Una cadena de dimisiones en la Policía intenta calmar los ánimos de Minneapolis

Los fuertes despliegues de seguridad no logran frenar las protestas por la muerte de un afroamericano a manos de una agente que se confundió de arma

Diario Vasco, MERCEDES GALLEGO Corresponsal. Nueva York, 14-04-2021

Las bengalas volvieron a iluminar la noche de Minneapolis, los gases lacrimógenos enturbiaron el aire y el ulular de las sirenas retumbó entre los comercios apuntalados. Nada de lo que dijo el jefe de policía la víspera durante la conferencia de prensa en la que trató de explicar el asesinato de Daunte Wright logró calmar los ánimos, al contrario. Su conclusión de que fue «accidental» los incendió aún más.

«He amado cada minuto de este trabajo, pero por el bien de la comunidad y de mis compañeros es mejor que dimita», concluyó este martes Kathrene Drive, la veterana mujer policía de 48 años, con 29 de uniforme, que protagoniza el último incidente de brutalidad policial. Tras ella fue despedido el jefe de policía de Brooklyn Center Tim Gannon, que hizo público a una velocidad récord el vídeo que muestra la detención en una vulgar parada de tráfico, en la que se le detuvo al detectarse posteriormente que tenía pendiente una cita judicial pendiente.

«¡Teaser, teaser!», se le oye gritar a Drive cuando el joven de 20 años se escurre de vuelta al vehículo. Lo que disparó no fue la pistola de descargas eléctricas, sino la de mano, con la que le metió una bala mortal en el pecho a corta distancia.

Una policía confunde su pistola con el arma eléctrica y mata a un afroamericano en Minneapolis
Una policía confunde su pistola con el arma eléctrica y mata a un afroamericano en Minneapolis
MERCEDES GALLEGO
Su novia le mostró el cadáver a su madre con el teléfono. Katie Wright estaba al habla con su hijo cuando lo paró la policía porque llevaba «algo extraño» colgando del retrovisor (un ambientador). La mujer siguió llamando sin descanso hasta que la novia del chico contestó. «Me dijo que le habían disparado y me mostró el cuerpo inerte en el asiento», contó bañada en lágrimas en la vigilia del lunes por la noche. «Esa fue la última vez que lo vi, nadie me ha dado más información».

Nevaba en Minneapolis, pese a ser una noche caliente. La madre pedía calma pero demandaba justicia y que su hijo no caiga en el olvido. «Quiero que sepan que él era mucho más que esto», insistía. Ni la fuerza de 2.000 soldados de la Guardia Nacional desplegados, ni el más de medio centenar de detenidos logró impedir que se repitieran las manifestaciones, los saqueos y los misiles de latas de refrescos congeladas que cayeron sobre algunos policías. A pocos kilómetros la fiscalía ha terminado de presentar el caso contra el agente que mató a George Floyd, tan abrumador que a la defensa le está costando desmontarlo. Si lo consigue, Dereck Chauvin podría salir libre, pero a Minneapolis lo engullirán las llamas de la ira.

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