Críticas Literarias 'El lunes nos querrán' de Najat el Hachmi (Editorial Destino)

EL HACHMI Y EL SEXISMO ISLÁMICO En la obra que ganó el Nadal, la autora hispanomarroquí denuncia el 'heteropatriarcado' musulmán

Diario Vasco, IÑAKI EZKERRA , 05-03-2021

La denuncia decidida y efectiva del sometimiento de la mujer en la cultura musulmana no es solo una asignatura pendiente de los países islámicos sino también de los sectores más progresistas de la sociedad occidental e incluso de un feminismo que no alza la voz contra el sexismo teocrático que sí alza, en cambio, contra los rasgos que puedan pervivir en Europa de eso que llaman ‘cultura heteropatriarcal’. Como es, asimismo, una asignatura pendiente de nuestras propias democracias, que en teoría combaten la denominada ‘violencia de género’, pero a la vez toleran, en su suelo, guetos en los que el inmigrante islamista logra hacer valer los prejuicios que tiene y los abusos que ejerce contra la mujer en sus lugares de procedencia. Ello se hace, paradójicamente, en nombre de la libertad, la igualdad, el pluralismo, el rechazo al racismo y el respeto a la idiosincrasia de la inmigración, como lúcidamente expuso el politólogo italiano Giovanni Sartori al distinguir el multietnicismo, que debe ser defendido, del multiculturalismo, que es indefendible cuando una cultura alberga tradiciones y valores contrarios a la legalidad democrática y a los mismos derechos humanos.

‘EL LUNES NOS QUERRÁN’
Autora Najat el Hachmi
Editorial Destino
Páginas 300
Precio 20,90 euros
En este contexto hay que situar ‘El lunes nos querrán’, la nueva entrega narrativa de la escritora Najat El Hachmi, quien nació en la población marroquí de Beni Sidel en 1979 y se trasladó, siguiendo la ruta de su familia, al municipio de Vic a la edad de ocho años. La novela, reconocida con el premio Nadal, es una literal, detenida y explícita denuncia de la ausencia de igualdad, libertad y dignidad que sufren las mujeres en el medio islámico. Su protagonista y a la vez narradora, que coincide, inevitablemente, en muchos aspectos biográficos con la autora, ha sido una clásica víctima de ese trato discriminatorio tanto en el Marruecos que constituye su país de origen como en España y en la comunidad en la que prosiguió su vida.

La novela es en realidad una larga carta que esa mujer, ya adulta, dirige a su mejor amiga, otra hija de inmigrantes a la que conoció en la adolescencia y que le abrió un mundo nuevo porque era más desinhibida que ella y pertenecía a una familia de costumbres más relajadas. Con esa fórmula epistolar, va desarrollándose todo el material narrativo del libro y desplegándose la historia de esas dos mujeres. En el texto novelesco, la primera persona del singular cede a veces el paso a la del plural para referirse a ambas o da el salto a la segunda persona para dirigirse a su interlocutora e incluso a la tercera para aludir a otros personajes que han formado parte de sus vidas y, así, ensanchar los corsés del estricto monólogo.

Sin duda, uno de los logros del libro reside en que no cae ni en el panfleto ideológico ni en la habitual y artificial receta de la corrección política, sin complejidades y para consumo facilón de lectores biempensantes. No estamos ante una fría enumeración de injusticias abstractas sino ante una novela en todo el sentido del término, que convierte en sutilmente eficaz la denuncia de estas a través de la narración y la descripción de lo cotidiano. Las formas de dominio que sufren esas mujeres le suenan al lector a verdad porque no le resultan del todo ajenas a su cultura sino genuinamente reconocibles. Esto es lo que hace la novela de Najat El Hachmi inapelable. A poco que mire al pasado de nuestro país, ese lector reconoce como menos lejanos de lo que quisiera a esos padres que prohíben a la hija que estudie, se maquille, salga a la calle, trabaje, suba al coche de un hombre y elija al chico con el que casarse o perder la virginidad.

A lo largo de 300 páginas, el texto, que también se muestra crítico con la sociedad occidental, deja ver cómo las dos amigas pagan un caro precio por su independencia y cómo viven duramente la experiencia del matrimonio, de la maternidad o de la ruptura con un entorno familiar y religioso cada vez más fanatizado; cómo la ilusión por ser libres y por la llegada de ese «lunes en el que sean queridas» se mezcla con la sombra de esa culpa que las hace más contradictorias, más reales y más humanas.

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