Heroína: el regreso de la muerte

El Gobierno de Madrid constata un repunte del consumo en la capital

La Razón, 03-07-2006

Madrid – La expansión y el incremento de los cultivos de opio en Afganistán
ha encendido la luz de alarma en los países europeos ante un posible
rebrote del consumo de heroína, realidad en la que ya ha incidido la
delegada del Plan Nacional sobre Drogas, Carmen Moya, al anunciar que,
junto al elevado consumo de cannabis y cocaína en nuestro país, «el
consumo de heroína puede verse incrementado».
   En la
comunidad de Madrid ya se han experimentado cambios. El director de la
Agencia Antidroga de la capital, Manuel Molina, asegura que el fenómeno de
la inmigración procedente de los países orientales ya ha provocado «un
ligero repunte» del consumo de heroína: «Estamos preocupados porque con el
incremento de los cultivos en Afganistán tratarán de colocar esa mercancía
a unos precios más económicos». Además, Molina destaca que otro peligro
añadido es que la heroína se está mezclando con la cocaína y se está
tomando fumada e inhalada, y no por vía intravenosa: «Existe el riesgo de
que los consumidores de cocaína empiecen a mezclarla con heroína y si hay
una gran producción, abaratan precios y un gran interés de los
narcotraficantes de colocar esa mercancía hay que estar muy alerta».
   Heroinómanos chechenos. En los años pasados se produjo un descenso de
heroinómanos en la comunidad de Madrid, situación que ha cambiado, ya que
se ha registrado «un estancamiento» producido, según Molina, por «la
llegada de inmigrantes procedentes de la Europa del Este, de países como
Rumanía, y también de Chechenia, heroinómanos que se engancharon a esa
sustancia cuando estaban en las guerrillas para afrontar la guerra con
menor crudeza».
   El sociólogo Fernando Conde Gutiérrez destaca
que «en la actualidad se habla muy poco de la heroína, pero el problema no
ha pasado y podría resurgir en cuatro o cinco años». A su parecer, la
imagen que existe de la drogodependencia en España se ha basado en los
últimos 20 y 30 años en la heroína y, en la ultima época, ha habido un
desplazamiento hacia las drogas lúdicas, como la cocaína o las drogas
químicas, un cambio de imagen sobre las drogas en la que la heroína ha
pasado a ser invisible: «La figura del heroinómano sigue existiendo aunque
no sea tan central en la imagen pública, y sigue habiendo un grupo que no
está en los programas de metadona y que se enfrenta a los mismos problemas
de exclusión que hace 15 años».
   Por otra parte,
explica el sociólogo, la referencia de la letalidad de esta droga se
empieza a perder: «Desde 1985 a 1995, muchos heroinómanos murieron por el
sida, algo que ha producido que generaciones que hoy tienen entre 25 y 35
años hayan visto como en sus barrios morían vecinos, amigos, compañeros y
familiares cercanos por la heroína. Esas mismas generaciones frenaron el
consumo de heroína y las orientaron hacia otras drogas, sin embargo, los
chavales que hoy tienen entre 8 y 16 años no tienen presente la figura del
heroinómano en sus vidas». Si además – matiza el experto – en ese entorno
hay una oferta de heroína, unido a los nuevos problemas sociales de
desestructuración familiar o cambios culturales en algunos grupos de
inmigrantes, «el caldo de cultivo del consumo está sembrado».    
   La Junta internacional de fiscalización de estupefacientes (JIFE) revela
que casi la totalidad de la heroína que se trafica en los mercados
ilegales europeos procede de Afganistán. La demanda anual europea se sitúa
en unas 170 toneladas.
   Los datos de la ONU indican que la producción
de heroína ha recuperado las cifras existentes antes del conflicto de
Afganistán, con una producción potencial estimada en 500 toneladas. Las
cifras que maneja la ONU son preocupantes dado que el cultivo de amapolas
en este país ha pasado de las 80.000 hectáreas en 2003 a las 131.000 en
2004.
   En el mundo existen 15,2 millones de consumidores de heroína.
España, con un 0,5 por ciento en la tasa de prevalencia tiene, junto a
otros países occidentales, una de las menores incidencias, una situación
que corre el riesgo de cambiar.
   

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