«La jungla» de Lesbos, un campo para 2.800 inmigrantes ocupado por 21.000

Más de 22.000 inmigrantes malviven desde hace meses en la isla, sin ver una solución a corto plazo a su situación. Mientras tanto, aumenta la presión de la población local para que se marchen

ABC, Begoña Castiella, 10-03-2020

En Lesbos la situación es difícil: una población cansada y 22.000 inmigrantes, que no serán considerados refugiados en su mayoría y que se encuentran estancados. Un problema que empezó con gente que llegaba y solo permanecía días en la isla hasta lo que ocurre ahora: meses de espera y desesperación por parte de los inmigrantes y crispación de los locales, manipulados por falsas noticias y grupos extremistas.

Moria, el infierno con su jungla
El campamento de Moria, oficialmnente el Centro de recepción y registro de ciudadanos de terceros países, es el mayor de Grecia y acoge ahora a 21.000 personas, malviviendo muchos meses, a veces más de un año. Tras su llegada por mar, generalmente en barcazas o grandes zodiacs, muchas veces pinchadas aposta por los traficantes, han sido identificados y registrados, comenzando así su largo proceso de asilo. El centro se creó inicialmente para acoger a 2.880 personas. Tiene contenedores para las autoridades y para las oficinas, así como para familias. El resto son tiendas de campaña y construcciones de cartón y plástico, sobre todo en la parte que rodea al campamento inicial, denominada «la jungla», entre olivos. En general la población siria representa menos del 30% del total de inmigrantes. El resto es muy variado: los más son afganos, seguidos por familias y hombres solos provenientes de Pakistán, Somalia, Irak, Yemen, Eritrea, Egipto, Congo… Los realmente vulnerables son los menores no acompañados, tras unas verjas que les protegen físicamente de los demás.

La afgana Shokoofeh, a la puerta de su "casa»de Moria, prefiere no mostra su rostro
La afgana Shokoofeh, a la puerta de su "casa»de Moria, prefiere no mostra su rostro
Shokoofeh, una afgana tímida, me muestra su «casa»: una barraca de cartón, plástico y paletas de madera dónde vive con sus padres y tres hermanos. En la foto solo se ven sus pies. Cuenta que su familia vivió 20 años en Irán y la situación se volvió tan difícil para ellos que pasaron a Turquía, donde malvivieron 5 meses hasta cruzar a Grecia. «Mi padre tiene problemas de corazón, uno de mis hermanos también. Van a los médicos del campamento». En Moria hay ahora una ONG llamada «Kitrino» (Amarillo) con médicos griegos, a los que un grupo de voluntarios españoles prepara buena cocina. Esta ONG vasca, Zaporeak, reparte comida desde 2016 en la isla de Jíos y en Atenas, ahora lo hace tambien en Moria (1.300 raciones al día). Porque como dice otro afgano, Najafi Hashmatullah, que vive con su mujer y sus dos hijos, «aquí la comida es mala, el agua es mala, no hay electricidad y no bebemos después de las 4 de la tarde».

En la «jungla» no hay aseos por lo que hay que ir al campamento principal, con riesgo de ser amenazado con un puñal para que entregues el móvil que usas para iluminar el camino. Las mujeres usan pañales por la noche: sino, el riesgo de ser violadas por un grupo de hombres es real. Najafi muestra a ABC su casa: una tienda de campaña del tipo iglú tapada con plástico. La patente de Moria es colocar tapas de botellas de plástico sobre los clavos que mantienen el plástico en posición, para evitar que se caigan. Una vez al mes reciben dinero europeo: 90 euros para los adultos, 50 para cada niño. Con ello tienen que sobrevivir. La gran mayoría de quienes están en el campamento no tienen familia con dinero para mandarles, al contrario que los sirios que suelen tener parientes ya en otros países y que les pueden mandar euros para sus gastos mas urgentes.

Najafi muestra a ABC su casa en el campamento de Moria
Najafi muestra a ABC su casa en el campamento de Moria
La actividad principal en Moria es hacer cola: cola en las oficinas, cola para la comida tres veces al día (catering que no gusta a nadie) repartido por los valientes voluntarios de la ONG REMAR, muchos de ellos españoles e hispanos: estos no se fueron en protesta del acuerdo con Turquía en marzo de 2016. Han aguantado y no solo reparten el catering, sino que aportan comida cocinada fresca y fruta también, ayudando a instalarse a los recién llegados.

A Moria se puede llegar por el mal olor: fuera y dentro del campo, bolsas de basura y graves problemas de desagües. Muchos niños tienen diarrea y problemas respiratorios, y tambien quemaduras: cuando hace frío se utilizan braseros, con constante peligro de incendios. A pocos metros están los Médicos sin Fronteras, que son los que atienden problemas de salud pero también mental, como la depresión y los problemas psicológicos de esta población hacinada y que está perdiendo la esperanza. Han cerrado estos días,protestando por los ataques a las ONGs, pero se espera que abran de nuevo el lunes.

El Campamento de Kara Tepé
Las familias y los casos más vulnerables son trasladados a otro campamento, que utiliza el nombre turco de la zona, Kara Tepé. Ahí viven 1.300 personas, todos en contenedores, con mejor comida y condiciones de vida. Y ahí hay varias organizaciones eficaces como Caritas Grecia. La mayoría son afganos, seguidos por sirios y kurdos. Su coordinadora, Maritina Koraki, explica cómo ofrecen apoyo psicológico, con una psicóloga e intérprete, que colabora con un psiquiátra para los casos mas difíciles. Hay tambien clases de griego y de inglés, un espacio solo para mujers donde pueden descansar, reunirse, hacer labores y otras actividades. Y otro espacio para los hombres.

Campamento de Kara Tepé
Campamento de Kara Tepé
Se organizan proyecciones de películas, se les ofrece información sobre las actividades de Caritas y otras organizaciones, el apoyo que pueden tener cuando vayan a Atenas (Caritas Grecia y Atenas tienen muchas actividades en la capital: desde un comedor para más de 400 personas al día hasta un centro para encontrar trabajo y en este momento un programa de alojamiento para 800 personas que han solicitado asilo). «Las necesidades no disminuyen: cuando empezamos a ayudar aquí en 2015 era para gente en tránsito, repartíamos productos de higiene, etc. Por eso cada pocos meses presentamos nuevos programas, según las necesidades en cada momento».

Pikpa: más solidaridad española
El tercer campamento, tambien para personas vulnerables, es el de Pikpa, las iniciales de un organismo griego que se ocupa de la infancia y tenía en Lesbos colonias de verano. Ahora la ONG griega y legal Lesbos Solidarity gestiona la permanencia en buenas condiciones de 85 personas vulnerables, con familias y madres solteras. Se preparan también para recibir a un grupo de menores no acompañados entre 8 y 12 años, que no deberían estar en Moria. Es ACNUR quien decide qué personas irán a Kara Tepé o a Pikpa. Pero en este lugar les recibe la sonrisa y las trenzas de María Albero, una valeciana de Bañeres que trabajaba de agente de viajes y vino en sus vacaciones y con sus ahorros en 2016 para ayudar durante dos meses. Volvió en 2017 otra vez para ayudar… y se quedó.

Albero cuenta cómo cambió la situación después del acuerdo con Turquía, cuando disminuyeron las llegadas y cómo la gente se encuentra atrapada, tanto los inmigrantes como los locales. «Pikpa era un campo de tránsito en una situación de emergencia. Ahora ya no.» Ha vivido de cerca los ataques a los voluntarios: el domingo 1 de marzo por la noche el coche en el que viajaba uno de sus voluntarios, noruego, con 3 inmigrantes que pertenecen al campamento de Pikpa fue atacado por un grupo de extrema derecha griego que patrulla por la noche las carreteras. Pararon el coche y al ver quiénes eran les pegaron una paliza y causaron daños materiales al coche. También «reventaron a palos nuestra furgoneta», comenta. Se denunció el suceso ante la policía. Las ONGs que se han visto atacadas han hecho causa común y han presentado una denuncia ante la Fiscalía. «Se dice que los más extremistas afirman haber echado a la policía y a los antidisturbios, ahora nos quieren echar a nosotros, las ONGs y los voluntarios, piensan que así terminará el problema».

María Alberto, voluntaria española que trabaja en el campo de Pikpa
María Alberto, voluntaria española que trabaja en el campo de Pikpa
Reconoce que muchas organizaciones han disminuido sus actividades, mientras que ha habido voluntarios que se han ido ya. «Pero no nos vamos a amedrantar, aunque sabemos que algunos nos quieren echar. Trabajamos aquí, pagamos impuestos, gastamos dinero…» Y cuenta a ABC como hay otros voluntarios magníficos, médicos españoles como la doctora Isabel de la ONG Rowing Together, que colaboran con Médicos Sin Frontera. Ofrecen algo básico: asistencia gineco-obstétrica a las refugiadas de Lesbos haciendo ecografías y ofreciendo sus cuidados. Porque no todos los inmigrantes tienen acceso a la sanidad pública: muchos solo tienen ahora acceso al hospital en caso de emergencia.

María recibe un sueldo modestísimo, el mismo que todos los empleados de Lesbos Solidarity que también tienen un centro en el corazón de Mitilini, llamado Mosaic. Ahí se dan clases de inglés y griego para mayores de 18 años y se proporciona a quien asiste dos billetes de autobús, también gratis, para que puedan asistir al curso, cada uno de 12 semanas. Tienen además un taller de manualidades con materiales reciclados y bolsos con material proveniente de salvavidas, que dá trabajo a refugiados y solicitantes de asilo de Afganistán y Pakistán. Lo cuenta Antigoni, nacida en EEUU, que reconoce que esta población se ve afectada por todo a su alrededor: la inseguridad, la falta de información y las noticias falsas, los accidentes e incendios que ocurren (ayer mismo se produjo uno), los ataques de los griegos locales. Pero mantiene su optimismo y sus ganas de ayudar a los demás.

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