El fracaso del «Refugees Welcome»

España recibió 1.359 de los 9.323 que fijó la UE para 2015-2017, la cifra más baja de Europa que también incumplió su parte Se ignora en qué comunidad acabaron los inmigrantes. «El Gobierno improvisó según las plazas libres», dicen las ONG

ABC, M. J. Álvarez, 29-09-2020

Dos de agosto de 2015. La imagen del cadáver de un niño ahogado en una playa de Turquía da la vuelta al mundo. Se llamaba Aylan Kurdi, tenía 3 años, era Sirio y murió al naufragar la patera en la que viajaba con destino a las costas de Grecia. Su madre y su hermano jamás llegaron. Solo logró su objetivo su padre. La tragedia desveló las dimensiones de la crisis humanitaria que vivían miles de personas que huían, en su caso, una guerra que aún perdura, por estar en peligro su vida o por persecuciones por motivos políticos religiosos o de raza en busca de protección internacional.

La denominada crisis de los refugiados provocó que en 2015 más de un millón de personas esperaran a que se abrieran las fronteras de la UE para solicitar el estatuto de asilo y refugio debido a su situación. Esperaban, hacinadas, en los dos países que constituían el final del primer tramo de su camino. La mayoría iban a Grecia. Procedían de Asia: Siria, Irán, Irak y Afganistán. A Italia llegaban desde África desde Somalía, Eritrea, Nigeria, Níger…

Como telón de fondo, en la Comisión Europea se estaba fraguando un acuerdo sobre política migratoria , impulsado por Alemania y Francia, con el fin de organizar los flujos ante una oleada que obligaba a llevar todo el peso los países fronterizos con el Mediterráneo: Grecia e Italia. No fue fácil, pero al final se logró en el marco de la Agenda Europea de Migraciones. Se selló el 22 de septiembre. El compromiso consistía en «reubicar», así se definió el término, a 160.000 personas de los dos países citados para aliviar la presión que sufrían y distribuirlos por distintos países de la UE en un periodo de dos años: desde septiembre de 2015 hasta septiembre de 2017.

Se establecieron unos cupos en función de parámetros como el PIB, la población, tasa de desempleo, etc. A España le correspondieron 15.888. De los compromisos europeos se excluyeron a los ciudadanos afganos, egipcios, marroquíes, entre otras nacionalidades. ¿La causa? Se consideran reubicables las nacionalidades cuyo umbral de reconocimiento de protección internacional supera el 75% en el conjunto de la UE.

El plante de Hungría rebajó la cifra global a 106.000, al descontar las 54.000 personas de su cuota, por lo que nuestro país debía reubicar 9.323 almas. P ero solo llegaron 1.359: 235, de Italia y 1.124, de Grecia, la cifra más baja de Europa. Un 14,54% de lo previsto, frente al 61% de media del resto de la UE.

Al margen de la política de cuotas, otros 1.433 solicitantes de protección internacional fueron «reasentados» en España, un sistema existente desde hace tiempo que se plasma en el plan nacional que tiene que aprobar el Consejo de Ministros. En este caso, los «reasentados» son sujetos que están en terceros países, fronterizos con los suyos. Nuestro país acordó con la Comisión Europea en mayo de 2015 albergar a 1.449 inmigrantes de una estimación de 30.000 para la UE en el periodo 207-2017. De los que vinieron, 993 procedían del Líbano y 440 de Turquía. Esta vez, sí se alcanzó lo pactado: el grado de cumplimiento fue del 98%. Entre reubicados y reasentados, España acogió a 2.792 personas, gran parte de ellas de origen sirio, el 26%, mientras que la UE, el 47,6%.

¿Qué fue de ellos?
¿Adónde fueron? ¿Cómo se distribuyeron por las Comunidades Autónomas? ¿Qué ha sido de ellos? Las fuentes oficiales consultadas Interior y Secretaría de Estado de Migraciones no han podido ofrecer información sobre su destino después de su llegada. El sistema establece que, tras ser acogidos en primera instancia en dispositivos de ayuntamientos o entidades sociales, son derivados a alguna de las 9.000 plazas existentes para asilados en pisos o en centros, en su mayoría, gestionados por ONG. Ahí, les dispensan asesoramiento, apoyo legal, laboral y, en función de su situación económica, una prestación a cargo de fondos europeos.

A muchos se les acaba perdiendo la pista, ya que a los seis meses de estancia, obtienen el permiso de residencia, lo que les permite trabajar si hallan un empleo mientras se tramita su expediente, que puede tardar año y medio en ser aceptado o denegado. Interior aduce que en el caso de los reasentamientos sí se registran las peticiones de asilo a la llegada si bien después desconocen qué región les acoge. «No hubo una organización previa, el gobierno distribuía a los refugiados sobre la marcha, según iban llegando, en función de los puestos disponibles», explica Nuria Díaz, portavoz de Cear. Su entidad atendió a 453 personas en situación de protección internacional: 180 reubicadas y 255 reasentadas.

La pancarta en Cibeles estuvo casi tres años
Fachada del Ayuntamiento de Madrid en septiembre de 2016
Fachada del Ayuntamiento de Madrid en septiembre de 2016 – EFE
Las muertes en los naufragios y las filas de personas agolpadas, desesperadas, en la frontera de Hungría, puerta de entrada a la UE desde la ruta de Macedonia, seguían copando los medios de comunicación, mientras la oleada de solidaridad se sucedía en forma de protestas en la calle. El 7 de septiembre de 2016 el Ayuntamiento de Madrid, gobernado por Manuela Carmena, colgó una enorme pancarta en lo alto de su sede, el Palacio de Cibeles, con el lema «Refugees Welcome», mientras arreciaban las críticas hacia el gobierno de Mariano Rajoy por su escasa sensibilidad y respuesta a este asunto. Prevista para ondear, al menos, una semana, estuvo casi tres años, hasta la llegada del PP al Gobierno local. Se retiró el 28 de junio de 2019 y fue sustituida por la enseña nacional.

Condena del Supremo
Mientras Bruselas había reprochado a España en diciembre de 2016 su falta de compromiso en la acogida de refugiados, una sentencia del Tribunal Supremo condenó en julio de 2018 a España por incumplir de forma parcial la tramitación administrativa del procedimiento de asilo y refugio de su cuota de refugiados procedentes de Italia y de Grecia (los 9.323), al considerar que es de carácter vinculante y obligatorio. El fallo, instaba a que el Estado materializara su compromiso. La Abogacía del Estado recurrió y adujo que no sabía «dónde estaban esas personas». El fallo fue revocado en febrero de 2019 por inejecutable y porque había dejado de estar en vigor lo acordado.

«Había dificultades para localizarlas y/o identificarlas, además, las cuotas establecidas por la UE respondían a unas expectativas de llegadas de inmigrantes que no se produjeron, lo que hizo que todas las cifras fueran inferiores a la previstas», indicó el Gobierno de Pedro Sánchez en una respuesta parlamentaria en junio de 2019 a Cs. Por su parte, desde Interior precisan que de los traslados dependian de la puesta en marcha «puntos calientes» desde dode se debían los ejecutar los traslados. Agregan que en enero de 2016 solo funcionaban tres.

«Soluciones a largo plazo»
«Europa debe dar una solución a largo plazo. Hay que armonizar la política de asilo y refugio repartiendo responsabilidades. No puede ser que algunos países como Hungría Rumanía o Eslovaquia no lo acepten», recalca María Jesús Vidal, portavoz de Acnur. «No puede repetirse el fracaso de 2015 y tener a personas vulnerables en campamentos, con sacos y tiendas de campaña como en Moira. Hay que evitar que personas en riesgo vayan de un país a otro, caigan en manos de mafias y acaben dejándose la vida en el fondo del mar».

Desde Cear, Díaz, subrayan que en el plan de cupos falló uno de los principios fundacionales de la UE: el de solidaridad entre los estados, que provoca que la gente sufra y muera. «Las situaciones graves requieren una respuesta inmediata. De lo contrario, se agrava la vulnerabilidad; la lentitud del proceso provocó que muchas personas tomaran otros destinos, desesperados, o se fueran porque cambiaron sus circunstancias».

Filas de sirios esperan autorización para tomar un tren y cruzar la frontera entre Macedonia y Grecia rumbo a la frontera húngara en septiembre de 2015
Filas de sirios esperan autorización para tomar un tren y cruzar la frontera entre Macedonia y Grecia rumbo a la frontera húngara en septiembre de 2015 – EFE
Ambas depositaron sus esperanzas en el Pacto sobre Migración y Asilo, pendiente de aprobación en la UE y que se dio a conocer el pasado miércoles. «Es una oportunidad perdida para establecer criterios de solidaridad entre los estados. Pone el foco en medidas para facilitar el retorno, la externalización de fronteras y la expulsión, en lugar de en el reparto y en la acogida. Los países que se niegan a acoger a inmigrantes han vuelto a ganar la batalla, facilitándoles un menú a la carta», dicen desde Cear. Desde Acnur, reclaman «un auténtico enfoque común y de principios para las políticas europeas de migración y asilo para que no sigamos dejando en la cuneta a miles de refugiados».

Auge de la xenofobia
Precisamente, la canciller alemana, Angela Merkel, en cuyo país viven unos 1,3 millones de personas con distintos estatus jurídicos de protección, expresó unos días antes de que se diera a conocer el pacto su decepción al considerar fracasada la política de inmigración europea. Lamentó que el resto de Europa tenga las mismas ideas sobre este asunto que la extrema derecha. Y es que la presencia de los asilados e inmigrantes económicos está provocando un incremento de la xenofobia, lo que unido a la crisis, constituyen un peligroso caldo de cultivo. No parecen ser buenos tiempos para el «Refugees Welcome».

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