Una semana negra que abre nuevos conflictos diplomáticos

Las crisis con Israel y Malta engrosan la lista de deslices en política

La Razón, 22-07-2006

Madrid – La política exterior española la marca el presidente del Gobierno,
José Luis Rodríguez Zapatero, y la ejecuta el titular de Exteriores,
Miguel Ángel Moratinos. A veces, sin embargo, se producen contradicciones
entre las palabras de uno y otro. Es lo que ha sucedido ahora con motivo
de la última crisis árabe – israelí en el Líbano. Mientras el presidente
criticaba sin matices a Israel, su jefe de la diplomacia responsabilizaba
en Bruselas a la guerrilla Hizbulá de la situación creada.
   Moratinos conoce perfectamente Oriente Medio y es respetado por las dos
partes. A la vez, es leal, como no podría ser de otra forma, con el
titular del Ejecutivo. Sin embargo, la actitud de éste le está acarreando
algunos problemas públicos. El penúltimo, la foto del inquilino de La
Moncloa en todos los periódicos, ataviado con el pañuelo palestino en un
acto con jóvenes socialistas en el que se descalificó a Israel. El
ministro de Exteriores tuvo que defenderle en un acto público, al tiempo
que realizaba un análisis racional de la situación creada a partir del
secuestro de dos soldados israelíes a manos de Hizbulá.
   Errores frecuentes. Pero los errores de Zapatero en política exterior
son muchos. A los primeros desplantes a EE UU, en actitudes más propias de
estudiantes franceses del 68 que del presidente de la décima potencia del
mundo, se suma el, en el mejor de los casos, incumplimiento del protocolo
en la reciente visita del Papa a Valencia. El jefe del Ejecutivo no
asistió a la misa, lo que es una opción personal. Sin embargo, no acudir
al aeropuerto a despedir a Su Santidad es una descortesía que no tiene
cabida en el lenguaje diplomático.
   Está claro que con la
llegada del PSOE al Gobierno las relaciones internacionales españolas
dieron un gran giro, cuestionado por unos y aplaudido por otros. Pero es
incuestionable que el cambio ha hecho perder fuerza a España en Occidente.
Pudo comprobarse con la negociación del Plan 2007 – 2012 de la Unión Europea
y, esta semana, con la crisis del pesquero que recogió a 51 inmigrantes en
aguas de Libia. En esta ocasión, España no ha sido capaz de imponerse a
otro país de la UE como Malta para que los acogiera. Al final ha tenido
que ser la Comisión la que tomara cartas en el asunto para acabar con un
problema que ha dejado en evidencia a un tiempo la política exterior
comunitaria y la española.
   La relación con Francia y Alemania,
las dos naciones europeas por las que este Gobierno había apostado,
tampoco es óptima. Así, por ejemplo, Zapatero no pudo estrenarse con peor
pie con la presidenta germana, Angela Merkel, a la que calificó de
«fracasada». El siguiente encontronazo tuvo lugar cuando la alemana E.ON
hizo una oferta pública de compra a Endesa y el Ejecutivo español no
ocultó su enfado. Incluso con el argumento de que lo consideraba una
cuestión de Estado, adoptó medidas para impedir que EON pudiera comprar la
eléctrica española.
   Felicitaciones comprometidas. En su
precipitación por felicitar a los ganadores de elecciones, el enésimo
error lo ha cometido con México. Se apresuró a dar la enhorabuena a
Calderón, lo que molestó a su contrincante, el socialdemócrata Obrador. A
Evo Morales lo recibió a los pocos días de ser elegido. De hecho fue el
primer país europeo que visitó. Se supone que Zapatero lo hizo para
facilitar la situación de las empresas españolas allí. Sin embargo, una de
las primeras resoluciones de Morales fue imponerles unas condiciones
leoninas con la colaboración de Hugo Chávez, otro gran «amigo».
   Entre tanto nubarrón también hay algún claro. La política de ayuda a
África, de condonación de la deuda a cambio de inversiones en Educación u
otras necesidades; los acuerdos de repatriación o de control en los países
de paso hacia Europa… En definitiva, la difícil lucha contra la
inmigracion subsahariana dará resultados, aunque no inmediatos.
   >«Plantón» en Polonia. El presidente polaco, Aleksander Kwasniewski (en
la imagen), se quedó compuesto y sin invitado cuando Zapatero anuló de un
día para otro la visita oficial que debía llevarle a Polonia a finales de
2004. ¿La razón? El «cansancio» del presidente tras comparecer ante la
comisión parlamentaria que investigaba los atentados terroristas del 11 – M.
   >La «fracasada» Merkel. Tras las elecciones alemanas de 2005, la situación
de empate técnico entre la democristiana Angela Merkel y el
socialdemócrata Gerhard Schroeder no impidió a Zapatero adelantarse al
desenlace con muy poca fortuna. El presidente calificó de «fracasada» a la
que, a la postre, se convertiría en la primera mujer canciller de la
historia de Alemania.
   >Trato preferente a Evo Morales. La llegada de
los socialistas a La Moncloa supuso un cambio radical en la política
exterior de España. La consigna era desmarcarse a toda costa de la «foto
de las Azores», y Zapatero buscó la amistad de Hugo Chávez o Fidel Castro.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, fue el último en ganarse los
favores del presidente.
   

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