Del Director. Lo ha dicho el presidente del Gobierno

Canarias 7, 01-06-2006

El arma de la xenofobia es ofensiva o defensiva según quien hable del asunto. Si lo hacen los periodistas, entonces los políticos arremeten contra estos argumentando que están sembrando la discordia entre la ciudadanía. Si lo hacen los políticos, entonces es una advertencia de carácter sociológico para la prevención de un mal difícil de contener. Así son las cosas: el ejemplo tantas veces repetido de que nada es verdad ni mentira, sino que varía en función del partido del político que habla.


Esta semana ha sido el mismísimo presidente del Gobierno de Canarias, Adán Martín, quien ha sacado a relucir el rechazo racista a los que vienen de fuera. Lo hizo de nuevo como una advertencia, como un aviso, pero no a los navegantes que ocupan los cayucos, sino a un Gobierno central que todavía no ha tenido la delicadeza de enviar un ministro a Canarias siquiera sea para hablar con los agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional que están dedicados casi las veinticuatro horas del día a recoger a los irregulares.


Adán Martín situó esa amenaza en un contexto más amplio: el de la superpoblación. Se trata de una singular forma de mezclar churras con merinas, pues casi todo el mundo sabe que el aumento poblacional que experimenta el Archipiélago nada tiene que ver con los cayucos, las pateras o los barcos nodriza que están por venir.


Lo relevante del caso es que la mecha ha prendido. Ahora se levanta la veda y ya podemos hablar de xenofobia abiertamente. Si lo hace el presidente, ¿por qué no puede debatir sobre este asunto el vecino de Garachico, o el de San Bartolomé de Tirajana? Desde el punto de vista de la libertad de opinión y de expresión, bienvenido sea este paso al frente que puede ser interpretado como un ejemplo de mayoría de edad de nuestra sociedad. Lo malo del caso es que estos debates se distorsionan cuando caen en manos de quienes ponen pasión donde les falta razón. Es entonces cuando de las palabras se pasa a los hechos y deshacer el camino andado es ciertamente complejo.


Incluso en sociedades tan avanzadas como las nórdicas o la holandesa se han encontrado con que el virus de la xenofobia se ha extendido en el vecindario con una fuerza impensable. Y una vez que se propaga, erradicarlo cuesta varias generaciones. Habrá quien argumente que lo mejor es vacunarse para prevenir ciertas enfermedades y que eso mismo es lo que pretendía el presidente Adán Martín. Ojalá sea así. Lo que sí pido es que algunos miembros de su gabinete dejen de darnos la murga a los medios de comunicación cada vez que demos la palabra a un vecino que también alerta sobre el riesgo de racismo. La respuesta, en ese caso, es clara: lo ha dicho el presidente.

opinion@canarias7.es

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)