La pobreza española ante el espejo

El Diario, Pablo García de Vicuña, 13-02-2020

Hace algo más de 25 años un Josep Fontana en su plenitud intelectual escribía una obra que no tuvo demasiado recorrido histórico, pero que a muchos de sus seguidores –entre los que me encuentro –   nos introdujo de lleno en el debate político. Con su ‘Europa ante el espejo’, el historiador catalán ofrecía una visión intelectual, con sus luces y sombras de lo que significaba construir una idea cultural europea.

Viene a cuento este recuerdo tras la lectura del reciente documento elaborado por el enviado de la ONU a España, el relator  Philip Alston, que analiza la situación de la pobreza en nuestro país. En la introducción misma y tras dar unos datos generales, apelando a su historia, influencia cultural y a la importancia de estar considerada cuarta economía europea, cita: “España hoy necesita mirarse de cerca en el espejo. Lo que verá no es lo que la mayoría de los españoles desearían. La autoimagen de una sociedad familiar cercana enraizada en valores profundamente compartidos y solidaridad social ha sido gravemente fracturada por una crisis económica y la implementación de políticas neoliberales. Las redes de seguridad locales y familiares que habían sido históricamente importantes continúan trabajando para los acomodados, pero han sido socavadas por una gran parte de la población”.

Esta larga cita ya nos coloca en la intención básica del documento: narrar con claridad meridiana la situación poco halagüeña que rodea a un país que intenta no mirar realidades vergonzantes. Alston explica que la imagen que el espejo trasladará pretende cumplir varios objetivos: eliminar la pobreza, facilitar la movilidad laboral, mejorar la eficiencia del gasto y establecer un futuro inclusivo.

Para conseguir todo ello la educación deberá jugar un papel principal, porque desgraciadamente, están muy unidas, tal y como apuntan los datos: las personas en riesgo de pobreza con titulación sólo de Primaria es 20 puntos superior a la que posee educación superior (33,7 frente al 12,6 %). Si a ello se le añade que la inversión pública absoluta en educación respecto del PIB ha disminuido, especialmente la que se dirige a la red pública (donde mayor concentración de personas pobres aparece) la conclusión de aumento de la segregación por situación económica y étnica acaba por confirmarse. Algunos datos aportados por el relator de la ONU confirman lo dicho: se concentran en escuelas segregadas el 44 % de los estudiantes y el 72 % de niños/as en situaciones vulnerables, principalmente romaníes y migrantes. Las consecuencias de tal concentración persisten más allá de estas etapas educativas y se manifiesta de forma evidente en la repetición de cursos, abandono escolar y disminución de expectativas universitarias.

Philip Alston gira su mirada y critica también los ingresos destinados por las administraciones para cubrir los derechos sociales de las personas desfavorecidas, ciñendo su queja al fraude fiscal, la evasión de miles de millones del país y las escasas medidas tomadas por los últimos gobiernos para finiquitar tal situación. Un informe reciente del FMI estima que el tamaño de la economía sumergida en España es del 20,3 % del PIB, incluso más que en 2007. Se estima que la economía sumergida reduce los ingresos fiscales hasta en 70.000 millones.  Y en 2018, las empresas del IBEX 35 tenían 805 filiales en paraísos fiscales, lo que sugiere que se pueden perder cantidades significativas de ingresos por evasión fiscal.

En ese sentido y para paliar la escasa aportación de ingresos, el relator recomienda incrementar los ingresos fiscales para acercarlos a la media europea (35,4 % de España, frente al 41,7 % de la zona euro).

Tras esta recomendación el informe se centra en señalar los grupos humanos susceptibles de atender de forma más urgente: la mujer (el peor situado en todas las variables relacionadas con el mercado laboral: segunda tasa más alta europea de desempleo, 47 % frente al 7 % de hombres dedicadas al trabajo de cuidados no remunerado,…), niños/as (29,5 % en riesgo de pobreza o exclusión social en 2018; el 6,5 % experimentó privación material extrema) y jóvenes (30,5 % en desempleo en 2019, los/as menores de 25 años; más del 70 % con contratos de trabajo temporales) y, por último, los y las migrantes, actualmente cerca de seis millones en el país, con los índices más altos de pobreza y exclusión social de todos los grupos mencionados.

En fin, un panorama de lo más inquietante el que deja reflejado el informe del relator de la ONU y que debería tomarse muy en serio tanto por las distintas administraciones competentes en el asunto de la pobreza, como la propia sociedad en general. En la medida en que todas, todos hagamos nuestro este problema y no giremos la vista, pensando en que no nos incumbe, estaremos fortaleciendo posturas intransigentes y exclusivistas.

Deseo terminar recogiendo unas sabias palabras de Josep Fontana que expresan de forma convincente las alertas que como ciudadanas/os debemos seguir manteniendo presentes:

“Necesitamos salir de la galería de espejos deformantes en que está atrapada nuestra cultura. Sólo entonces podremos empezar a estudiar las sociedades humanas en ‘el gran libro del mundo’ –que en nuestro caso ha de ser ‘el gran libro de la vida’ – y emprender la tarea de desmontar esa visión lineal del curso de la historia que interpreta mecánicamente cada cambio como una mejora, cada nueva etapa como un progreso (…) Cambiar la forma de ver y entender las cosas no va a ser fácil. No es probable que los guardianes de nuestra ciudadela toleren cambios que podrían exponerles a perder el control, que tienen sobre las temidas masas plebeyas, de modo que es previsible que se defiendan hasta el final, reforzando la adhesión con el viejo expediente de dirigir el malestar hacia el enemigo, que hoy parece ser el extraeuropeo que se ha instalado en la ciudadela como inmigrante, o aspira a hacerlo, y que amenaza nuestra prosperidad con su intolerable pretensión de acceder a nuestro nivel de vida".

 

 

 

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