PAPIROFLEXIA

Los héroes no llegan en patera

Y acusan a los medios de «blanquear» a la inmigración por contar casos como el de Munir

Canarias 7, ALBERTO ARTILES CASTELLANO , 25-02-2021

Munir Jalal no dudó en jugarse la vida para salvar a una mujer británica de morir ahogada. Llegó hace nueve meses en patera a las islas, y su único deseo es tener un empleo, según contó a mis compañeros de la redacción de Lanzarote. Este acto de valentía y generosidad sin embargo desencadenó de nuevo una oleada de comentarios negativos en las redes sociales por el origen del protagonista. Hubo señales de gratitud, algunos incluso piden que se regularice su situación y un trabajo digno para Munir, pero la mayoría de los comentarios desprecian su acto y lo estigmatizan por su origen. También acusan a los medios, a este en concreto, de pretender «blanquear» a la inmigración ilegal. Como si el blanco fuese sinónimo de bondad y el negro, de lo contrario. Sin escala de grises.

Los profesionales de la comunicación tenemos que hacer autocrítica con algunos titulares también. Enfatizar la procedencia de un delincuente para buscar mayor impacto solo señala y multiplica el odio. Pocos se quedan simplemente con el hecho, la mayoría escanea la nacionalidad de los jóvenes para acusar y generalizar con una violencia verbal que estremece. Tenemos también malos ejemplos domésticos, pero el delito si lo hace un canario genera menos ruido o, en algunos casos, hasta se justifica.

El problema es que se ha aceptado la idea de que «los inmigrantes tienden a delinquir más que el resto» como si de una verdad absoluta se tratase, relacionando a la inmigración con prejuicios. Tampoco se aceptan las costumbres del extranjero, las de los pobres claro, y se demoniza cualquier incidente protagonizado por un migrante. «Los moros vienen a violar a nuestras mujeres», es uno de los comentarios más recurrentes. Pero hay otros clásicos que se repiten como mantras. «El gobierno les paga todo y los de aquí, sin trabajo». «Si yo voy a su país tengo que respetar su cultura, que respeten ellos la nuestra cuando vienen». «Yo no soy racista, pero los inmigrantes nos están invadiendo». Estas son algunas de las expresiones más repetidas en las redes sociales, donde a diario aflora lo peor de nosotros.

Pero el odio no solo se concentra en Internet. Las redes visibilizan el problema, dan eco a un pensamiento de la calle. Más en épocas de crisis como la presente, cuando hay que pintar al enemigo. El discurso del odio en el debate político y en la esfera pública se ha expandido por la red, y eso ha provocado que el odio al inmigrante se haya normalizado. Y ni una heroicidad como la de Munir sirve para desmentirlo.

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