La presencia de naves de ONG en el Mediterráneo Central para socorrer a los inmigrantes que zarpan desde las costas libias para tratar de llegar a Europa no provoca un ‘efecto llamada’. Lo deja bien claro un informe publicado este lunes por el Instituto Universitario Europeo (IUE) de Florencia y realizado por Eugenio Cusumano y Matteo Villa.

Tras estudiar los datos del período que va desde octubre de 2014 hasta octubre de 2019, los investigadores italianos llegan a una conclusión que tira por tierra la tesis planteada por los últimos Gobiernos italianos para dificultar la presencia de los barcos humanitarios en el Canal de Sicilia. Fue en especial Matteo Salvini, líder de la Liga, quien durante los catorce meses que estuvo al frente del ministerio del Interior (de junio de 2018 a septiembre de 2019) persiguió la acción de las ONG, acusándolas incluso de estar en connivencia con las mafias de la inmigración.
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«Hemos utilizado los datos de salvamentos realizados por las organizaciones humanitarias y los de naves zarpadas desde Libia», explica a este diario Eugenio Cusumano, investigador del Centro de Políticas Migratorias del IUE. Las dos variables que realmente influyen en los flujos migratorios entre Libia y Europa son las condiciones climáticas de cada período y los posibles acuerdos con las milicias armadas que controlan el oeste del país, como el que negoció el Gobierno italiano en 2017. «Resultó muy eficaz para reducir el número de barcos que zarpaban, aunque luego están los problemas legales y de respeto a los derechos humanos que supuso», apunta Cusumano.

El estudio llega a la conclusión de que harían falta más naves de salvamento en el Mediterráneo Central para evitar los ahogamientos. «Si fueran embarcaciones estatales, como ocurrió con la ‘operación Mare Nostrum’, se salvarían vidas al tiempo que se controla a las personas que llegan».