«Douglas ya ha encontrado su lugar»

Un total de 35 niños migrantes participan en el proyecto de integración de SOS Racismo con universitarios guipuzcoanos

Diario Vasco, PATRICIA RODRÍGUEZ, 14-04-2021

María Arrieta y Douglas Matamoro se conocieron hace dos años en Donostia. Él, un niño de 10 años tímido y atento, vino de Honduras para reunirse con su madre y comenzar una nueva vida. Por delante, el reto de integrarse en su nuevo mundo con una «mochila» cargada de vínculos emocionales rotos. María, estudiante de Psicología, siempre quiso hacer un proyecto de voluntariado. Entonces sus vidas se encontraron gracias al proyecto ‘Urretxindorra’, un programa de mentoría social puesto en marcha por SOS Racismo Gipuzkoa en 2014 y en el que jóvenes estudiantes, de 18 a 30 años, ayudan a niños migrantes para favorecer su integración. Este curso han participado un grupo de 35 menores residentes en Donostia, Errenteria, Urnieta, Tolosa y Hernani, y la mayoría procedentes de Latinoamérica, además de Ucrania, China, Mongolia y el Magreb.

Cada mentor acompaña semanalmente durante un curso escolar a un niño en riesgo de exclusión de entre 10 y 14 años para que conozca diferentes espacios de la ciudad, lugares de ocio, de diversión, deporte, y realizar diferentes actividades juntos. Así es como se creó el vínculo tan especial entre María y Douglas. Esta universitaria de 21 años y vecina de Elgoibar recuerda que el primer día que hicieron las presentaciones «estaba muy nerviosa y con muchos miedos porque no sabía si era lo que se esperaba, si conectaría con él y tendríamos esa afinidad… pero todo fue muy fluido». Es su segundo año como voluntaria en este proyecto, que considera «una gran oportunidad». «Para niños como Douglas, que vienen al País Vasco sin saber el idioma, sin amigos y sin conocer el pueblo, el ayudar a que aquí se sientan a gusto me parece una idea muy bonita que ni se me había pasado por la cabeza», señala.

«He hecho muchos amigos, también he conocido muchos lugares y hablo euskera»
INTEGRACIÓN

«María le ha ayudado a entender la vida aquí, cómo son las amistades… ha sido un gran apoyo»
CAMBIO

Según explica la técnico de SOS Racismo Gipuzkoa, Loira Manzini, «la mayoría son niños que vivían en su país de origen, cuyas madres habían migrado antes y a los tres o incluso diez años consiguen reagruparse. Vienen aquí dejando atrás sus amistades y después de tanto tiempo sin ver a sus madres regresan con ellas, pero casi no tienen vínculos, apenas las conocen. La mochila que cargan es muy pesada, además del choque cultural y lingüístico, tienen que lidiar entre dos identidades, suelen tener problemas para relacionarse con otros niños, sufren acoso escolar… Suelen venir con un problema de autoestima muy fuerte y todo eso repercute en sus posibilidades de inclusión». Por eso para Douglas, tener a María como figura de referencia, su «confidente», le hizo sentirse como en casa. «Fuimos al Aquarium, al museo de la ciencia, a la playa y nos gusta mucho ir al Txuri a patinar, porque ninguno de los dos sabíamos y lo poco que aprendimos, lo hemos hecho juntos», cuenta esta joven, que ha notado «un gran cambio» en Douglas, a quien le «encanta» Donostia y aunque extraña Honduras, cree que aquí «encaja». Al principio «era un niño muy tímido, no hablaba mucho y aunque eche de menos cosas de allá, sé que aquí está muy a gusto», dice María. «Ha hecho muchos amigos en poco tiempo. Cuando llegó al País Vasco estaba un poco desubicado y tenía la presión de hacerlo todo como los demás querían para encajar y agradar. Y ahora es él mismo, creo que ha encontrado su lugar. Espero haberle ayudado en ese camino». Cynthia Hernández, su madre, no lo pone en duda. «Mi hijo antes era muy cohibido y el cambio ha sido impresionante, se ha soltado un montón. María le ha ayudado a entender la vida aquí, cómo son las amistades… Ha sido un gran apoyo emocional».

Según explica la técnico de SOS Racismo Gipuzkoa, «detectamos la falta de expectativas futuras en estos niños y por eso el perfil de los mentores son personas entre 18 y 30 años que estudian en la Universidad o cursan un grado superior, porque ver que esas personas están estudiando, muchas veces despierta expectativas en estos niños; hacerles ver que pueden seguir más allá de la ESO».

El proyecto Urretxindorra ha formado parte en el estudio ‘Applying Mentoring’ llevado a cabo por investigadores de cinco universidades españolas y según los resultados publicados ayer, la salud mental y emocional de las personas migradas mejora gracias a la mentoría social.

«Estos niños llegan con grandes problemas de autoestima»
Desde que en 2014 se pusiera en marcha el proyecto Urretxindorra han participado cerca de 200 niños migrantes en situación de vulnerabilidad. «Detectamos que había unas necesidades de acompañamiento y apoyo en estos niños. Vienen con una mochila cargada de vivencias, con grandes problemas de autoestima, que influyen en su bienestar o su inclusión social y la mayoría no tiene un espacio de ocio saludable o ni siquiera la posibilidad de disfrutar del ocio», señala Manzini, que insiste en que este proyecto no se centra en el refuerzo académico ni en enseñar. «Precisamente uno de los objetivos es que estos niños identifiquen qué les gusta y motivarles» a través de los mentores.

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