La tragedia del canal de la Mancha traslada a las costas británicas la crisis migratoria europea

El Gobierno de Johnson reclama patrullas conjuntas en las playas francesas mientras Macron pide al primer ministro británico “no instrumentalizar” políticamente el naufragio. Francia llama a una reunión con ministros de Alemania, Bélgica, Países Bajos, Reino Unido y la Comisión Europea en Calais

El País, RAFA DE MIGUELSILVIA AYUSO, 26-11-2021

Si los británicos llegaron a soñar en algún momento que el Brexit les aislaría de la crisis migratoria que asolaba al resto de Europa, la tragedia ocurrida este miércoles en aguas del canal de la Mancha ha sido la alarma que les ha despertado. Las cifras de este año —más de 25.000 personas interceptadas en el estrecho, frente a las menos de 500 de 2018— podrían desatar una tormenta política en el seno del Gobierno y del Partido Conservador. Las muertes de esta semana —27 migrantes, entre ellos tres menores y una mujer embarazada— han sido una “terrible sacudida” pero no una “sorpresa”, como admitía la ministra del Interior, Priti Patel. La tensión migratoria que impulsó el alejamiento del Reino Unido de las instituciones comunitarias ha acabado llegando a la costa del país. El Ejecutivo de Johnson ha reconocido, para su desesperación, que se enfrenta a una “crisis global” para la que no hay soluciones simples. París, mientras tanto, reclama una respuesta más amplia e implica a países vecinos en la búsqueda de soluciones.

En una conversación telefónica celebrada a última hora del miércoles, el presidente francés, Emmanuel Macron, recordó al primer ministro británico, Boris Johnson, la “responsabilidad compartida de Francia y Reino Unido” en materia migratoria, y le hizo saber que espera que “los británicos cooperen plenamente y que se abstengan de instrumentalizar una situación dramática con fines políticos”, según ha informado el Elíseo.

Macron ha reclamado además este jueves desde Zagreb “responsabilizar” a sus socios europeos y reforzar la cooperación con Bélgica, Países Bajos, Alemania, así como con los británicos y con la Comisión Europea. Poco después, el primer ministro, Jean Castex, anunciaba desde París la convocatoria de una reunión con los ministros del Interior de esos países en Calais el próximo domingo, que buscará “definir las vías y maneras de reforzar la cooperación policial, judicial y humanitaria necesarias para luchar mejor contra las redes de traficantes que actúan en los flujos migratorios”.

“Francia es un país de tránsito, nosotros luchamos contra esas redes de traficantes que se aprovechan de la desesperación, pero para ello debemos mejorar la cooperación europea”, ha insistido Macron, que ha recordado que para cuando los migrantes llegan “a la costa de la Mancha ya es demasiado tarde”. El peor naufragio en años en las aguas compartidas amenaza con volver a tensar las ya de por sí difíciles relaciones entre París y Londres.

Desde la Cámara de los Comunes en Londres, la ministra Patel reclamaba “un esfuerzo constante” y “la mayor cooperación posible entre todos los socios y agencias internacionales”. No era el día para echar más leña al fuego. En su comparecencia se ha ahorrado cualquier reproche a las autoridades francesas. Después de elogiar a Macron “por haber expresado su determinación de acabar con las malvadas bandas de traficantes de migrantes”, Patel confirmaba que había vuelto a ofrecer al ministro del Interior, Gérald Darmanin, la posibilidad de poner en marcha “patrullas conjuntas para evitar que [las personas] zarpen en una travesía tan peligrosa” y “agentes sobre el terreno” para asegurar las zonas de partida.

Por un acuerdo de 2003, la frontera británica regional está situada en la cercana costa francesa, cuyos agentes se ocupan de realizar la vigilancia con fondos aportados por Londres. El Gobierno de Johnson no deja de reprochar estos días el escaso provecho que se ha obtenido de los más de 60 millones de euros comprometidos con Francia el verano pasado para el refuerzo del control de fronteras. París no quiere ni oír hablar de patrullas conjuntas porque contempla esa medida como una invasión de su soberanía. “No estoy muy seguro de que los británicos aceptaran una solución a la inversa: es decir, al ejército francés patrullando sus costas”, ha dicho a la BBC el diputado de la Asamblea Nacional francesa Pierre-Henri Dumont, de la circunscripción de Calais.

El naufragio del miércoles ha dejado un saldo provisional de 27 fallecidos, entre ellos 17 hombres, siete mujeres y tres jóvenes, probablemente adolescentes (dos chicos y una chica de edad aún por precisar), según ha detallado la Fiscalía de Lille. Dos hombres aquejados de hipotermia —un somalí y un iraquí, según las primeras informaciones— lograron ser rescatados y su vida no corre peligro, agregó la Fiscalía, que ha abierto una investigación por “ayudar a ingresar y a residir de forma irregular, homicidio involuntario y asociación de malhechores”, según France Télévisions.

Durante la noche, además, fue arrestado un quinto hombre sospechoso de pertenecer a la red de tráfico de personas que habría organizado la mortal travesía marítima, según confirmó el ministro del Interior. El coche del último arrestado tenía una “matrícula alemana” y había comprado las zodiacs en el país germano. Un hecho que refuerza, según París, su tesis de que en la lucha contra la inmigración irregular y, sobre todo, contra las redes que organizan las travesías, requiere de la implicación de todos los países vecinos.

“Hay organizaciones criminales en Países Bajos, en Bélgica, en Alemania e Inglaterra”, ha recordado el ministro Darmanin. Ya la víspera, Macron había pedido “acelerar el desmantelamiento de las redes criminales” junto a esos países, así como un mayor esfuerzo de toda Europa, que debe aprobar un “refuerzo inmediato de los medios de Frontex en las fronteras exteriores de la UE” y, también, celebrar una “reunión de urgencia de los ministros europeos concernidos por el desafío migratorio”, dijo en un comunicado.

En lo que va de año, Francia asegura haber desmantelado 44 redes de traficantes, frente a 23 en 2020, y ha detenido a más de 1.500 traficantes a lo largo del litoral norte frente a la costa británica.

Tensión política en el Reino Unido
La crisis migratoria es una tragedia humana que, en el Reino Unido, ha acelerado una crisis política. Con la llegada del Brexit, el Gobierno de Johnson aprobó nuevas leyes de inmigración y mayores restricciones al proceso de solicitud de refugio y asilo. Era una de las promesas de los euroescépticos, take back control (recuperar el control), que aseguraban que, con el fin de la libertad de movimiento de personas de la UE, pondrían finalmente orden en las fronteras. El número de inmigrantes que llegan a las costas británicas no ha cesado de crecer, en ascensos exponenciales.

La facilidad para acceder al mercado negro laboral —mucho más en el Reino Unido que en otros países—; el idioma inglés; la presencia previa de familiares y la conflictividad en las regiones de origen —iraníes, iraquíes, sirios, sudaneses o eritreos— estimulan un flujo que no cesa. Las bandas criminales, que cobran más de 3.000 euros por pasaje, han visto un filón en el cruce del canal. Mucho más después de que el Brexit y la pandemia hayan complicado el paso por carretera de camiones desde Calais a Dover.

Patel ha sido durante mucho tiempo uno de los personajes más apreciados entre las filas conservadoras por la dureza de su discurso y el tono populista pero eficaz de sus proclamas contra la “inmigración descontrolada” y un “sistema roto de concesión de asilos” que resultaba demasiado garantista y generoso. La realidad es que, en 2021, se ha alcanzado la mayor cifra de asilos en trámite en los últimos 17 años —más de 67.00 peticiones nuevas, y más de 125.000 casos por resolver—, y los inmigrantes siguen cruzando el canal de la Mancha.

“Si la gente nos votó para que recuperáramos el control, tiene todo el derecho a preguntarse qué es lo que queremos hacer con ese control, si nos resulta imposible proteger la integridad de nuestras fronteras”, ha dicho John Hayes, ex secretario de Estado de Inmigración y hoy al frente de un grupo de diputados rebeldes. Johnson ha comenzado ya a dar señales de que se agota su paciencia con Patel, pero hasta el momento ha decidido preservar a la única ministra capaz de mantener un discurso agresivo en defensa de las fronteras que a él no le sale fácilmente. La tensión con Francia, sin embargo, agravada por la crisis de las licencias de pesca y el conflicto en torno al protocolo de Irlanda del Norte, ha hecho que las soflamas de Patel contra París ya no resulten tan aplaudidas ni jaleadas por Downing Street.

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