Salud. En los campos de refugiados

La mujer que ha reducido un 76% la mortalidad infantil en Etiopía

Un proyecto de ACNUR y la Fundación 'la Caixa' busca prevenir y tratar la desnutrición infantil en campos de refugiados de Etiopía usando las nuevas tecnologías.

El Mundo, Miguel Ramudo, 17-10-2019

La desnutrición es un grave problema, cuyos efectos pueden comprometer el futuro de las personas. Cuando ésta se produce entre la población infantil, su desarrollo se ve afectado, restándoles posibilidades luego en la etapa adulta. Este es uno de los principales retos a superar en el manejo de los campos de refugiados de África, en donde se calcula que un 80% de la población son mujeres y niños.

Caroline Wilkinson lleva años trabajando para reducir la tasa de mortalidad en estos asentamientos. Es asesora de nutrición de ACNUR y presidenta del Grupo de Trabajo de Nutrición en Emergencias de Naciones Unidas (SCN), y quizá una de las mayores expertas del mundo en la lucha contra la malnutrición. Ella es parte del proyecto MOM, una iniciativa de ACNUR en alianza con la Fundación ‘la Caixa’ que ha comenzado en los campos de refugiados de Gambella y Melkadida de Etiopía y cuyo principal objetivo es el tratamiento y la prevención de la desnutrición en menores de 5 años. En 2018 ha logrado reducir la desnutrición global aguda en más de un 43% y ha reducido la mortalidad infantil en un 76% en estos lugares.

Ayer, precisamente, una investigación publicada en la revista Nature y financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates revelaba que el 58% de las 123 millones de muertes de niños menores de cinco años ocurrudas en los países más pobres del mundo entre los años 2000 y 2017 se podrían haber prevenido.

Y para que eso suceda es por lo que trabaja sin descanso Caroline «Intentamos aplicar iniciativas que sabemos que funcionan. Y hacemos todo lo posible para trabajar con la comunidad, empoderando a las mujeres y a las familias, a través de intervenciones que no sean demasiado costosas», explica.

La lucha contra la anemia

Una de las grandes novedades de este proyecto es la aplicación de nuevas tecnologías, como la prueba de una tecnología no invasiva para diagnosticar la anemia. “Hasta el 60% de los niños padece de anemia en los campos de refugiados, lo que compromete su futuro al afectar a su desarrollo y restarles potencial”, explica Wilkinson, que señala cómo hasta ahora las alternativas para hacer la medición eran costosas y dolorosas. “La extracción de sangre no es muy aceptable, sobre todo en niños de apenas dos años, y el dolor que ocasiona hace que las madres sean reacias”.

Ahora, un medidor es capaz de saber si una persona padece anemia simplemente con un sensor que se coloca en la uña y genera una luz, la cual permite evaluar los niveles de hemoglobina. “Sabemos que este dispositivo funciona en laboratorio, ahora el reto es ver si también puede hacerlo en condiciones extremas como las de los campos de refugiados en Etiopía. Y si lo hace, es algo que luego podremos emplear en otras situaciones”, explica Wilkinson.

Este nuevo medidor, además de facilitar el control de la anemia entre la población infantil, también permitirá hacerlo en mujeres embarazadas o madres lactantes, así como en poblaciones que hasta ahora no se evaluaban lo suficiente, como las mujeres adolescentes. “Esto es muy importante porque la anemia, incluso cuando es leve, tiene consecuencias a corto y largo plazo. Y cuando se presenta es muy difícil hacer un tratamiento, ya que requiere de mucho tiempo para volver a la normalidad”, apunta Wilkinson, que además incide en cómo la anemia aumenta el riesgo de mortalidad tras el parto de forma considerable.

Favorecer la lactancia

La anemia no es el único foco del proyecto MOM. “A menudo nos centramos en la malnutrición aguda y olvidamos que también hay problemas para el crecimiento o deficiencia de micronutrientes”. En estos casos, la lactancia materna es un pilar que se debe fomentar. “No es que culturalmente no entiendan la importancia de esta lactancia, ya que la mayoría proviene de sociedades donde su modo de vida es a través del pastoreo y saben de la importancia de la leche en el crecimiento, sino que tiene que ver con las consecuencias derivadas de tener que escapar de zonas de conflicto”.

En este sentido, Wilkinson apunta como principal obstáculo para muchas de las madres la gestión del tiempo. Su situación les obliga a realizar toda una serie de actividades complementarias que no les permiten atender adecuadamente a sus hijos. “Si una madre tiene que pasar todo el día en el mercado vendiendo tomates, no podrá amamantar a su hijo como debiera. Para luchar contra esto también es importante educar a toda la comunidad, no solo a la mujer, para que puedan ayudarla a tomar estas decisiones que en solitario no podría”.

Más refugiados que nunca

El proyecto MOM se ha centrado en los campos de refugiados de Etiopía, pero su vocación es la de poder extenderse a otros contextos. “Por desgracia, vivimos en un momento en el que hay más refugiados que nunca. Chad, Níger, Burkina Faso, Bangladesh, Sudán del Sur… Esto hace que muchas veces nos veamos abrumados. Pero incluso en momentos como la crisis económica que se vivió en España, la solidaridad de la gente no se redujo y esto es algo positivo que destacar”.

Ahora, gracias a la colaboración de la Fundación ‘la Caixa’, será posible evaluar qué cosas han funcionado y cuáles no en Etiopía, para de esta forma mejorar los resultados. “Hasta ahora, nuestros fondos sólo nos llegaban para implantar los programas, pero faltaba esta evaluación, esta fase de aprendizaje que ahora podremos hacer para luego replicar estos resultados en otros lugares”, finaliza Caroline Wilkinson.

La propia Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas y ex presidenta de Chile, Michelle Bachelet, pone el foco, en un artículo que acompaña a la investigación en la revista Nature, en las causas de fondo de la alta mortalidad infantil: «La pobreza, la falta de empoderamiento, la discriminación y la injusticia».

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