Vidas amenazadas

En sus países de origen eran activistas políticos y sociales que luchaban por cambiar las cosas. Pero la fuerza de sus ideas poco podía hacer frente a las armas. Un grupo de refugiados en Málaga cuentan sus vivencias

Diario Sur, 19-06-2006

LA familia, carreras políticas brillantes, trabajo, amigos… Todo quedó atrás. Sus vidas estaban en peligro. Su único pecado: pensar de manera distinta a la doctrina del poder establecido. Mañana martes, 20 de junio, se celebra el Día Internacional del Refugiado. Una jornada para acercarse a la realidad que viven miles de personas en España, y a la que Málaga no es ajena.



ANGÉLICA Y TEÓFILO

Colombia

«Sólo me dijeron: O te vas o te matamos»



Aseguran sentirse «campesinos por tradición y políticos por causa». La pareja oculta sus verdaderos nombres y sus rostros por miedo a los sicarios que trabajan para los paramilitares, también en España. Resume la situación económica de su país con una sencilla frase: «Se acabó el café y el algodón, y con ellos el jornal para los agricultores». Durante años la familia ayuda a encontrar empleo a sus convecinos, y su lucha en favor de los jornaleros lleva a Teófilo a ser muy popular en su pueblo, hasta el punto de alzarlo como candidato a la Alcaldía. Ello despierta las iras de los responsables del partido en el gobierno. Asegura que recibió una primera amenaza de muerte del propio regidor, que no tomó muy en serio. «No puedes seguir en la política o te matarán», me dijo. Pero poco después comenzaron las visitas. «El alcalde solo es un títere en manos de los paramilitares. La primera vez nos volvieron a amenazar, pero en la segunda incluso nos golpearon. Tres semanas después abandonamos Colombia con lo puesto». En su huida lo dejaron todo atrás para iniciar una nueva vida en España.

Desde ese momento la situación ha ido a peor. Teófilo recuerda con emoción contenida episodios muy duros, vividos ya en la distancia, como la noticia del asesinato de dos familiares y las amenazas que han llevado a huir a otros familiares y a refugiarse en casas de conocidos. «En Colombia hemos llegado a la insensibilidad social. Ya la acción de un sicario no llama la atención. Te matan y las autoridades, en lugar de investigarlo, buscan una justificación, como que la víctima era drogadicto o un ladrón. Hay una impunidad total». En este punto interrumpe Angélica: «Mi primer marido murió asesinado en mis brazos de cuatro disparos».

Aunque su petición de asilo está en trámite, no prevén la posibilidad de volver a casa. «No podemos. Cada día tememos por la vida incluso de nuestros familiares que quedaron allí». Tras siete meses, Teófilo ha logrado un permiso laboral y trabaja como camarero. Al volver a casa, sueña que ya han logrado el asilo político, y con la posibilidad de reunir en España a varios de sus hijos, que aún viven bajo el yugo de la violencia .

ELINE PAUL SAINT HILAIRE

Haití

«Los líderes populares son eliminados»



A veces su mente viaja, retorna a su pasado, a una vida en la que apenas podía salir a la calle, ni denunciar las atrocidades que veía. Lo recuerda con una mezcla de miedo y remordimiento. «No es justo hablar por teléfono un día y que al siguiente la otra persona esté muerta. En Haití nunca hay tranquilidad, sino una constante guerra fría». Suspira. Eline, de 48 años, era coordinadora del grupo femenino Acción Demócrata (AD). En 2000 fue candidata a la magistratura de la provincia de Cavaillon por el partido PADEMH. A su vez, trabajaba como educadora con grupos de mujeres.

El pasado noviembre ella y su compañero, también político de profesión, acuden a un congreso en Oviedo y durante este viaje reciben la noticia del asesinato de varios miembros de su familia y de su partido. Entonces, solicitan asilo político. «El gobierno de transición preparaba la llegada del actual presidente. Se producen eliminaciones selectivas de líderes populares, asesinados o desaparecidos. Eddy Moise (pareja de Eline), era la pieza clave del único grupo que podía hacer frente al actual gobierno», narra.

Recala entonces en Málaga, en las instalaciones con que cuenta la Comisión de Ayuda al Refugiado en la capital. Desde hace seis meses está a la espera de que se resuelva su solicitud, periodo durante el que la ley le impide trabajar, algo que critica. «Tengo un hijo que vive con una amiga en la isla. Mi vida está a salvo pero mi familia tiene muchas necesidades. No es fácil dejarlo todo para empezar de cero a los 48 años».

La activista haitiana llama la atención sobre la situación de la mujer en su país. «No tienen voz. Muchas son viudas, sus maridos han sido asesinados por el gobierno de transición. Desde la caída de Aristide la situación empeora día tras día. No tienen alimentos para dar de comer a los niños y no pueden ir a la escuela». Por ello, reclama que el Gobierno español les tenga en cuenta y les ayude a denunciar esta situación. También hizo un llamamiento a la unión de otras mujeres que se encuentren en su situación.

ISMAEL FREDERICK

Haití

«Utilizan a los jóvenes en la guerra y luego los asesinan»

De casta le viene al galgo. Ismael, 29 años, habla con orgullo de su padres, Emmanuel Frederick, quien fue uno de los líderes más jóvenes del Partido Comunista haitiano, expulsado del país en 1977 por el gobierno del dictador Duvalier. Habla un perfecto español, gracias a sus estudios en República Dominicana. Además, su madre es de esta nacionalidad. Es el coordinador general de ADJ (Acción Democrática Juvenil) y de la Asociación para el Desarrollo Intelectual y Cultural (ADIC).

Su labor social se centraba en la sensibilización de los más jóvenes, para evitar que entraran en el conflicto armado, impartiendo talleres y charlas por todo el país. Estudió Lenguas Modernas en la universidad, y también se expresa correctamente en inglés, francés y criollo. «Los jóvenes están manipulados por fuerzas oscuras y se van a la capital, Puerto Príncipe, para entrar en el conflicto. Los utilizan y luego los asesinan para evitar que Haití tenga memoria de su historia».

Durante una estancia en España por estudios tuvo noticia de que se estaban produciendo asesinatos selectivos de disidentes y pidió asilo. Ahora ayuda como voluntario en la Comisión (durante el primer periodo de seis meses de estancia no puede trabajar) pero asegura que sigue con la misma energía. Actúa como intérprete para sus compañeros en la Comisaría y ante las instituciones, e imparte talleres en los centros de reforma de menores. «Les digo que tienen que sacar provecho por estar en un país desarrollado. La trampa es la cárcel, y la droga». También está siguiendo desde España con su labor de ayuda a los jóvenes haitianos, a través de la asociación malagueña Vivre. Entre otras tareas se ocupa de buscar becas de estudio para que puedan ir a la escuela.

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