Steve McCurry: «Nunca he buscado la belleza en un campo de refugiados adrede»

El famoso fotógrafo Steve McCurry llega a Madrid tras la polémica acusación de «The New York Times», para presentar la primera tienda de Leica en España y presentar su última exposición sobre sus viajes a Asia

ABC, , 08-11-2019

Asegura Steve McCurry (Filadelfia, 1950) que «se han hecho muchas grandes fotografías a lo largo de la historia, independientemente de la cámara utilizada». La que él mismo tomó de una niña afgana en un campo de refugiados de Pakistán, en 1985, con aquellos enormes y asustados ojos verdes, es una de ellas. Ha sido descrita como la «imagen más reconocible del mundo actual» y hasta pueden encontrarse grafitis en ciudades españolas, como Guernica, intentando reproducirla.

La niña afgana
La niña afgana – Steve McCurry
Aquel retrato de Sharbat Gula fue portada de «National Geographic», la más famosa de todas las que se han publicado en los 131 años de historia de la revista. A McCurry le lanzó al estrellato, convirtiéndole en un icono de la fotografía, junto a mitos como Robert Capa, Henri Cartier-Bresson o Sebastião Salgado. «Es una de las fotografías más fáciles que he hecho en toda mi carrera. Fue una cuestión de técnica, más que emocional. De buscar la luz adecuada y eso. Nunca he buscado la belleza o la fealdad adrede en un campo de refugiados, simplemente tomo la foto. Lo mismo me ocurrió el 11-S, cuando hice aquella fotografía de la zona cero, con la luz entrando por la ventana de una de las torres destruidas, en donde no busqué la escena aposta», cuenta el famoso fotógrafo en Madrid, a donde acudió ayer para presentar la primera tienda de Leica en España y una exposición de sus últimas fotografías en Asia en el mismo espacio: «Siempre tuve una conexión muy especial con este continente», reconoce.

Antes de estudiar cine en la Universidad Estatal de Pensilvania, McCurry había trabajado en un periódico local. Fue en 1978 cuando empezó a recorrer el mundo con su cámara al hombro y una pequeña mochila de ropa. Su primer destino fue la India y, después, Pakistán, donde se encontró a Gula y su vida cambió para siempre. Desde entonces ha dado «dos vueltas al mundo realizando fotografías» en países donde se estaban produciendo crisis humanitarias o conflictos armados, tales como Líbano, Camboya, Irak, la antigua Yugoslavia, Birmania, Cuba o Afganistán antes de la invasión soviética, entre otros muchos. «La conexión entre todos estos sitios es que me fascinaban. Son lugares que me atraían, que quería explorar y de los que quería aprender cosas. Uno de los aspectos más fascinantes de ser fotógrafo es poder descubrir el mundo en el que vivimos», explica.

«Lo que me interesa ahora como fotógrafo es encontrar mis propias historias, para contarlas desde un punto de vista personal, sin tener que preocuparme por la línea editorial de un periódico o de sus tiempos de publicación. Quiero levantarme cuando quiera y fotografiar lo que me dé la gana, con una visión más personal y poética de lo que hacía antes», añade McCurry, que habla con la experiencia de quien ha recibido los premios más prestigiosos de la industria, como la Medalla de Oro de Robert Capa, el National Press Photographers Award y cuatro premios World Press Photo.

Sin embargo, decepcionó a muchos en junio de 2016, cuando «The New York Times» desveló que había eliminado de algunas de sus instantáneas objetos y personas para conseguir encuadres perfectos. Fue descubierto por Teju Cole, crítico de fotografía del diario, que en un artículo titulado « Una imagen demasiado perfecta», denunció: «Sus fotografías son perfectas y aburridas. Y esa perfección solo puede conseguirse orquestando la imagen». «Yo no soy un fotoperiodista, sino un contador de historias. Tomo mis imágenes con un sentido estético y de composición», alegó McCurry en la revista «Time».

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