España, el «híper» del sexo

- En nuestro país ejercen 300.000 prostitutas y hay un millar de burdeles

La Razón, 04-06-2006

Madrid – El sexo ha dejado de ser tabú para los españoles y su industria
crece a pasos agigantados en nuestro país. La oferta de sexo es tan
extensa como inabarcable y su difusión no tiene precedentes: líneas
eróticas, sexo virtual, revistas y vídeos pornográficos, clubes de
alterne, juguetes eróticos, agencias de intercambio de parejas, sex – shops,
restaurantes eróticos, salones de masajes, locales de striptease, anuncios
en los periódicos… La lista no se acaba nunca.
   La
prostitución es hoy uno de los negocios más lucrativos del mundo, por
encima del tráfico de armas o las drogas. La Asociación Nacional de
Empresarios de Alterne (Anela) asegura que los españoles gastan al día
cerca de 50 millones de euros en comprar sexo a las prostitutas, trabajo
que realizan más de 300.000 mujeres, de las cuales el 90 por ciento son
inmigrantes. «Esta cantidad es la que ingresan las prostitutas de sus
relaciones con los clientes, pero a esta cifra hay que añadirle las copas
y las habitaciones», aclara.
   Las carreteras españolas se
pueblan de atractivos locales con fachadas iluminadas por corazones de
neón y luces rojas. Más de 1.000 clubs de alterne censados se encuentran
distribuidos por el territorio español, un negocio que prolifera y que
sitúa a Valencia, con 86 prostíbulos, a la cabeza del ranking de los
locales donde se vende sexo, seguida de La Coruña, con 68, y Almería, con
64.
   La pornografía mueve cada año alrededor de 60.000 millones de
euros en el mundo y tiene unos 250 millones de consumidores, según datos
de la revista Forbes. Con su amplio escaparate, la industria del cine y el
vídeo es una de las que mayores beneficios obtiene dentro del mercado del
sexo. En EE UU se ruedan cada año 13.000 películas porno, y en Europa,
unas 1.500. En España, durante 2004, el Ministerio de Cultura clasificó
1.198 títulos como «X», lo que supone un 28 por ciento del total de las
películas exhibidas en los cines de nuestra geografía, frente al 41 por
ciento de las catalogadas como «para todos los públicos». La recaudación
de las salas X españolas ascendió a casi un millón de euros (963.991).
Estos cines tuvieron 314.309 espectadores, concentrados en su mayoría en
Madrid y Valencia.
   Pero donde más se ha disparado el consumo de
pornografía en los últimos años es en internet, donde existen más de 300
millones de páginas dedicadas a contenidos sexuales, miles de ventanas por
las que se asoman féminas en posiciones lascivas que aumentan la
temperatura del espectador y disparan la testosterona. Los internautas
españoles son aficionados a las páginas de contenido sexual. Así lo revela
un informe realizado por Retevisión, que afirma que hasta un 38 por ciento
de los ciudadanos navega por webs de contenido pornográfico.
   Las líneas eróticas, en las que el consumidor paga por escuchar
obscenidades y alimentar sus fantasías sexuales a través del teléfono, son
también piezas clave en el engranaje de esta industria multimillonaria.
Telefónica no proporciona datos sobre este tipo de líneas en activo. Sin
embargo, las cifras que en sus inicios generó el prefijo 906 en los años
noventa – hoy desplazado hacia los 803, 806 y 807 – nos aproximan las
desorbitadas ganancias. En tan sólo 10 meses, el número en cuestión hizo
que 80 empresas facturaran 11.295 millones de pesetas.
   En la
actualidad, la cuota por minuto de estas «llamadas calientes» es de un
euro desde un fijo, y uno y medio desde móvil. La demanda de estos
servicios ha hecho tomar medidas en muchas empresas españolas que, tras
pagar cuantiosas facturas, han bloqueado el acceso con el fin de
restringir estas líneas a sus trabajadores. También varios cargos
políticos han sido sorprendidos por un uso indebido del dinero público,
invertido en el deseo de oír los gemidos de «maduritas», «universitarias»
o «ardientes» mujeres.
   En los últimos años, los españoles
hemos pasado de pedir en las farmacias los preservativos o lubricantes
vaginales en voz baja y entre un lista de aspirinas, cremas y dentífricos,
a verlos anunciados en televisión y colocados en las estanterías de los
supermercados.
   Lo mismo ha sucedido con los juguetes eróticos, que
han salido del armario, del ambiente de los sex – shops, para instalarse en
las boticas. Se trata de accesorios sexuales que, como el Durex Play,
están triunfando en España. Este anillo de silicona con un dispositivo
vibrador se lanzó al mercado europeo en septiembre. Desde entonces ya se
han vendido más de 200.000 unidades.La otra cara del sexo. «El amor
consiste en sentir que el ser sagrado tiembla dentro del ser querido»,
decía Platón. Sin embargo, si este deseo se convierte en una obsesión
puede acarrear serios problemas a la persona y convertirla en un adicto al
sexo.
   Los sexólogos consultados por este periódico revelan que esta
adicción es cada vez más frecuente. «Vienen cuando están en una situación
límite. El afectado no suele ser consciente de lo que le pasa, a lo que se
une la postura clásica y machista que impone la sociedad al varón, que
siempre debe estar listo, por lo que es difícil reconocer el problema»,
explica Antonio Casaubón, presidente de la Federación Española de
Sociedades de Sexología.
   «Necesitaba tener sexo todos los días,
lo tenía con mi mujer y me iba bien, pero no era suficiente, estuve más de
un año yendo a prostíbulos, acostándome con centenares de mujeres y eso me
llevó a la ruina», confiesa un ex adicto al sexo, padre de familia, quien,
tras ser descubierto por su mujer, decidió ponerse en manos de
profesionales.
   «Al principio me lo tomaba como un capricho, creía
que lo podía controlar, me sentía más macho, pero luego se me fue de las
manos. Además, llegaba a pagar hasta 300 euros por un rato de placer».
Ésta es la otra cara del sexo, hombres enganchados a determinadas
prácticas sexuales, personas que tratan de «huir de una realidad de la que
no se sienten satisfechos».
   

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