España, a la cabeza de la UE en inmigración por la ruta canaria

Las llegadas irregulares al archipiélago aumentaron el año pasado un 756%

La Vanguardia, JOAQUÍN VERA , 08-01-2021

La inmigración irregular aumentó un 30% en el pasado año en España, situándose como la principal puerta de entrada a Europa, por delante de Italia y Grecia. Estos datos suponen un jarro de agua fría para el Ministerio del Interior, que el pasado año se congratuló de haber reducido un 50% las entradas irregulares respecto al 2018, debido, en gran medida, al control de las fronteras terrestres con la colaboración de Marruecos.

Los datos del 2020 –consolidados esta semana por el Ministerio que dirige Fernando Grande-Marlaska– reflejan la clara reactivación de la ruta canaria tras la gran presión de fronteras en el mar Mediterráneo. De los 41.861 inmigrantes irregulares que llegaron el pasado año a España, 40.106 lo hicieron por vía marítima. Y en concreto, 23.023 arribaron a las costas de Canarias, lo que supone un 756% más con respecto al año anterior. El archipiélago canario no vivía tal intensidad de pateras en sus playas desde que en el 2006 llegaron más de 31.000 personas en la bautizada como crisis de los cayucos .

En el 2020 cruzaron de manera irregular las fronteras de Ceuta y Melilla un 72% menos de migrantes
Estas cifras contrastan con las llegadas a Ceuta y Melilla durante el mismo periodo de tiempo. Si en el 2019 pasaron la frontera terrestre a las ciudades autonómicas 6.346 personas –de las que se tuvo constancia–, en el 2020 lo hicieron 1.755 inmigrantes, un 72,3% menos. Un descenso equivalente a la vía marítima –pese a que es mucho menos afluente–, que supuso en Ceuta un 34% menos y en Melilla un 95% menos: de 898 migrantes a tan solo 43.
La ruta canaria lleva años siendo un espacio de flujo migratorio con más o menos volumen. Para explicar la reactivación de esta basta con fijarse en las cifras de años anteriores: en el 2018 se registraron 2.168 llegadas irregulares, en el 2016, poco más de 600, y en el 2012, solo 173. La mayoría de ellos son de origen magrebí, seguidos de inmigrantes procedentes de Mali y Senegal.

“Cuando se cierra una ruta, se pone en marcha otra, y esto deben tenerlo en cuenta los gestores de políticas migratorias”, explican a La Vanguardia desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Y añaden: “Las salidas son cada vez más difíciles, más costosas y más peligrosas. En resumen, se comprueba que cuando se blinda una frontera, una ruta más peligrosa se abre”.

Así, España supera, según datos de las Naciones Unidas, a Italia en número de entradas irregulares en el país en el pasado año (34.133) y a Grecia (15.533), que en el 2019 fue la principal puerta de entrada en Europa con 59.726 inmigrantes por vía marítima. Las fuentes consultadas explican que cuando se cerró la ruta griega, la presión migratoria se tras­ladó a Italia y posteriormente a España. Es lo mismo que ha sucedido entre Ceuta y Melilla y Canarias, donde –tras un diciembre que dio una especie de tregua– esperan 7.000 inmigrantes en hoteles de las islas para ser realo­jados en seis campamentos que prepara el Gobierno central.

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