Macron y Meloni buscan “convergencias” en inmigración tras meses de incidentes y desplantes

El encuentro en París no entierra los recelos, pero el líder francés y la italiana muestran su cercanía en cuestiones como la política económica de la UE o la guerra en Ucrania

El País, MARC BASSETS, 21-06-2023

Ocho meses de incidentes diplomáticos y desplantes entre Emmanuel Macron y Giorgia Meloni se han cerrado este martes en el palacio del Elíseo con un esfuerzo por mostrar su sintonía en cuestiones que van desde la economía a Ucrania. Incluso en la política de inmigración, el presidente francés y la primera ministra italiana han evitado exhibir las diferencias que han motivado repetidos desencuentros entre París y Roma.

La reunión entre Macron y Meloni duró una hora y 40 minutos y se desarrolló cara a cara y sin asesores. Aunque no sirvió para enterrar los recelos mutuos, “permitió crear convergencias” entre ambos países ante “desafíos comunes” como la inmigración, según una fuente del Elíseo, que pidió anonimato. El asesor repitió varias veces la palabra “pragmatismo” para describir la actitud del presidente ante la líder italiana.

Macron declaró en una comparecencia sin preguntas junto a Meloni previa a la reunión: “Sigue habiendo dramas en el Mediterráneo. Debemos organizar con más eficacia el asilo y la inmigración en Europa, siendo fieles a nuestros valores. La coordinación entre nuestros países debe continuar”. Añadió Meloni: “No podemos aceptar que el acceso a nuestra casa la organicen redes criminales y para eso es necesario cooperar para ayudar a las naciones africanas a desarrollarse, a vivir de lo que tienen, a dar oportunidad a sus hijos, es decir, a garantizar el derecho a no tener que emigrar”.

El encuentro no es el primero entre Macron y Meloni: ambos han coincidido en cumbres europeas e internacionales y el francés fue el primero en visitar a la italiana el mismo fin de semana en que esta fue investida en el cargo, en octubre de 2022. Pero sí es la primera reunión oficial y bilateral entre un dirigente que, al llegar al poder en 2017, se presentaba como un muro de contención ante el acceso de la derecha nacionalista y populista en Europa, y otra que encarna la plena normalización de la corriente ultraconservadora en los salones del poder de la Unión Europea.

Macron dijo en la comparecencia: “Lo que me importa, en primer lugar, es [la] amistad [franco-italiana], la que hace vivir a veces las controversias y desacuerdos, pero un marco siempre respetuoso, porque se inscribe en una historia más grande que nosotros, más profunda”. Añadió Meloni: “Italia y Francia son dos naciones ligadas, importantes, centrales, protagonistas en Europa, que necesitan, particularmente en un momento como este, de dialogar, porque los intereses comunes son muchos y convergentes”.

Las “controversias y desacuerdos” a los que se refería Macron pueden resumirse en un punto: la inmigración. El primer choque entre ambos se produjo en noviembre, cuando Meloni llevaba 20 días en el palacio Chigi y rechazó el desembarco en sus costas de un barco con inmigrantes, finalmente acogido por Francia. “Lamentamos que Italia no haya estado a la altura del deber de humanidad”, dijo entonces el ministro francés del Interior, Gérald Darmanin, convertido en el principal ariete de París contra la Italia de Meloni. “Francia”, añadió Darmanin, “extraerá todas las consecuencias de la actitud italiana en los otros aspectos de su relación bilateral”.

Desconfianza mutua
Desde ese momento, la relación entre París y Roma se desarrolló en dos planos paralelos. Cuando se trataba de inmigración, saltaban las chispas. En el resto de cuestiones, los ministros cooperaban fructíferamente. Pero el trasfondo era la desconfianza entre Macron y Meloni mezclada con la voluntad de preservar lo que la italiana ha llamado ante la prensa “los intereses (…) muchos y convergentes”.

El segundo encontronazo sucedió a principios mayo, cuando el ministro Darmanin declaró: “La señora Meloni, un Gobierno de extrema derecha elegido por los amigos de la señora [Marine] Le Pen, es incapaz de arreglar los problemas migratorios para los que ha sido elegida”. El argumento del ministro era que las dificultades de Meloni con la gestión de los migrantes que llegan por el Mediterráneo es una demostración de que, cuando accede al poder, la extrema derecha incumple sus promesas y fracasa. Aunque el Reagrupamiento Nacional de Le Pen, líder del primer partido opositor en Francia, ha marcado distancias con Meloni y no pertenece al mismo grupo político en el Parlamento Europeo, ambas se sitúan en la órbita de la derecha nacionalista.

La relación con Roma se ve en París en clave interna. Todo éxito de Meloni puede contribuir a la normalización de Le Pen como alternativa. Al mismo tiempo, Italia, como país vecino y sureño, es un aliado de Francia ante Alemania en batallas como las reglas fiscales del euro, y Meloni coincide con Macron en su posición favorable a Ucrania y a la OTAN. También hay una clave interna en Roma: la presidenta del Consejo debe cuidar de su flanco derecho, pues tiene en su Gobierno a Matteo Salvini, que protagonizó varios encontronazos cuando fue ministro del Interior en 2018 y 2019, y cuyo discurso sobre los inmigrantes es más agresivo que el de Meloni.

Tras la declaración de Darmanin en mayo, el ministro italiano de Exteriores, Antonio Tajani, dijo que “las ofensas (…) hacia Italia son inaceptables” y suspendió una visita prevista París. Los preparativos de la reunión de este martes en el Elíseo han estado plagados de tensiones protocolarias, informa La Repubblica, agravadas por otra circunstancia: Meloni visitaba París para promover la candidatura de Roma a la Exposición Universal de 2030, y Macron apoya la candidatura de Arabia Saudí.

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