Los inmigrantes latinos resucitan a la Iglesia de EE UU

La población católica de Norteamérica crecerá un 55 por ciento en los

La Razón, 19-07-2006

Madrid – En 1776 las colonias británicas de Norteamérica alcanzaron su
independencia, con una población compuesta por inmigrantes llegados de los
rincones más variopintos de Europa: Irlanda, Alemania, España, Francia,
Italia… Más de dos siglos después, oleadas de inmigrantes llegados de
Suramérica están cambiando, una vez más, la historia y la sociedad de
Estados Unidos. Y es que gracias a la población latina que ha cruzado las
fronteras del país, Norteamérica ha visto cómo el número de católicos que
viven allí ha crecido espectacularmente en los últimos años. Al menos así
se desprende de un informe realizado por la Conferencia Episcopal de
California (CEC), que aporta datos como estos: si en 1990 las diócesis
católicas contaban con 53,6 millones de fieles, en 2005 eran 65,3 los
miembros de la Iglesia. O lo que es lo mismo, casi un 22 por ciento más en
sólo 15 años. «Es una verdadera bendición que la Iglesia católica esté
creciendo y sea tan vibrante», afirmaba en el informe monseñor Stephen
Blaire, obispo de Stockton y presidente de la Conferencia Episcopal
Californiana.
   Un colectivo que se triplica. Este aumento tan
significativo tiene un protagonista clave: la inmigración latina. Miles de
personas que han abandonado sus países de origen en busca de un futuro
mejor pero que se mantienen fieles a sus raíces cristianas. Son los mismos
que se han manifestado en la calle durante semanas en protesta por la Ley
de Inmigración impulsada desde la Administración Bush y que, según el
informe, triplicarán su número en 35 años. En 1990 eran 22 millones; para
2025 se estima que en EE UU vivirán 66 millones de latinos. Y la Iglesia
notará, y mucho, este crecimiento. Según el informe de la CEC, para esa
fecha habrá más de 82,7 millones de católicos repartidos por los terrenos
del «Tío Sam». Dicho de otro modo: en 35 años, los cristianos que profesen
la fe de Roma crecerán cerca del 55 por ciento respecto a 1999. Esto ya ha
obligado a que las parroquias del país empiecen a adoptar medidas
pastorales enfocadas especialmente a este colectivo: misas en español,
programas de integración laboral, reparto de alimentos y ropa típicamente
suramericanos… todo un despliegue para que los recién llegados puedan
vivir su fe como en su país de origen. Eso sí, semejante aumento no sólo
afectará a los laicos pues, según el informe, también se espera que se
incremente el número de vocaciones. Algo que ya es toda una necesidad en
EE UU, si se tiene en cuenta que sólo en la diócesis de California, desde
1995 hasta 2004, los sacerdotes en activo descendieron en 202 ordenados.
   Riesgo de «fuga». Por eso no resulta extraño que los líderes del Episcopado
estadounidense vean la inmigración como un desafío de largo alcance. «Esto
es una bendición, sí, pero nuestro futuro no debe ocurrir por accidente,
porque ahora vengan más o menos inmigrantes, sino por un buen trabajo de
evangelización», afirmó monseñor Blaire. Y no conviene que se descuiden,
pues los datos también reflejan que las segundas y terceras generaciones
son más propensas a abandonar la fe de la Iglesia o a «fugarse» al
pentecostalismo, que realiza campañas de evangelización más agresivas y
que, por tratarse de comunidades más pequeñas, cuenta con más facilidad
para proporcionar puestos de trabajo en pequeños comercios familiares. Sea
como fuere, una cosa es segura: el futuro de la Iglesia norteamericana
pasa ya por la fe de los inmigrantes.
   

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