Vergüenza

Diario de Noticias, , 08-11-2019

MI indignación y vergüenza en estas elecciones está creciendo a la misma velocidad que bajan las temperaturas. No es una de esas vergüenzas de madre mía, tierra trágame.No. Es más bien de las de golpe en la mesa y contundente ‘¡ya está bien!’. El remate, si es que puede haber un punto y final en esta historia, es ver de nuevo a las mujeres de la limpieza afanando labor en el plató para el debate de TVE. Ellos, cinco, en el atril;ellas, cuatro, dándole a la mopa. Cuanto expresa por sí misma la fotografía.

También he sentido torbellino interior por el revuelo se ha montado porque a Aitor Esteban se le ocurrió negarle el saludo a Ivan Espinosa de los Monteros tras ser atacado por este a través de la figura de Sabino Arana. Me saltan las alarmas cuando Vox incluye en su verborrea palabras como racista, xenófobo y homófobo para criticar al adversario. Para troncharse de risa si no fuera porque la amenaza de la ultraderecha es real. Lo curioso, es que el criticado fue Esteban porque parece que es mejor dar la mano a quien defiende la figura del genocida Franco, además de la expulsión del extranjero o la negación de la violencia de género, que ponerle un cordón sanitario.

Y, como todo lo que se hereda permanece en el ADN queramos o no, ahí tenemos, al día siguiente, a Ortega Smith diciéndole de nuevo a Esteban (se ha ganado ya el cielo) con esa soltura que da el amparo de la indolencia “haremos todo lo posible por ilegalizarlos”. Así. Sin filtros. ¿Para qué? Y el resto de partidos, chitón. Silencio. Silencio sobre silencio. A otra cosa mariposa, que esto son cosas entre la ultraderecha y los nacionalistas vascos. Bueno, y los catalanes. Y las mujeres. Y los inmigrantes. Y los asesinados por el franquismo. Y del colectivo LGTBI. De momento, hasta aquí. Tanto silencio, que ha tenido que salir el PNV a reclamar algo inaudito en democracia: apoyo del resto de partidos ante tal amenaza.

Lamentablemente, lo del todos a una fuenteovejuna para otro momento. Abascal encontró en televisión española los socios perfectos para exhibir xenofobia en prime time y, de paso, ataque a las autonomías. Y, de nuevo, silencio. Y más silencio. Eso sí, escuchamos, de nuevo, fórmulas magistrales para acabar con aspiraciones soberanistas, arreglar el desconocimiento de la Constitución, recuperar el medio ambiente y atajar los males de la economía. Déjenme que dude de la eficacia de tales promesas cuando se cruzaron con la precariedad laboral en forma de mujer de la limpieza y ni siquiera se dieron cuenta de ellas. A excepción, honrosa, de Pablo Iglesias.

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