Hace unos pocos días, Kultur Elkartea acogió un acto organizado por Debako Talde Feminista. En ese acto se proyectó un documental ‘Malen Etxea, Zaintzaren esklabo’ dirigido por Maitane Subijana y protagonizado por Luz, Jessica y Mina. El cortometraje de una duración de alrededor de 15 minutos muestra la situación de las mujeres inmigrantes que trabajan en tareas de cuidado de personas en el País Vasco. Después del coloquio se procedió a la presentación de la revista ‘Cuidadoras’, que recopila la experiencia de 14 cuidadoras inmigrantes en la comarca del Bajo Deba.

Las primeras páginas de la revista cuentan la condición de las mujeres (y hombres) inmigrantes que trabajan como cuidadoras (y cuidadores), en Deba y en la comarca del Bajo Deba, está frente a nuestros ojos, pero de ello no se habla y queda invisibilizada. Parece no ser prioritario para nuestras instituciones y la ‘excusa’, obviamente’ es la Ley de extranjería y con ella «no se puede hacer nada». ¿Excusa o será que algo sí se puede hacer desde los municipios?, se preguntan desde estas asociaciones.

«La Ley de extranjería marca unas condiciones perversas y hace que esas mujeres (y hombres) se encuentren en un círculo vicioso del por un lado: empadronamiento sí, pero no tienes papeles de residencia, sin residencia, no puedes tener un contrato laboral, sin papeles y sin contrato, no puedo darte trabajo; y, por otra parte: mi trabajo va ser en negro, precario y de máxima explotación, sin condiciones de reivindicar derechos laborales y hasta precario en derechos humanos, sólo me cabe aguantar, y lo hago porque mi familia lo necesita», citan en la revista.

Explotación y precariedad son parte de la historia de la humanidad, pero porque en nuestras historias personales y peor en las de generaciones anteriores, suframos o hayamos sufrido esa situación de explotación, no puede llevar a justificar, en lo más mínimo, la condición de la población inmigrante como el ‘ahora les toca a ellas (y ellos)’. Para conocer de primera mano, lo que piensan de sus condiciones laborales y de vida, han entrevistado a trece cuidadoras y un cuidador de la comarca del Bajo Deba. Las experiencias son diversas, entre situaciones que son denunciables, a otras en las que se reconoce que hay un buen tratoy «reconocen nuestro trabajo y lo valoran», dicen. Al lector o lectora, seguro habrá palabras que gusten y otras que no. En este pequeño trabajo, en ningún caso aparecen los nombres de las personas entrevistadas ni sus empleadores.

«El objetivo de la revista es visibilizar una Ley de extranjería, perversa, que deja en un mínimo de derechos a miles de personas que llegan a nuestra sociedad y unas condiciones de precariedad y explotación, que, aunque no son las únicas, sí sitúa a la población inmigrante en una condición más adversa que a la población autóctona» se comenta en la revista. La revista está escrita en castellano y en euskera.

Entre las hojas de las que está compuesta esta revista recopila una serie de datos. El sector de los servicios domésticos está creciendo. Ya son 30.000 las personas ocupadas en este sector en Euskadi, 5.000 en Gipuzkoa y su actividad supone el 0.85% del IPB vasco. En la Comunidad Autónoma Vasca, el 95% de este tipo de empleados son mujeres y más de la mitad de ellas de fuera de la Unión Europea. Predominan las latinoamericanas (75%) y las procedentes de Rumania (11%). Casi el 56% de ellas envía dinero a sus lugares de origen.

Los datos de Deba dicen que, en 2019 había 38 cuidadoras reconocidas por los servicios municipales: 20 de origen latinoamericano, 1 de Rumania, 1 ucraniana, 2 marroquís, 1 paquistani y 13 autóctonas. En septiembre del 2020 había 24 cuidadoras trabajando en el municipio debarra: 21 de origen latinoamericano, una marroquí, una paquistani y una rumana. Las autóctonas son 9 cuidadoras.