas declaraciones –17 minutos en total–, sin aceptar luego preguntas de la prensa. Eso les permitió ajustarse al guion, a la estrategia común de descompresión.

Macron aprovechó la oportunidad para expresar las condolencias por el reciente fallecimiento de Silvio Berlusconi –de quien Meloni fue joven ministra–, pero estuvo breve en ese aspecto y se lanzó enseguida a elogiar a su huésped “por su claridad muy grande en su compromiso con Ucrania”. En Francia no pasa desapercibida la firme posición atlantista y de apoyo a Kyiv de la jefa del Ejecutivo italiana, un contraste absoluto con la actitud de la líder de la extrema derecha autóctona, Marine Le Pen, que todavía hoy se muestra tibia con Vladimir Putin, partidaria de negociaciones ya y escéptica sobre el envío masivo de armas occidentales. De hecho, Le Pen siempre ha sintonizado mucho mejor con Matteo Salvini, el jefe de la Liga, otro filorruso, que con Meloni.

El anfitrión sabía lo que su invitada quería oír. Por eso habló de “organizar más eficazmente” la política de inmigración y asilo” en la UE y se mostró interesado en la estabilización de Túnez, un país que ha provocado en el pasado crisis migratorias muy graves para Italia.

Es difícil que las palabras de Macron hayan permitido revertir una desconfianza italiana muy profunda. Roma se ha sentido desde hace años abandonada por sus socios, Francia en particular, que no le echó una mano (mientras si lo hicieron España, Alemania y hasta Noruega, que enviaron barcos de rescate) cuando Italia se veía desbordada por la llegada de miles de personas en pateras cada día. Por eso fueron hirientes las palabras del ministro del Interior francés, Gérald Darmanin, en mayo, cuando dijo que el Gobierno italiano había sido elegido para resolver el problema migratorio y demostraba ser “incapaz” de hacerlo. La salida de tono provocó la anulación de un viaje a París del titular italiano de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani, y obligó a su homóloga francesa, Catherine Colonna, a volar semanas después a París para deshacer el entuerto.

En Francia toman nota de la posición atlantista de Meloni frente a la tibieza de Le Pen ante Putin
Macron, que es un enamorado de Nápoles, destacó que a Francia e Italia, a sus economías, sociedades y artistas, les une “una relación única”. “Es esta amistad lo que me importa en primer lugar –insistió–. Lo sabe la señora presidenta del Consejo (antes la había tuteado)”. “Es lo que permite hace vivir a veces las controversias, los desacuerdos, pero en un contexto siempre respetuoso porque se inscribe en una historia más grande que nosotros, más profunda, que ha alimentado nuestros imaginarios, nuestros artistas, nuestras aventuras colectivas”.

En su turno, Meloni, que visitaba por primera vez París en su nuevo cargo, puso énfasis en que “Italia y Francia son dos naciones ligadas, centrales y protagonistas en la UE que necesitan dialogar, especialmente en un momento como este, porque nuestros intereses comunes son muchos y convergentes”. La premier italiana mencionó la estrecha colaboración de ambas industrias de la defensa, uno de cuyos resultados es un sistema antiaéreo conjunto que se ha desplegado en Ucrania. Meloni garantizó que el respaldo francés e italiano a Ucrania se mantendrá sólido, sin ninguna fisura. Usó la expresión “a 360 grados”.

Sobre la inmigración, Meloni reiteró lo que piensa. “No podemos seguir consintiendo este esclavismo del tercer milenio”, afirmó, en alusión a las mafias de los traficantes. “Hay que colaborar para encontrar alternativas para la migración legal y garantizar el derecho a no emigrar”, agregó.

Sobre la política económica europea, la líder italiana se mostró favorable a un nuevo Pacto de Estabilidad y Crecimiento que dé prioridad a las inversiones en políticas de futuro. Por eso advirtió a los países del rigor que “no hay que volver a parámetros que serían inaceptables”.

Macron y Meloni trataron sobre los asuntos que se abordarán en el Consejo Europeo de finales de mes en Bruselas y en la cumbre de la OTAN en Vilnius, a mediados de junio.

Macron dice que la gran amistad entre los dos pueblos permite asumir los desacuerdos con respeto
Ni uno ni otro mencionaron la candidatura de Roma a organizar la Expo 2030, una de las razones de la presencia de Meloni en la capital francesa. El respaldo ofrecido por Macron a Riad –durante su encuentro de la semana pasada en el Elíseo con el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman– fue otro motivo último de fricción franco-italiana. En Roma no digieren que un país socio y aliado no les apoye, que París de una descarada prioridad a los grandes beneficios económicos de mimar la relación con los saudíes. Lo consideran una traición.

Antes de acudir al Elíseo, Meloni, que siempre presume de ser una romana de pura cepa, estuvo promoviendo la candidatura de su ciudad en el Buró Internacional de Exposiciones (BIE), cuya asamblea general tomará la decisión final, en votación, en noviembre. Además de Roma, están en liza Busan (Corea del Sur) y Riad. El príncipe Bin Salman ya pasó por el Elíseo y también lo hizo el presidente surcoreano, Yoon Suk-Yeol. Meloni fue la última en buscar la complicidad de Macron. Un paso obligado pero, salvo sorpresa, probablemente inútil. El melodrama franco-italiano continuará.

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