«Tememos que pueda morir alguien»

Inmigrantes, voluntarios y miembros de la ONG encargada del centro catalogan lo ocurrido la mañana del martes en Las Raíces como una «pesadilla».

Canarias 7, José Luis Reina, 07-04-2021

Preocupación en el día posterior al suceso de mayor gravedad que ha experimentado Las Raíces desde que se habilitara como centro de acogida para inmigrantes. Como si fuera una escena tras una agotadora batalla, los inmigrantes continúan con su monótona rutina, con lo acontecido el martes por la mañana como tema principal de conversación.

Fue una situación violenta, límite, desoladora. Un conflicto que se originó la noche anterior a la hora de cenar entre dos grupos de internos, unos de origen magrebí y otros de origen subsahariano. Esa noche, en el comedor, este grupo de jóvenes tuvo el primer enfrentamiento, que lograron apaciguar pero no olvidar. Al día siguiente, el martes por la mañana, se retomó la reyerta, pero esta vez pasó de disputa verbal a batalla campal. Palos, piedras, platos y todo lo que tenían a mano sirvió como armamento para los implicados, que aumentaron sus efectivos a medida que transcurría la pelea.

El personal de seguridad del centro, incapaz de controlar la situación, alertó rápidamente a la Policía Nacional, que acudió a Las Raíces sin saber que la situación eran tan violenta. Una vez allí, la Unidad de Intervención Policial tuvo que utilizar pelotas de goma y realizar cargas contra el grupo de jóvenes para poder controlar la situación. Unas diez personas resultaron heridas de diversa consideración, siendo trasladadas al hospital y al centro de salud tanto por las ambulancias como por los voluntarios que están presentes en el día a día del centro. Roberto Mesa es uno de ellos, y vivió en primera persona lo acontecido. «Tememos que vuelva a pasar cualquier cosa y pueda morir alguien. Da la sensación que están buscando que se genere algún muerto, porque nadie hace nada», afirma tajante Mesa. En el interior del centro hay unas 1.700 personas y en el campamento de protesta exterior hay 50. Además, según denuncia Roberto Mesa, «en el centro hay más de 50 menores, algo que es ilegal. Acabo de hablar con uno de ellos y está muy asustado». También denuncia la presencia de menores en el campamento de Las Canteras, en La Laguna. «Todo lo malo que pueden hacer las autoridades responsables lo están haciendo. Sigue sin haber psicólogos, ni asistencia jurídica», apunta Mesa, que afirma que los inmigrantes «viven aquí sin ningún objetivo ni motivación, solo se dedican a ver pasar las horas sin nada mejor que hacer, sin poder salir a sus destinos. Esto ocasiona mucha frustración y mucha tensión».

Numerosos vídeos publicados en redes sociales y grabados por los propios inmigrantes se viralizaron rápidamente. En ellos, además de la intervención de la Policía Nacional, se veía restos de sangre en el interior del centro, donde fueron atendidos algunos heridos. Fue el último episodio de una historia cada vez más difícil de gestionar. Además de los problemas con la comida, los motivos de los conflictos son diversos. Diferentes culturas, idiomas y costumbres de los internos se unen a la desesperación por querer salir de la isla. El hambre, el amplio número de personas en el mismo recinto, y el limbo en el que se encuentran fomentan episodios de tensión casi «diarios», como destaca una trabajadora de la ONG encargada de la gestión del campamento.

Por otro lado, ayer el Juzgado de Instrucción número 4 de La Laguna, en funciones de guardia, ordenó el ingreso en prisión preventiva incondicional y comunicada de 5 inmigrantes marroquíes detenidos el pasado lunes en el campamento de Las Raíces. Se les imputa la comisión de presuntos delitos de lesiones, riña tumultuaria, desórdenes públicos y atentado a agente de la autoridad.

En opinión de Louelia Mint, abogada experta en extranjería y que asesora a los inmigrantes del campamento, «hay que poner el foco en lo importante, que es la situación de bloqueo en la que se encuentran estas personas». Para Mint, «la asistencia jurídica llega de forma escasa, están atrapados, a pesar de tener derecho a la libertad de circulación, y encima nadie pone los medios para explicarles la situación». Todo esto, «unido a la escasez de comida y de personal, hace que al final la cuerda se tense y exploten los ánimos». Este conflicto, «entre senegaleses y marroquíes, en cierto modo es comprensible, pero no se puede justificar en ningún momento las agresiones sufridas». La abogada se queda con que «estas dos nacionalidades hoy se han entendido y se han dado un abrazo».

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)