«No me avergüenzan las pateras, sino la política marroquí»

Mohamed El Gheryb lleva quince años en España, luchó por la primera regularización en 1991 y hace un mes obtuvo la nacionalidad

El Correo, 09-07-2006

Mohamed El Gheryb nació hace 37 años en un pueblo del norte de Marruecos, en la provincia de Tetuán. Estudió Derecho en su país y llegó a España hace 15 años para trabajar en la campaña de la naranja en Valencia. Quería ahorrar para cursar Cinematografía en Canadá. Una campaña lluviosa le impidió obtener el dinero necesario. Decidió quedarse en España. Contactó con organizaciones culturales, sociales y de cooperación. Fue uno de los promotores del primer proceso de regularización en nuestro país en 1991. Desde hace 13 años vive en La Rioja donde llegó para trabajar en el Centro de Atención al Inmigrante de UGT y desde 1994 preside Atime Rioja. Casado y padre de dos niños, Mohamed El Gheryb obtuvo la nacionalidad española el mes pasado.

– ¿Qué lleva a una persona a abandonar su país aún a riesgo de perder su vida?

– La situación de nuestros países es dramática en el sentido político, lo que lleva al económico y social. Allí no hay futuro. La sociedad africana es diferente a la de los países del primer mundo, es una sociedad joven, llena de esperanzas y se revela contra la situación que está viviendo. Los jóvenes buscan un futuro, saben las dificultades que van a encontrar, pero siempre dicen que es mejor aventurarse que quedarse quieto. Un factor muy influyente son los inmigrantes que están viviendo en Europa, su estatus ha mejorado, su divisa es la promotora de la economía. La forma de llegar a ese sueño es hacer esa travesía desértica o a través del Atlántico o el Estrecho.

– ¿Cómo fue su viaje?

– Llegué en el 89, con un billete como turista, cuando no se necesitaba el visado para entrar.

– ¿Por qué decidió venir a España?

– Tenía un primo en Valencia. Quería estudiar cine y me había matriculado en Canadá. Vine para trabajar en la campaña de la naranja y sacar algo de dinero para estudiar. Fue un año muy lluvioso, trabajaba pocos días y no pude ahorrar mucho. Hice amigos en el Ateneo Cultural de Torrent, conocí a un representante de Atime y empecé a trabajar en la organización. En tres meses me acostumbré a la independencia familiar.

– Cuando vino a La Rioja, ¿cómo se le acogió?

– La primera ciudad que uno conoce siempre marca. Valencia me ha marcado, allí regularicé mi situación e inicié la lucha para ayudarme y ayudar a los demás. Cuando llegué a La Rioja buscaba excusas cada semana para ir a Valencia. Los primeros años fueron difíciles. Aquí tenía una relación excelente con los compañeros de trabajo. Aquí se vive como en una familia, me recordaba a mi pueblo. Aquí me siento uno más, no me siento diferente.

– ¿Qué le queda en su pueblo?

– Mis padres, mis hermanos, mi abuela.

– ¿Suele ir a visitarlos?

– Una vez al año.

– Si le preguntan sobre las posibilidades de venir, ¿qué les dice?

– Que cada vez es más difícil porque hay más inmigrantes que antes. Intento sensibilizarles, no les intento convencer para que no vengan, es un derecho. Pero nunca les digo que voy a ayudarles. Comprendo a aquellas personas que vienen en patera. No lo aconsejo a nadie, pero estoy de acuerdo con lo que hacen y si estuviera en su carne también lo haría. Hay compañeros que se avergüenzan, yo no. A mí lo que me avergüenza es la situación política de nuestro país que lleva a la gente a buscar una vida mejor. Me avergüenza la situación del país y la colaboración que está teniendo de los países europeos que muchas veces es una colaboración de hipocresía, pero también hay intereses económicos grandes.

– ¿Las políticas de inmigración que tenemos son insuficientes?

– – Cuando vemos las encuestas del CIS, la inmigración es la tercera o cuarta preocupación de los españoles. Los políticos hacen a la inmigración insegura ante la sociedad con mensajes contradictorios. Todos los informes de estados, Unión Europea, ONU dicen que se necesita mano de obra. Pero antes de traerla necesitamos unas políticas serias de inmigración. El inmigrante siente que le están mirando con lupa, que no forma parte de la sociedad. Unión Europea, Gobierno español y comunidades autónomas han gastado una barbaridad de dinero en informes sobre inmigración que se han quedado en agua de borrajas. Antes de hacer un estudio se necesita una bolsa de trabajo para que nada más terminarlo vaya adelante. Un inmigrante para sentirse parte de esta sociedad necesita la confianza de la sociedad hacia él, una política coherente y honesta. Se necesita un acuerdo de Estado de todos los partidos políticos, entonces empezaríamos a hablar de la verdadera integración e igualdad.

Presencia municipal

– ¿Cuánto tardaremos en ver a un inmigrante en un Ayuntamiento de La Rioja?

– Depende de la sensibilización de las formaciones políticas de esta Comunidad y de su voluntad de hacer partícipes a esos ciudadanos que son como otros, hay que apostar. Eso enriquece tanto al partido como a la Comunidad.

– ¿Cómo ha cambiado la inmigración en estos quince años?

– La mayor inmigración que llega a este país no es en patera ni cayuco. La mayor parte de la inmigración llega por aviones, coches, autobuses, pero lo que más llama la atención es la patera, el cayuco o la escalera porque es un drama. Del 89 al 91 fueron años de expulsión masiva, ahora la mayoría de la inmigración es regular, tiene sus permisos de residencia. Tenemos una parte irregular y es necesario abrir procesos de regularización porque los procesos de expulsión no son fáciles.

– ¿Esos procesos son la solución?

– Son necesarios siempre y cuando haya un número elevado de inmigrantes irregulares dentro de la sociedad porque trabajan, pero no cotizan. Por eso es muy importante una política de acuerdos de Estado entre todos los partidos. Aquellos inmigrantes que llegaron hace un tiempo hoy forman parte de la economía. Tenemos una inmigración que se está nacionalizando cada vez más porque sabe que en sus países las cosas no están mejorando.

– ¿Cuál es el principal obstáculo que encuentra un inmigrante cuando llega a España?

– Antes era diferente, ahora siempre encuentra una puerta abierta en las organizaciones, tiene a sus familiares, centros de culto, no está tan solo. Aquí en La Rioja hay familias que casi tienen 70 miembros. Primero, la regularización es fundamental, segundo el tema del idioma.

– Hay personas que cuando vienen a España siguen manteniendo sus hábitos, ¿algunos chocan con los valores democráticos?

– La identidad cultural de una persona no tiene por qué ser una confrontación con las costumbres, cultura y religión de este país y si se da es por ignorancia de las dos partes. Que yo vaya a rezar a la mezquita no perjudica a la vecindad. En ningún momento las costumbres o tradiciones tienen que chocar, hay que respetar las normas, pero también hay que tener en cuenta que algunas cosas, dentro de las leyes españolas, se pueden cambiar.

– ¿Por ejemplo?

– – Cosas que no choquen con la estructura del Estado. Por ejemplo el menú de los colegios, las comunidades autónomas pueden exigir a las empresas de catering un menú multicultural. Eso en ningún momento va a dañar. Hay nuevas realidades y circunstancias y también las leyes tienen que adaptarse a esas nuevas circunstancias, siempre que no dañen la norma general del Estado.

– También puede ocurrir que algunas niñas decidan no ponerse el chador porque han crecido en esta sociedad ¿eso se respeta?

– Todas las familias tienen unas normas, acertadas o no, conforme a su religión y a su cultura. Las personas con el tiempo van cambiando y puede ser que esas niñas que con siete años llevaban velo cuando llegan a los 15 ó 16 no lo lleven. Eso está pasando. Cuando son niños hacen lo que sus padres creen conveniente, pero cuando van haciéndose mayores eligen el camino. Aquí en La Rioja pocas niñas y niños he visto con chador y chilaba. Cuando una mujer viene de Marruecos mantiene su costumbre, su tradición, pero con el tiempo va cambiando también, no porque lo que ve sea mejor, es una normalización.

– ¿Lograremos la integración?

– Siempre que nuestros políticos sean capaces de integrarse entre ellos.

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