ANTONIO BANDERAS

2020: el año en que a Hollywood le vino bien considerar a Antonio Banderas un actor de color

La indignación ha invadido las redes después de que dos prestigiosos medios norteamericanos incluyesen a Banderas entre los nominados "de color" en un año que en los Oscar han vuelto a ser demasiado blancos

El País, Guillermo Alonso, 14-01-2020

La casi total ausencia de nominados negros este año en las categorías interpretativas de los Oscar (solo hay una, Cynthia Erivo por Harriet) ha tomado un protagonista inesperado: Antonio Banderas (Málaga, 1960). Dos prestigiosos medios estadounidenses, la centenaria Vanity Fair y el influyente portal de cine Deadline, se apresuraron ayer a colocarlo entre las excepciones de una lista de nominados blancos. La excepción, junto a Erivo. Y, tras la lluvia de comentarios y críticas, recularon después.

Deadline incluyó a Banderas, junto a Erivo, entre “los dos actores de color” que fueron nominados en una noticia publicada ayer. Después la editó y borró el siguiente tuit, donde se puede leer: “Solo dos actores de color fueron nominados en las categorías principales de interpretación, mientras las mujeres han sido excluidas de mejor dirección”.

Respecto a la edición estadounidense de Vanity Fair, no llegaron hasta el punto de considerar a Antonio Banderas un intérprete negro, pero tampoco tenían del todo claro que fuese blanco. Hasta ayer se podía leer en este artículo, también ya editado: “Pese a que los españoles no son técnicamente considerados gente de color, debe ser mencionado que Antonio Banderas ha sido nominado por su papel principal en el drama en español Dolor y gloria".

Ya habíamos arqueado una ceja cuando a Rosalía se la consideró una artista latina, un tema que llegó a ser objeto de debate en la cadena estadounidense NBC. El lío que todavía tienen en Estados Unidos en pleno 2020, cuando el mundo musical está dominado por una solista española, un grupo coreano y un puñado de artistas colombianos, es llamativo. Y puede ser comprensible: las definiciones raciales son complejas y las conexiones culturales e idiomáticas entre España y Latinoamérica pueden justificar que Rosalía y Daddy Yankee estén en un mismo saco.

Algo parecido podría argumentarse con Antonio Banderas, un actor que en Estados Unidos es famoso por haber interpretado dos veces al Zorro, a un mariachi en Desperado o al Ché en Evita. Que el gran público lo identifique como algo más cercano a lo latino que a lo europeo tiene sentido, pero que lo hagan dos revistas especializadas (y uno de ellos lo incluya entre los nominados de color) es grave, especialmente cuando hay otros tres intérpretes europeos nominados (Jonathan Pryce, Anthony Hopkins y Forence Pugh). Jamás Penélope Cruz (tres veces nominada al Óscar y una vez ganadora) se enfrentó a algo parecido.

El lío que a veces tiene Estados Unidos con todo lo que no sea blanco o negro también funciona en la otra dirección. Por ejemplo, muchos medios han lamentado la ausencia de Jennifer Lopez entre las nominadas por Estafadoras de Wall Street, algo que hubiese abierto el abanico racial al incluir a una latina. Sus raíces latinas son indudables (sus padres son de Puerto Rico), pero Jennifer Lopez es una mujer nacida en Nueva York que no aprendió español hasta que las necesidades del mercado se lo impusieron para empezar a cantar en ese idioma y que, muy en la línea de Rita Hayworth, triunfó cuando se agenció unas características físicas mucho más cercanas a lo caucásico que a lo latino. Cuando en 1997 recibió el papel de la estrella latina Selena Quintanilla en una película sobre su vida, por ejemplo, las críticas fueron salvajes y señalaron, precisamente, que Jennifer era en realidad una neoyorquina que no hablaba español.

Otras artistas recientes han seguido su camino. Selena Gómez o Demi Lovato dan siempre sentidos discursos sobre el orgullo de sus apellidos o la responsabilidad de representar a la mujer latina… en inglés. Ni Gomez, ni Lovato, ni Lopez tiene por qué hablar el idioma de sus padres, igual que nunca nadie pidió a Val Kilmer que hablase alemán porque su familia paterna fuese alemana, pero cuando tu estrategia de relaciones públicas se basa en reivindicar con orgullo un idioma que ni hablas, la sana reivindicación (nadie duda de que sea bueno que apellidos como Lopez o Gomez se codeen con apellidos como Cruise o Affleck) puede teñirse de cinismo. Es el mismo cinismo que ha hecho que los Oscars tengan que justificar de manera tan cruda su diversidad y así decidan, de repente, que Antonio Banderas podría colar como negro.

La gracia, por supuesto, ha llegado a Twitter y son varios los comentarios que aluden con humor a esta cuestión en el propio perfil del actor. Cauto como siempre, Banderas no ha respondido a esas gracias (sí que ha respondido a varios mensajes de felicitación de admiradores) ni se ha pronunciado por ahora sobre esta polémica. Ahora solo esperamos la foto de él junto a Cynthia Erivo en la alfombra roja. Twitter podría volver a ser, durante un rato, el lugar más divertido del mundo. No solo por las gracias, también por el debate racial que siempre es apasionante y en el que, muy en la línea del ADN, casi todo el mundo podría tener un pequeño porcentaje de razón. 

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