El I Plan Director de Cooperación apuesta por la calidad y por los países más pobres

Diario de Navarra, 04-06-2006

El anteproyecto del I Plan Director de la Cooperación Navarra, presentado esta semana por Bienestar Social a unos 150 técnicos y responsables de ONGD en Pamplona, pretende, entre otros muchos objetivos, «mejorar la calidad» de las actuaciones solidarias en los países desfavorecidos y de la educación al desarrollo en el Norte. También, priorizar a los países con los que tradicionalmente Navarra mantiene vínculos históricos, a los países menos adelantados del Planeta y a los países de origen de los inmigrantes que viven en la Comunidad foral. Entre 1992 y 2005 el Gobierno de Navarra ha destinado casi 125 millones de euros para proyectos de cooperación al desarrollo.

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El I Plan Director de la Cooperación es un documento que pretende avanzar en la eficacia y la eficiencia de las actuaciones solidarias, revisar modelos e instrumentos de trabajo, combatir debilidades del sector y fomentar y ampliar sus fortalezas.

Primero realiza un diagnóstico de la cooperación navarra, de los agentes implicados y de los instrumentos utilizados. Después, define objetivos y acciones estratégicas, prioridades y áreas geográficas «preferentes».

La Cooperación Internacional al Desarrollo (CID) oficial de Navarra se inició en los años 80. En 1989 figura la primera línea presupuestaria para un proyecto de Medicus Mundi en Ruanda. Pero no es hasta 1991 cuando se crea el Servicio de Cooperación.

Entre 1992 y 2005, Navarra ha destinado casi 125 millones de euros a la cooperación, pasando de 2,5 a 15,8 millones. En 2006 el presupuesto es de 16,4 millones. La tendencia anual ha sido creciente, aunque entre 2000 y 2003 el aumento se ralentizó.

También se han duplicado los proyectos, de 115 subvencionados en 1992 a 219 en 2005. El crecimiento se produjo en 1995, aunque luego se estabilizó en unos 200 proyectos anuales, lo cual ha hecho que «la media de financiación por proyecto haya crecido progresivamente», de 21.365 a a 72.044 euros. Asimismo, ha crecido el número de ONGD , de 41 a un centenar.

De 16 a 26 euros per cápita

En 1997 se destinó por primera vez el 0,7% del presupuesto de gastos del Gobierno – no se cumplió entre 2001 y 2003, bajando al 0,6% – . Desde entonces la AOD (Ayuda Oficial al Desarrollo) se ha mantenido en torno a un 0,10 – 0,11% del PIB foral, aunque ha crecido la AOD per cápita: de 16,61 euros por navarro a 26,59.

En cuanto a las ONGD, el 59% son asociaciones, el 27% fundaciones, un 8% consorcios, un 6% entidades religiosas y un 1% entidades de carácter público.

El diagnóstico destaca que el 80% de los fondos entre 1997 y 2005 han sido gestionados por un 21% de las entidades (45 de un total de 208). Ello quiere decir que el 80% sólo han recibido un 20% de los fondos oficiales.

La mayor financiación ha viajado a América del Sur (38%), seguida de África (26%) y Centroamérica y Caribe (21%). Se han beneficiado 78 países diferentes, aunque el 80% de los fondos se han concentrado en 21 países, como Perú (16%), Bolivia, Guatemala, Congo… No obstante, de todos ellos, sólo cinco son países «menos adelantados», con «desarrollo humano bajo». La mayoría son de desarrollo «medio».

Por sectores, el 81% del dinero se concentra en seis (de un total de 22): un 25,5% en salud, un 18% en educación, el 14% en otros servicios sociales y un 5% en agua potable y saneamiento. No obstante, se afirma que existe una «tendencia creciente» a desarrollar procesos «integrales». El 64% de los fondos se han distribuido en forma de subvenciones a proyectos anuales, un 26,6% a plurianuales y un 6% a microacciones. Sobre la educación para el desarrollo, se ha destinado una media del 3,5% del presupuesto anual, con 196 proyectos entre 1997 y 2005.

El Consejo Navarro de Cooperación analizó las «fortalezas y debilidades» del sector. De la cooperación navarra en general, destaca «la tradición de trabajo», el «soporte organizativo», «las crecientes mejoras técnicas y de profesionalidad de los agentes» y «la trayectoria positiva de los fondos, su eficacia y eficiencia». Se apuesta por «reforzar» el papel del propio Consejo, por una «mejor evaluación y seguimiento» de los fondos.

Asimismo, resaltan la «dispersión» del sector, la «falta de coordinación» entre entidades públicas y privadas, la «fragmentación de las acciones» y la necesidad de mayor «visión integral y a largo plazo».




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