Quince vidas buscan destino

Llegaron en cayuco a Tenerife y el Gobierno los trajo a Málaga en avión. Todos buscan adónde ir aunque muchos no saben ni dónde están

Diario Sur, 04-06-2006

ELHADJI tiene 25 años y es de Senegal, el país que en estos días ha recriminado al Ejecutivo de Zapatero las condiciones en las que están siendo devueltos los primeros repatriados, hasta el punto de paralizar el reciente acuerdo alcanzado para la devolución de sus ciudadanos.

El chico, capaz de recordar el español que aprendió en un colegio de Dakar, está hoy en Málaga, pero cuando, junto a otros quince subsaharianos, cogió el avión en el que le subía el propio Gobierno para descongestionar los saturados centros de las Islas Canarias, no tenía ni idea dónde iba, y hasta pensó que el grupo podía ser uno más de los que ese día eran devueltos al suelo que abandonó en cayuco: «No nos dijeron a dónde íbamos. No sabíamos si a Madrid, si a Málaga… Sí, también pensamos que nos podían llevar de regreso a Senegal, porque estaban mandando a muchos allí».

De hecho, ese mismo miércoles en el que su avión, «por error», aterrizaba en Madrid cuando todo el dispositivo de acogida estaba preparado en Málaga, casi un centenar de compatriotas volaban repatriados al país africano.

A Elhadji la palabra cayuco no le suena. Él siempre habla de barco. De un barco que salió de Senegal cargado con 91 personas – entre ellas él y su hermano, de sólo 19 años – para adentrarse en el Atlántico durante diez días de miedo y sed, y diez noches de intenso frío. «Lo que más recuerdo es el frío. No el hambre. Sí el frío. El frío y la oscuridad».

El joven da la fecha exacta en la que su embarcación llegó a Tenerife: «El 8 del 5 del 2006», relata como si estuviera facilitando los datos para una nueva ficha. El chico no puede olvidar que sólo cuatro días después el mar se tragó tres barcos que habían salido casi a la par que el suyo: «Estamos alegres de estar aquí, pero también muy tristes. Han muerto muchos, muchos… Eran amigos. Amigos y compañeros».

Y mientras Elhadji habla son precisamente fichas lo que se afanan en hacer los voluntarios de la Asociación Comisión Católica Española de Migración (ACCEM), una de las organizaciones con las que el Gobierno ha firmado convenios para desarrollar la acogida de los subsaharianos que traslada a la península. El programa ha suscitado duras críticas por parte de otras asociaciones que trabajan en este campo y que entienden que se está dispersando a los inmigrantes por el país sin documentación alguna y, lo que es aún peor, sin perspectivas de regularización, por lo que se les condena a la marginalidad y al trabajo en la economía sumergida.

Contactos en España

Así que en la pensión en la que está alojado este último grupo llegado a Málaga – la asociación dispondrá de tres pisos para los próximos traslados – los voluntarios recogen información para saber si alguno tiene opción de entrar en los programas para solicitantes de asilo o refugiados, o de lo contrario, datos que permitan contactar con amigos y familiares que accedan a prestar ayuda a los recién llegados. «La mayoría de ellos tienen gente en diferentes puntos de España. Normalmente tienen uno, dos o tres contactos y es raro el que viene y no tiene a nadie» afirma Manuel Sánchez, responsable de Accem en Andalucía y Melilla.

Así es también en el caso de Elhadji y su hermano: «Mi padre vive en Valencia. Está en España desde hace años. En este tiempo le hemos visto una vez, porque fue a Senegal y estuvo allí tres meses». Ya han contactado con él y aún no sabe si vendrá a por ellos o finalmente irán solos a Valencia, en un viaje también financiado a través del convenio suscrito por la asociación. «Llegan muy desorientados. Muchos no saben siquiera dónde están. Madrid puede que les suene, pero Málaga no. Por eso una de las primeras cosas que hacemos es ubicarles; decirles que están en Málaga, en Andalucía, en España y en Europa», explica Manuel. También de forma inmediata les facilitan teléfonos para que hablen con sus familias en los países de origen: «Para que les digan que han llegado y que están vivos», continúa este responsable.

Los grupos procedentes de los centros de retención de las Islas Canarias están llegando a Málaga desde el mes de marzo. Hasta ahora todos los grupos han estado formados por hombres muy jóvenes, con casos puntuales de menores que han ido a centros específicos.

Madrid, Barcelona, Almería y la zona de Levante son los lugares a los que normalmente se dirigen los inmigrantes, todos sin papeles y algunos ya sin órdenes de expulsión escritas, según afirman algunas organizaciones, aunque Accem intenta que finalmente les acojan en ciudades que no estén demasiado saturadas, «para que les sea más fácil salir adelante».

Si tras diez días no ha sido posible encontrar a nadie que le abra las puertas, el inmigrante pasa a otro programa: «En ningún caso los dejamos en la calle», asegura Manuel que mantiene que este tipo de traslados ya se hizo en los años 1996 y 1997: «Entonces se trataba de descongestionar los centros de Ceuta y Melilla. Había gente que venía con cédulas de inscripción, pero otros no traían nada de nada».

Casi diez años después, la única diferencia parece estar en la puerta de entrada. Las frases que entonces decían a la prensa resuenan exactas a las que hoy repite con insistencia Elhadji, a quien su padre ya le ha advertido de que el futuro aquí, más que fácil es incierto: «Me he jugado la vida para trabajar y ayudar a mi familia. Venimos a trabajar, a ganar dinero y ayudar». Las mismas palabras. Idénticos sueños.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)