Un cayuco con tres cadáveres a bordo alcanza las costas de la isla de Tenerife

ABC, 08-07-2006

C.CASTRO, P. ALCALÁ/L. DE VEGA CORRESPONSAL

SANTA CRUZ/RABAT. El océano Atlántico sigue mostrando estos días la cara más dramática de la emigración clandestina de los africanos hacia Europa. Ayer, y a ambos extremos de la ruta, seis cadáveres, tres a cada lado, ponían rostro a la más terrible de las consecuencias del intento por alcanzar el «paraíso».

Eran las nueve de la mañana cuando al puerto de Las Galletas, en la localidad de Arona, al sur de la isla de Tenerife, llegaba la embarcación en la que junto a otros 46 inmigrantes, viajaba el cadáver de tres varones subsaharianos, víctimas, según los primeros indicios, de las bajas temperaturas, la deshidratación, y contusiones producto de los golpes de mar, que provocaron otro herido más a bordo.

«Sabíamos que iba a venir en condiciones más complicadas de lo habitual por el estado del mar y el fuerte viento», explicó a ABC, Austin Taylor, portavoz de Cruz Roja, «pero no esperábamos a tres muertos». Y es que durante la madrugada, según indicó Salvamento Marítimo, los vientos, en dirección Nordeste alcanzaron fuerzas 5 y 6, lo que unido al oleaje, hace que las condiciones resulten «infranqueables para una pequeña embarcación».

La llegada a puerto significó «un jarro de agua fría», para unos voluntarios que, aunque acostumbrados a prestar atención a los más de 11.000 inmigrantes llegados este año a Canarias, no esperaban «una noticia así; la decepción nos embargó, porque lo que nos mantiene en pie es salvar vidas», relató el voluntario de Cruz Roja.

A bordo, sí pudieron auxiliar a cuatro menores, y a un quinto «sin papeles» en estado grave por hipotermia. Otros cinco más tuvieron que ser hospitalizados, cuatro de ellos con los mismos síntomas, y un quinto por fractura nasal. «Té caliente y mantas térmicas», remediaron la hipotermia leve de otros viajeros.

«El peor de los cayucos»

«En lo que va de año, han arribado 107 cayucos al sur de la isla y, sin lugar a dudas, este ha sido el peor», dijo Taylor, que añadió que éste se encontraba en un estado «lamentable». «La embarcación hacía aguas, no tenía ningún tipo de material de seguridad, hacían sus necesidades en cubos y luego las tiraban al mar y no tenían con qué cobijarse de las olas», recordó. Se estima que al menos han estado tres jornadas, y sus noches, en el mar.

En la costa africana, los cuerpos de tres subsaharianos, entre ellos un niño de menos de tres años, fueron hallados a merced de las olas por dos pesqueros frente a las costas de Bojador, en aguas del Sahara Occidental.

Los cadáveres aparecieron a más de cien kilómetros de donde dos días antes llegaron hasta 26 muertos arrastrados por el mar. El testimonio de los siete supervivientes ayudó a reconstruir el drama, pero en la gran mayoría de las ocasiones estas aventuras truncadas se quedan sin su correspondiente crónica de urgencia.

Se han hecho cálculos aproximativos de cuántos muertos yacen en el lecho marino. El último el de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, que estimaba en 3.000 los muertos en los últimos siete meses.

Cumbre en África

Esta y otras muchas organizaciones han criticado la manera en la que los gobiernos, sobre todo los europeos, están afrontando el problema de la emigración clandestina. Rabat acoge precisamente el lunes y martes de la semana que viene una gran cumbre en la que cerca de sesenta países de África y Europa abordarán este asunto.

Testimonio del miedo podrá dar también Fernando Quintela, periodista gráfico que hubo de recurrir a la Guardia Civil cuando a unas 35 millas de Nuadibú comenzaron los problemas a bordo del cayuco en que viajaba junto a 41 inmigrantes, realizando un reportaje para «El Mundo TV».

Por las noticias que llegan desde África, la disminución de llegadas no se debe sin embargo a que se produzcan menos salidas, lo que hace sospechar, dado que el mejor estado de la mar desde hace una semana una es la marejadilla, que el destino de los seis inmigrantes no sea una excepción.

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