Afganos que huyeron de los talibanes se arriesgan a morir de frío en Calais

ONGs denuncian que las temperaturas extremas, los desalojos forzados y la reducción de fondos han creado una tormenta perfecta para los migrantes que intentan llegar a Reino Unido desde el norte de Francia

El Diario, Diane Taylor, 12-01-2022

Afganos que escaparon de los talibanes están en riesgo de morir congelados por las bajas temperaturas en Calais, según advierten las ONG. Hay personas que abandonaron el país después de la retirada de EEUU este verano que han comenzado a llegar al norte de Francia con la esperanza de alcanzar Reino Unido a través del Canal de la Mancha en pequeñas embarcaciones. Pero las organizaciones no gubernamentales han alertado que las condiciones se están deteriorando considerablemente, poniendo en peligro miles de vidas.

La combinación de temperaturas heladas, cada vez más desalojos forzados de los refugios por parte de la Policía y la reducción de fondos de las organizaciones sociales que trabajan en primera línea ha creado una tormenta perfecta, según las denuncian de activistas que ayudan a los migrantes.

Se han emprendido acciones legales contra los planes de la ministra británica del Interior, Priti Patel, de utilizar motos acuáticas para forzar el retroceso de los pequeños botes en medio del Canal. Según The Times, fuentes del Ministerio del Interior dicen que estas polémicas tácticas de devolución podrían emplearse por primera vez este mes.

Mientras que miles de personas fueron evacuadas en aviones desde Afganistán para ser puestas a salvo en Reino Unido y otros lugares de Europa cuando los talibanes tomaron el poder, muchas otras se vieron obligadas a emprender el mismo viaje por tierra y mar que las que huyen de la persecución en países como Sudán, Etiopía, Eritrea, Siria, Yemen y Somalia.

Decenas de desalojos y recortes en ayuda
Las organizaciones dicen que la Policía ha efectuado al menos 150 desalojos en el norte de Francia desde Navidad. La ONG Care4Calais ha informado de que algunos de los refugiados con los que trabajan han sufrido heridas por el gas lacrimógeno, las balas de goma y las porras empleados por la Policía francesa en los desalojos. Las autoridades galas han dicho que más de una decena de sus agentes han resultado heridos en ellos.

Las autoridades francesas han publicado listas cada vez más largas de carreteras donde las ONG no tienen permiso para entregar comida y otros productos básicos a los refugiados.

El fondo Choose Love suspendió a fines del año pasado su financiación de 600.000 libras esterlinas (720.000 euros) a organizaciones que suministran alimentos, agua, mantas y otro tipo de asistencia a los refugiados en el norte de Francia, y las entidades afectadas advirtieron que podrían verse obligadas a cerrar.

“La falta de certezas sobre los fondos futuros significa que deberemos racionar la cantidad de comida que distribuimos”, dice Louis Woodhead, facilitador que trabaja con Calais Food Collective. “La gente ya está expuesta a la brutalidad policial, a abusos de derechos humanos, y no cuenta con ninguna forma segura de solicitar asilo en Reino Unido. Ya es una crisis humanitaria, y si nos vemos obligados a recortar los servicios, la situación solo va a empeorar”, apunta.

“Hace un frío increíble”
Imogen Hardman, directora de operaciones de Care4Calais en el norte de Francia, explica que la situación es nefasta y que está empeorando: “El tiempo es horrible en este momento. Hace un frío increíble. Estamos intentando asegurar que la gente tenga acceso a tiendas de campaña, sacos de dormir, botas y ropa de abrigo. La Policía está desalojando cada 48 horas. Se están cortando árboles y despejando el terreno en muchos sitios, lo que significa que la gente no tiene refugio y el terreno se vuelve más fangoso”.

“Vemos un crecimiento de la comunidad afgana, gente que ha huido después de que los talibanes tomaran el poder y ahora ha llegado a Calais. Cada una de estas personas es un ser humano que ha experimentado cosas realmente horribles”, dice.

Yousef, de 15 años y procedente de Sudán, cuenta que suele dormir detrás del supermercado francés Auchan en Calais. “A veces tenemos una tienda de campaña si la Policía no se la lleva”, dice. “Si tenemos leña, cocinamos con cualquier cosa que encontremos, sobras o lo que sea. Usamos latas para cocinar porque la Policía se lleva las ollas que nos dan las organizaciones. Intento cruzar el Canal casi todas las noches. Si puedo llegar a Inglaterra, lo que más deseo es ir al colegio”, indica.

Traducción de Ignacio Rial Schies.

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