Un hombre asesina de catorce puñaladas a su pareja en pleno centro de Madrid

Varios vecinos ecuatorianos que presenciaron el crimen lograron detener al

La Razón, 24-06-2006

Madrid – Los vecinos de la Plaza María Soledad Torres Acosta, de donde
parte la calle de la Luna, en el distrito Centro, llevaban largo tiempo
llamando la atención sobre el deterioro de las condiciones de vida en su
barrio. Prostitución, droga y continuas reyertas justo a la espalda de la
opulenta Gran Vía. Su último intento había sido un vídeo documental de
tres minutos en el que reflejaban el proceso de degradación.
   La
tragedia ha venido a darles la razón de modo expeditivo. Ayer, pasadas las
siete de la tarde, Manuel Córdoba G.C., un hombre español de 45 años,
asesinó a Vicky, de nacionalidad ucraniana y 35 años, al parecer por
motivos sentimentales. No menos de 14 puñaladas, en cuello, cara , brazos
y tórax, acabaron con la vida de la mujer. Los esfuerzos de los efectivos
de emergencias, que la encontraron en parada cardiorrespiratoria, fueron
inútiles.
   Detenido por los testigos. Tras su horrible crimen,
Manuel intentó salir del lugar, pero cuatro hombres ecuatorianos, testigos
presenciales del asesinato, consiguieron detenerlo. Uno de ellos, contaba
cómo lo rodearon: «Cuando vio que no podía escapar, tiró el cuchillo. Y
ahí le empezamos a dar». Pronto llegó la policía, que detuvo al individuo
y comprobó que tiene antecedentes por robo con violencia . Lo demás es una
sobredosis de información dispar. La mujer, según todos los testimonios,
trabajaba como prostituta en la zona, y quien más quien menos reconoce que
tenía vínculos sentimentales con quien acabó matándola. Ella se encontraba
bebiendo cerveza – «le gustaba demasiado tomar a los dos», declaraba un
testigo – en el quiosco cerrado que ocupa el centro de la plaza, cuando
llegó él y, tras una breve discusión, sacó un cuchillo de cocina de
grandes dimensiones y la apuñaló.
   «La primera le dió en el
cuello», comenta el mismo hombre que colaboró en la detención, sin poder
evitar que las lágrimas asomen. El móvil exacto, sin embargo, no está
claro. Muchos afirman que fue una cuestión de celos. De hecho, varias
mujeres increparon poco después de la muerte a otra mujer, española, a la
que acusaban de haber incitado a José al asesinato. Ella se defendía y
afirmaba que el criminal, amigo suyo, lo hizo porque la ucraniana le había
robado 150 euros. «El la quería mucho, pero lo había traicionado»,
afirmaba ante periodistas y cámaras cuando la avalancha de recriminaciones
se le vino encima y decidió irse. Tampoco coincide la voz del barrio en
definir al asesino. Para unos, era un tipo tranquilo que no daba
problemas. Para otros, un drogadicto y un peleón. Hay quien afirma,
incluso, que ya había estado en la cárcel por matar a su mujer.
   «No hay derecho a hacerle esto a una persona. Algunos, cuando se enteran de
que era una chica de la calle le quitan importancia… ¡Por Dios!, era
una mujer como todas nosotras», dice Libertad, una de las vecinas que
denunciaron la situación del barrio. «Los comercios cierran, y la gente
mayor evita el lugar. Yo porque ya estoy curada de espantos», comenta, «a
ver esto tenían que venir Aguirre y Gallardón».
   

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