Venezuela

Liberados en Trinidad y Tobago los 16 niños lanzados a alta mar

El grupo permanecerá en aislamiento en unos habitáculos del Ministerio de Justicia para cumplir con el aislamiento por el Covid-19

El Mundo, Daniel Lozano, 27-11-2020

Un juez trinitario ordenó ayer la liberación de los 16 niños y menores y las nueve mujeres que permanecían encarcelados en la comisaría de Erin tras protagonizar una odisea sólo posible en Venezuela. El grupo permanecerá en aislamiento en unos habitáculos del Ministerio de Justicia para cumplir con el aislamiento forzado por el Covid-19 como paso previo a la reunificación familiar por mandamiento judicial. Los abogados defensores movilizados por la Agencia de Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR) consiguieron poner punto y seguido al sufrimiento de niños y mujeres.

El relato de los protagonistas es sobrecogedor, incluso cuando tras la deriva en el mar lograron regresar al territorio de Trinidad y Tobago. “Nos agarraron en la playa nuevamente y nos hicieron el mismo procedimiento. Estamos todos en una misma celda, 24 personas. Esta señora no ha parado de llorar por el dolor en la columna. Esta niña tiene malestar de estómago, aquella bebé tiene fiebre y su mamá dolor de vientre. Este bebé no ha parado de llorar porque quiere tetero (biberón). Este bebé tiene una tos inmensa y la señora se encuentra vomitando”. El “dantesco” vídeo grabado dentro de la celda por una de las mujeres, hecho público en redes sociales, constató hasta qué punto llegaron las autoridades del país caribeño, acérrimo aliado de Nicolás Maduro, en su maltrato hacia los emigrantes venezolanos hasta la intervención judicial.

La mayoría de los niños llegó hasta la isla en busca de sus padres porque sus enfermedades no pueden ser tratadas en Venezuela por la falta de medicinas y equipos médicos.

Atrás quedan cuatro días plenos de angustia vividos también por buena parte del país, que ha asistido tan conmovido como indignado al periplo iniciado el domingo, cuando las autoridades de Trinidad y Tobago decidieron lanzar al mar a los niños y las mujeres a bordo embarcaciones frágiles. La deportación puso en peligro la vida de todos ellos, que navegaron a la deriva hasta llegar a la costa de Delta Amacuro.

En la playa recibieron la ayuda de pobladores hasta que otra embarcación pagada por sus familiares en Trinidad les trasladó otra vez hasta la isla, en donde fueron nuevamente capturados. “Nos encontramos actualmente bajo el último asalto, utilizando personas anónimas y sin rostro armadas con niños inocentes para tratar de obligarnos a aceptar su comprensión del estatuto de refugiado”, intentó disculparse el primer ministro, Keith Rowley, quien desvió todas sus culpas hacia la Organización de Estados Americanos (OEA) y EEUU. Estas dos islas caribeñas fueron beneficiadas durante años con los fondos que Caracas repartía a través de PetroCaribe.

La cancillería venezolana, feroz en su trato contra cualquier país o iniciativa que sea considerada una “injerencia” contra el poder absoluto de la revolución, se despachó con un complaciente comunicado tras cuatro días de peripecias. Maduro se conforma con una “necesaria reunión de trabajo para discutir sobre movilidad humana” con sus aliados.

En cambio, desde el Parlamento democrático y la presidencia encargada se alertó a la comunidad internacional y se ordenó una investigación.

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