PRIMERA PLANA

Una ciudad desesperada

El caldo de cultivo idóneo para que avive la xenofobia. La gestación de un caladero de votos para la ultraderecha

Canarias 7, RAFAEL ÁLVAREZ GIL Las Palmas de Gran Canaria, 27-01-2021

Las Palmas de Gran Canaria vive en la desazón permanente de las noticias (y también la desinformación interesada) a cuenta de peleas y altercados. La inseguridad ciudadana se palpa. Crece a pasos agigantados la inquietud en las calles. No hay tarde que no circule un vídeo por los teléfonos móviles que atestigüe la última riña a puñetazo limpio o portadores de navajas en los barrios capitalinos. Porque la seguridad entiende de clases sociales. Y no hace falta ser marxista para asumir que las estructuras sociales pesan, y que los más desfavorecidos son tradicionalmente los que padecen las inclemencias de los tiempos tumultuosos y las turbas. La primera línea de trinchera.

Las Palmas de Gran Canaria, por obra y gracia de la Delegación del Gobierno, se ha convertido en el decorado de ‘Canción triste de Hill Street’ (1981); aquella mítica serie de televisión ambientada en la cotidianidad tan humana de una comisaría neoyorquina que afrontaba los estragos ochenteros de la gran ciudad. «Tengan cuidado ahí fuera», decía el sargento Phil Esterhaus a sus agentes antes de que saliesen a patrullar. Algo así sienten de un tiempo a esta parte las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, trabajando a destajo y apaciguando cada noche al llegar a casa los temores de su familia que aguarda que no les ocurra nada. Mientras tanto, un helicóptero sobrevuele Siete Palmas y alrededores para contener la odisea del caos que se otea.

¿Cómo Anselmo Pestana no advirtió con operatividad consecuente lo que sobrevendría a son de la inmigración irregular? La realidad es que contó con información privilegiada, dado el cargo, con suma antelación. Y en vez de concienciarse de la magnitud y dimensión de la problemática para implicar a Madrid desde el primer instante, optó por un extraño silencio a la vez que trataba de instrumentalizar los edificios de titularidad municipal y autonómica para cubrir las lagunas del poder central ante una competencia netamente suya. Meses dilapidados en los que progresivamente fueron arribando más cayucos y pateras. ¿Cuál fue entonces la reacción? Tirar de la planta alojativa turística desatando la indignación del empresariado, originar tiranteces dentro del Pacto de las Flores y causar zozobra en el Sur justo cuando el desempleo aumenta y los ERTE tan solo anestesian la economía sin presagiar ningún retorno a la normalidad de antaño.

Ahora el problema se ha extendido a Las Palmas de Gran Canaria donde Augusto Hidalgo se suma a la lista de Conchi Narváez y Onalia Bueno. La hábil jugada improvisada de la regidora moganera de flotar las guaguas desde el muelle de Arguineguín hasta la plaza de La Feria tan solo fue un primer aviso. Fue una tarde impactante en la que relució un vacío institucional sin precedentes recientes. La sociedad canaria afronta, cuando menos, un semestre muy adverso de pobreza y desempleo. El caldo de cultivo idóneo para que avive la xenofobia. La gestación de un caladero de votos para la ultraderecha. Cuando asistamos al dislate de que Santiago Abascal sobreactúe como supuesto valedor de las islas, el diagnóstico es preocupante. Hay errores que salen caros.

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