Calma y poca expectación en la reapertura de las fronteras de Ceuta y Melilla

A medianoche, los pasos fronterizos han vuelto a abrir después de dos años cerrados

La Razón, ANTONIO NAVARRO, 17-05-2022

Más policías y periodistas que curiosos y observadores. Es la escena apacible de la tarde de un caluroso lunes de mayo en el entorno de Bab Sebta, la Puerta de Ceuta, un lugar improbable que aspira a convertirse en centro de vacaciones para las clases medias marroquíes a unos pocos centenares de metros de la frontera entre Marruecos y la ciudad autónoma. «Está todo vacío, no hay nada que ver», advierte la Policía marroquí a pocas horas de la apertura –más simbólica que otra cosa– de la frontera del Tarajal, al igual que la de Beni Enzar, en Melilla, dos años, dos meses y dos días después de su cierre por razones sanitarias.

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A diferencia de lo ocurrido en este mismo lugar, extremo norte del municipio fronterizo de Fnideq, hace exactamente un año, cuando 10.000 jóvenes accedieron a territorio español gracias a la complicidad de las fuerzas de seguridad marroquíes, en estas horas previas a la reapertura todo el mundo parece conocerse al detalle cuáles serán las condiciones –de momento– de entrada.

Aunque la tranquilidad –y hasta la pasividad– reina en Castillejos, comercios remozados, nuevos apartamentos turísticos, la modernización de las infraestructuras fronterizas –desde el propio vallado hasta la carretera de acceso– y, por encima de todo, la creación de una flamante zona franca comercial en las afueras del municipio dan cuenta de que Marruecos ha hecho los deberes en estos dos años para preparar el nuevo escenario. «Esto está muy tranquilo. Yo vivo de los vecinos, pero soy de los pocos que soy de aquí y llegué de otro lugar de Marruecos y no dependo directamente de Ceuta, donde viven dos hermanos míos. Estamos esperando todos a ver qué pasa con Castillejos», relata a este periódico Ahmed, propietario de una modesta tienda de ultramarinos en un fluido español que aprendió de sus abuelos, militares del Ejército español en tiempos del Protectorado.

Del nuevo escenario que inquieta a Ahmed muchos son aún los detalles que restan por conocer a este y el otro lado de la frontera. De momento, desde la pasada medianoche, hay certeza de que sólo pueden entrar en Ceuta y Melilla desde Marruecos ciudadanos de la UE y aquellos autorizados a desplazarse por el espacio Schengen. A partir del 31 de mayo también podrán acceder «los trabajadores transfronterizos con Tarjeta de Identidad de extranjero en vigor, resguardo de solicitud de tarjeta o visado específico», según precisaba este sábado el BOE. A día de hoy apenas un exiguo grupo formado por unas doscientas personas cuenta con la documentación en regla, por lo que no se esperan precisamente aglomeraciones en las primeras horas.

La gran cuestión en el aire es si, una vez superada esta fase inicial, Ceuta y Melilla quedarán integradas definitivamente en el espacio Schengen poniéndose fin a la excepcionalidad de las dos ciudades autónomas, que permitía a los ciudadanos marroquíes de las provincias limítrofes (Tetuán y Nador respectivamente) acceder sin visado. El otro gran interrogante es si volverá la aduana comercial a Melilla y se instalará una Ceuta. A falta de más información oficial sobre la cuestión, las autoridades fronterizas y policiales de los dos países han protagonizado un curioso cruce de advertencias en los medios en las últimas horas: ni un yogurt español entrará a Marruecos, ni un tomate marroquí alcanzará suelo español. Pero estamos en el inicio de una nueva etapa de cooperación.

Más de dos años después del cierre de fronteras y transcurrido mucho tiempo ya desde el fin del contrabando, todos aquí parecen a la vez acostumbrados a la nueva realidad y como esperando algo que nadie sabe muy bien qué es y si algún día llegará. «Esta noche abren, ¿no? ¡Qué bien, gracias a nuestros reyes!», exclamaba ayer con optimismo nuestro taxista.

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