Los clubes de alterne exigen derechos

El Mundo, 29-06-2006

Prostitución. Más de un centenar de empresarios reclaman al Ayuntamiento y a la Comunidad la regulación de la oferta de sexo. Han preparado una campaña para lavar su imagen y proteger a las mujeres que trabajan «voluntariamente» en sus locales Tony El Cubano, 36 años en el negocio del alterne, cuenta con que dos veces a la semana tiene a la policía en los dos locales que regenta en Madrid. «No falla desde hace dos años, cuando empezaron a hostigarnos. Entran como los hombres de Harrelson, como si fuéramos delincuentes, ¡yo he visto cómo metían hasta una linterna en la vagina de una de las mujeres buscando drogas! Pero ni ellas ni los empresarios hacemos nada ilegal».


El relato de Tony – pelo rizado, gafas de sol y escorpión de oro colgada al cuello – tiene un coro de asentimientos de cinco colegas alrededor. Porque la revelación sobre el día a día en el interior de estos locales emerge como una reivindicación de tranquilidad, de exigencia de derechos para ellos y las mujeres que trabajan en sus negocios. Todos son empresarios asociados a Catteleia (en total un centenar), con la voluntad de «hablar contigo de prostitución», lema éste de una campaña que han iniciado para limpiar su imagen y reclamar la regularización de este oficio.


«Siempre se ve la parte mala, la de las mafias que explotan a las mujeres, que existen, pero no es ésa la realidad de los clubes de alterne. Las mujeres que trabajan en nuestros negocios lo hacen voluntariamente, entran y salen cuando quieren y nosotros no participamos en sus negociaciones con los clientes. A nosotros nos interesa que el cliente tome copas. El resto es cosa suya», proclama el presidente de la asociación Jesús Ferreiro. «Y lo que pedimos son derechos y obligaciones para ellas».


Cualquiera diría que son una ONG, pero no. Se presentan como una solución para las prostitutas que no quieren ejercer en la calle ni abandonar esta forma de ganarse la vida. Aunque reconocen que no sólo ellas ganarían con el respaldo legal: «Acabaría el hostigamiento policial al que nos someten, amparándose en cuestiones administrativas».


¿Cómo lograrlo? «Equiparando este oficio con el resto de los trabajos, mediante una regulación consensuada con Ayuntamiento, Comunidad, agentes sociales, partidos políticos, jueces, diputados, senadores y asociaciones de mujeres». Ellos, dicen, ya se han dirigido a sus portavoces, pero «todos tienen las agendas muy complicadas. Eso los que nos han contestado, claro, como Ruiz – Gallardón, que nos dijo que trasladaba la cuestión a su concejala Ana Botella».


No tienen fácil convencerla de su postura, dadas las tesis de la edil al respecto. Por mucho que le cuenten que ellas «ganarían en seguridad y salud». Por mucho que le demuestren que ellas «negocian sus tarifas» (cobran 60 euros por un completo y ellos 20 por alquilarles un reservado 45 minutos, además de lo que sacan por cada copa que anima la charla previa al sexo). Por mucho que le hagan llegar testimonios como el de Sofía, una colombiana, 35 años, que ejerce la prostitución en locales similares a los de Tony El Cubano. «Las que trabajamos en estos locales lo hacemos porque queremos, cada una tiene sus motivos, pero es una decisión nuestra».


Igual que Emma, una rumana de 38 años con cuatro idiomas, que, después de buscar otros trabajos, consigue así alimentar 12 bocas en Transilvania: «A esas personas que nos critican yo les diría que sé muy bien lo que hago, es simplemente que he encontrado un trabajo en el que gano más dinero que en uno normal». Lo mismo que mueve a Verónica, una ucraniana de 28 años, a viajar cada cierto tiempo desde Israel, sin que su marido sepa que viene a Madrid para reunir una buena cantidad en poco tiempo que le permita despreocuparse durante meses de enviar ayuda a su familia.


Y ayuda es lo que también ofrecen los empresarios de clubes de alterne: si hay regulación, ellos donarán un porcentaje de sus beneficios para programas de apoyo social a sus trabajadoras.

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