La vida a ambos lados del cayuco

Mousa dejó Senegal para trabajar en España. Ahora ayuda a sus compatriotas

La Razón, 03-06-2006

Arona (Tenerife) – Él no llegó en cayuco después de un penoso viaje de
varios días bordeando la costa africana, sino en avión y con todos los
papeles en regla. Sin embargo, Mousa, o Moisés en español, Ndiaye,
senegalés de 35 años y voluntario de la Cruz Roja, sabe mejor que nadie el
porqué de la avalancha de inmigrantes sin papeles que desde hace unos
meses fluye sin cesar a las Islas Canarias.
   Hace cinco años, Mousa
hizo las maletas y puso rumbo a Bruselas invitado por Médicos del Mundo.
«Yo era enfermero en mi país y me ofrecieron la posibilidad de ir a
Bélgica. Y me dije, ¿por qué no? Sentía curiosidad». Pero no era sólo su
deseo de ampliar sus horizontes lo que le movió. Como muchos otros, quería
mejorar, y en su Senegal natal no le era posible, ni siquiera para alguien
con una preparación cualificada como la suya. «Allí, los jóvenes salen de
la universidad con el título debajo del brazo pero sin posibilidad ni
siquiera así de encontrar trabajo. Entonces, ¿qué puedes hacer? El hambre
y la desesperación son dos motores muy poderosos». Tan poderosos, que
llevan a hombres, mujeres y niños a embarcarse en frágiles cayucos de
madera provistos de un pequeño motor para hacer un peligroso viaje de
varios días que a muchos les cuesta la vida casi siempre inducidos por los
engaños de las mafias que trafican con personas.
   Engaños. «Son
muy poderosas», explica Mousa. «Y la desesperación de la gente es tan
grande, que no son capaces de imaginar ni por un instante los peligros que
les esperan y de ver que les están engañando. Algunos me cuentan que antes
de salir les dicen: No te preocupes, que si te caes al mar en el viaje,
vendrán los de la Cruz Roja y te rescatarán».
   Los más afortunados consiguen llegar a España, donde son atendidos en
un primer momento por los voluntarios de la organización humanitaria.
Mousa lleva haciéndolo desde hace casi cinco años, sobre todo en labores
de traductor. En Bruselas apenas aguantó un mes, por lo que siguió camino
a Tenerife para visitar a un amigo y allí sigue, trabajando en la
construcción, él que era enfermero. «Hacía mucho frío y no paraba de
llover. No me gustaba el clima», dice sonriendo mientras fuma un
cigarrillo en el puerto de Los Cristianos a la espera de la llegada de
otro cayuco. Para los voluntarios de Cruz Roja, resulta duro abstraerse
del sufrimiento de los inmigrantes al atenderlos. «Pero al final, sabes
que si te implicas demasiado en su sufrimiento, acabarás cometiendo un
fallo», comenta Toni, coordinador de Cruz Roja en Fuerteventura, que en
las últimas semanas se ha traslado a Tenerife de refuerzo. En el caso de
Mousa, el sufrimiento es doble, porque tiene que atender a sus
compatriotas, a chavales que como él sólo buscan mejorar cuando se
embarcan en las pateras. «Al principio, casi no podía hacerlo. Me
derrumbaba. Me sentía tan identificado con su sufrimiento, que lo
interiorizaba como propio y sentía una angustia espantosa. Pero conforme
ha pasado el tiempo, he aprendido a poner distancia, a no implicarme
tanto, pues es la mejor manera de poder ayudarlos», relata sin perder la
sonrisa.
   «Si no te importa, hablamos después», interrumpe. El cayuco
que esperaba ya está en tierra y tiene que acudir en ayuda de los recién
llegados. Nos emplazamos para hablar más tarde en la comisaría, donde
serán llevados los subsaharianos. Sin embargo, reanudar la charla es
imposible. El día de la entrevista, arribaron a La Gomera 200 inmigrantes
que, ante la falta de infraestructuras, fueron trasladados a Tenerife.
Sentados a ambos lados de la rampa de acceso al garaje del centro
policial, su visión es tal espectral como sobrecogedora en la noche. Son
casi las once y Mousa no da abasto. Hay trabajo para muchas horas.
   El Gobierno de Senegal aceptó ayer como «suficientes» las explicaciones
de España sobre la repatriación del primer grupo de inmigrantes
senegaleses desde Canarias, pero insistió en que sólo reanudará la
repatriaciones cuando concrete con el Ejecutivo español las nuevas
condiciones de la cooperación bilateral.

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