De Inglaterra y Puerto Rico a Lugo para asistir a jóvenes de la ciudad en riesgo de exclusión

El matrimonio de Lemuel y Rachel Feliciano llevan años trabajando con menores recién llegados a España o en centros de menores

La Voz de Galicia, Uxía Carrera Fernández UXÍA CARRERA LUGO / LA VOZ, 15-09-2021

Nacieron y se criaron en dos países casi antagónicos culturalmente, pero los unió el mismo cometido: auxiliar a los jóvenes en riesgo de exclusión. Lemuel Feliciano es un puertorriqueño afincado en Lugo desde hace años y la inglesa Rachel Feliciano, que adoptó su apellido cuando se casaron, lleva nueve en la ciudad amurallada. Ambos acudían a España con frecuencia para hacer voluntariado con diferentes asociaciones y ONG que trabajaban con niños. Coincidieron en el mismo en 1997 y decidieron compartir una vida juntos. Desde entonces colaboran con actividades de apoyo y a menores. Hace nueve años que se asentaron en Lugo y actualmente dan asistencia a un grupo de más de 30 jóvenes de la ciudad a los que, en ocasiones, también se unen personas de más puntos de la provincia.

Desde que pisó España por primera vez, Rachel supo que «este país tenía que ser mi casa». Primero residió durante un tiempo en Andalucía, pero tras conocer Lugo decidió instalarse aquí. La inglesa es la presidenta de la Asociación de Esclerosis Múltiple de Lugo, donde se asoció desde que le diagnosticaron la enfermedad. Además, tiene estudios de psicología. Antes de la irrupción de la pandemia, trabajaba en centros de menores y casas de familia privados de la provincia haciendo terapia con los jóvenes. «Son niños de los que su familia no puede hacerse cargo, que fueron problemáticos o que cometieron algún tipo de delito», explica. Para cada una de las situaciones, Rachel adapta su terapia. Recientemente estaba implantando la conocida como «dramaterapia», que consiste en sesiones terapéuticas a través de la práctica de teatro. «Es una técnica muy extendida en Inglaterra, pero en España apenas se emplea», cuenta, pero desde el primer confinamiento los centros de menores recortaron plazas de profesionales y Rachel paralizó su terapia. Ahora busca aplicarla en organizaciones de Lugo que trabajan con refugiados. «Creo que sería un gran reto por la variedad de idiomas».

Niños de «tercera cultura»

Lemuel es comunicador de profesión, aunque los derroteros de su vida laboral lo llevaron a trabajar en la empresa familiar. Ese empleo lo compaginaba con los voluntariados. Actualmente, en Lugo, se centra en ayudar a los jóvenes recién llegados a Galicia desde todas las partes del mundo para que no terminen siendo excluidos. «Emigrar en la adolescencia es muy duro. Mucho más que cuando eres un niño», explica. Él mismo es el ejemplo, cuando era pequeño, por la empresa de sus padres, vivió en varios países americanos. «Cuando nos mudamos a Estados Unidos sentí un desarraigo absoluto, no me sentía parte de lo que me rodeaba». La mezcla de culturas de diferentes países que vivió en su adolescencia lo convirtió en lo denominado como «niño de tercera cultura», que son los que pasan sus años de desarrollo en una cultura diferente a la de sus padres.

Eso mismo les pasa a numerosos menores que se mudan a España: «Llegan a Lugo y se siente fuera de lugar, lo que se ve más influenciado aun si su propia familia tiene orígenes de países distintos». Cuando se produce esta soledad en la adolescencia, los jóvenes «excluidos» se juntan entre ellos y se quedan aislados de la sociedad lucense. «Es importante que encuentren un apoyo entre ellos, pero también que consigan sentirse en casa a pesar de haber cambiado su vida a los 14 o 15 años», cuenta Feliciano. El trabajo del puertorriqueño buscar evitar que los jóvenes terminen rodeados de mala compañía o potencien una «actitud rebelde». «El voluntariado es muchas veces la asistencia social con la que no pueden contar». En las reuniones también participan profesionales como sexólogos, educadores o trabajadores sociales y psicólogos.

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