Vida en la necrofrontera'

"La industria criminal crece en los caminos migratorios"

EL COLECTIVO CAMINANDO FRONTERAS PRESENTA EN BILBAO EL INFORME 'VIDA EN LA NECROFRONTERA' DOCUMENTA 1.700 VÍCTIMAS EN LOS AÑOS 2018 Y 2019 EN LA FRONTERA SUR DE EUROPA

Deia, MARTA MARTÍNEZ , 10-01-2020

BILBAO – “La zodiac se ha pinchado. Una de las gomas no aguanta, no podemos movernos, el agua entra por todos lados. El motor no se puede encender. Hay gente en el agua, les decimos que se agarren a las cuerdas, que no se pierdan”. Esta es una alarma real que recibió el colectivo Caminando Fronteras el 26 de octubre de 2018 procedente de una embarcación que se encontraba en peligro en el mar de Alborán. La organización ofrece una línea de asistencia telefónica para personas migrantes que arriesgan sus vidas en su tránsito hacia Europa, a menudo cruzando el Mediterráneo en barcos que no son aptos para navegar, y da aviso a las autoridades marítimas de España, Marruecos y Argelia.

La activista Helena Maleno, fundadora de Caminando Fronteras, presentó ayer en Bilbao el informe Vida en la necrofrontera que recoge información de su sistema de alertas de vidas en peligro en el mar y del testimonio de familiares de personas fallecidas o desaparecidas, analiza el impacto del control migratorio y denuncia “prácticas políticas orientadas a causar la muerte de quienes se mueven por la frontera”. El colectivo ha documentado entre 2018 y hasta abril de 2019 más de 1.700 víctimas 823 en 2018 y 893 en 2019; el 80% de las de este último año están desaparecidas. Son cifras “no absolutas, pero sí recogidas de primera mano y verificadas”, explican desde la organización, basadas en dos fuentes: llamadas de personas que viajaban en embarcaciones que alertaron de situaciones de peligro y familiares que perdieron a sus seres queridos y que la organización acompañó en su búsqueda.

“Cuando recibimos la llamada de un familiar siempre hay miles de preguntas y muy pocas respuestas: ¿Qué pasó? ¿Les buscaron lo suficiente? ¿Han dejado de buscarles? ¿Es posible no encontrar nunca los cuerpos ni los restos del naufragio? ¿Es posible que estén detenidos en algún centro y no se puedan comunicar?”, explican desde la organización. Y es que el 76,86% de las víctimas documentadas por Caminando Fronteras en el año 2018 están desaparecidas. “La ausencia de sus cuerpos invisibiliza el relato de la violencia que llevó a su desaparición y crea profundas brechas en las vidas de sus familias y en las comunidades de origen”, subraya.

“Mi mujer y mis hijos iban en la zodiac (?) llamé a la Policía española, llamé a todos los hospitales. Llamé y llamé, luego solo quería saber dónde estaban los cuerpos pero nadie dijo nada, no sabían. Al final pude hablar con las otras mujeres. Me explicaron cómo murieron los tres, cómo mi mujer abrazaba a los niños para salvarles pero no pudo ser. Hemos hecho el duelo, sin cuerpos. Nunca podré curar esa herida, nunca se cura”, relata en el informe un hombre que perdió a su familia en un naufragio en el mar de Alborán el 22 de noviembre de 2018.

POLÍTICAS DE CONTROL El informe relaciona directamente las políticas de control migratorio con las muertes en la frontera sur de Europa. “Los Estados aplican políticas militares que causan daños irreparables a la protección de los Derechos Humanos y al derecho a la vida. Las rutas migratorias se vuelven cada vez más peligrosas gracias a las políticas de control. Las industrias criminales aumentan su presencia en los caminos migratorios, dejando estructuras militares. Así, se genera una espiral en la que se aumenta el negocio y la muerte de forma exponencial”, sostiene el texto.

“Las empresas relacionadas con la industria de la guerra constituyen el mayor lobby con poder para decidir sobre las políticas que los Estados implementan en las fronteras. La entrada de las industrias de la guerra en el negocio contribuye al establecimiento y normalización de espacios de no derecho, dándose situaciones de excepcionalidad democrática”, prosigue. “La subcontratación de terceros países para el control de fronteras se ha convertido en la base de las relaciones exteriores de la Unión Europea. Se ha priorizado la formación de fuerzas de seguridad y se han vendido sistemas de control y vigilancia, condicionando todas las políticas de ayuda oficial al desarrollo. Los acuerdos bilaterales entre países para el control de fronteras tienen mayor peso que las convenciones internacionales y leyes nacionales”, subraya. Según la organización, estas políticas se traducen en redadas militares y controles militares basados en sesgos raciales, detención en dependencias policiales y centros, desplazamientos forzosos, deportaciones a países de origen o terceros países, restricciones especiales (como la libertad de circulación en zonas cercanas a la frontera), violencias machistas contra las mujeres migrantes y violencia contra la infancia migrante.

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