Zaporeak sigue al pie del cañón pese a la «drástica situación» en Lesbos

El confinamiento de la población griega dificulta la labor de la organización guipuzcoana que se ha propuesto seguir repartiendo las 1.500 comidas diarias a los colectivos más vulnerables del campo de refugiados de Moria

Diario Vasco, ESTRELLA VALLEJO, 25-03-2020

El coronavirus sigue poniendo en jaque al mundo, y mientras tanto, las islas griegas donde hay cerca de 50.000 personas malviviendo en los distintos campos de refugiados parecen estar esquivando el virus pero no su impacto. Lesbos alberga el mayor campo de Europa donde más de 20.000 personas viven hacinadas, la mayoría en tiendas de campaña. Si el covid-19 empezara a serpentear entre esas calles de tierra improvisadas, sin apenas espacio entre unos y otros, el resultado sería devastador.

La ONG guipuzcoana Zaporeak que se encarga desde hace un año de alimentar a 1.500 personas del campo de Moria teme que ese momento pueda llegar desde el minuto uno. Hace semanas que dos familias fueron sacadas del campo por presentar síntomas similares al coronavirus, pero por suerte los resultados fueron negativos.

Ahora un nuevo escenario comienza. Y es de todo menos halagüeño. «Cada día la situación en las islas griegas es más precaria», denuncia la ONG guipuzcoana Zaporeak que permanece en Lesbos. Esta isla que se ha ganado el título de albergar el mayor campo de refugiados de toda Europa, se llama Moria y allí viven hacinados más 20.000 refugiados. «Los refugiados ahora tienen un horario de entrada y salida de los espacios, de siete de la mañana a siete de la tarde, y no pueden bajar a la ciudad, Mitilene, si no es en autobús, y además no se pueden mover en grupo», relatan los voluntarios que continúan sobre el terreno.

Desde ayer, y al igual que en España, los griegos tienen la obligación de permanecer en sus casas, confinados. Y solo podrán salir aquellos que tengan que trabajar y puedan justificarlo debidamente, si tienen que ir a hacer compras básicas o para acudir a los centros de salud. Esto contexto dificulta sobremanera la labor que desempeñan los voluntarios de las ONGs que siguen tratando de hacer la vida de los refugiados algo más llevadera.

«En Zaporeak seguimos adelante, cuidando mucho las medidas de seguridad», comentan. De hecho, el grupo que permanece en la isla helena es reducido. Hace una semana que ya optaron por dejar de enviar voluntarios y solo permanecen la coordinadora y la cocinera, que junto con otros dos voluntarios y la red de un grupo reducido de personas refugiadas que apoyan el proyecto, logran sacar adelante la tarea de alimentar a las 1.500 personas más vulnerables de Moria.

«Ayer en vez de cocinar, repartimos bolsas de comida seca entre las personas con enfermedades crónicas, mujeres y niños. Fue un día especial, en el que no sabíamos a ciencia cierta si íbamos a poder trabajar con normalidad. Hoy, de nuevo, encenderemos los fogones de la cocina», dicen ilusionados. La situación en la isla para las ONGs «es complicada», reconocen, ya que solo pueden trabajar aquellas personas que se dedican a cubrir las necesidades primarias. «Junto con las que cubren el espectro de la sanidad, Zaporeak a día de hoy, se considera una ONG de esta índole», señalan.

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