Teatro. Con Morgan Blasco y Toni Misó

Contra los muros entre las personas

'Diktat', la historia de dos hermanos enfrentados por el nacionalismo y el fascismo, se estrena en el Arniches

El Mundo, Miquel Hernandis, 17-10-2019

«Me jode que las personas hagamos de nuestras diferencias muros que impidan la comunicación y la convivencia», escribe en un whatsapp Morgan Blasco, «ya sea de color de la piel, de sexo, pensamiento, ideología, credo, lengua, o equipo de fútbol». El actor dice que por escrito se expresa mejor y por eso quiere puntualizar lo que significa para él Diktat, la función que presenta este viernes en el Arniches.

Reconoce que está nervioso, «contento por estar nervioso», con este montaje teatral. Con ella debuta Col·lectiu Intermitent, la productora que le ha permitido reunir a Toni Misó como compañero en la escena y a Juan Pastor en la dirección. Si Blasco duda más a la hora de definir la obra, Pastor es el que se lanza a hablar sobre esta traducción de Fernando Gómez Grande sobre el texto de Enzo Cormann que partió de la guerra de Yugoslavia.

Cormann planteó en 1995 una obra donde dos hermanos se reencuentran y mediante su diálogo hablar «de la manipulación de los nacionalismos y que las personas están por encima de las cosas». A esa reflexión del actor, su director añade que «es el choque entre el vínculo personal y el de grupo». Y el que más le interesa a Pastor «es el de la concepción de lo personal y el aprendizaje del nacionalismo croata, que es el fascismo».

Que los conceptos que trata la obra son «aplicables a cualquier otro espacio» y que «es un tema muy actual con todo lo que está pasando aquí y fuera de España», son ideas que ambos reiteran. Porque, «quien haya visto las noticias durante una semana, escuchará palabras que suenan en muchas otras ocasiones». Eso sí, insiste Blasco el diálogo entre hermanos, ese conflicto, es la base del texto.

No son Caín y Abel pero entre Piet y Val hay muchas cosas que resolver. Blasco interpreta al menor de los dos, «al más sensible», pero que las apariencias no engañen, «quiero ser un terrorista». Eso sí, puntualiza, «pero me quedo en el camino». Enfrente suya estará Misó dando vida al mayor, que «representa al ala más liberal de un gobierno con toques fascistas», explica el director. El intérprete, ya dentro de Amar es para siempre, compatibiliza los ensayos con el rodaje de la octava temporada de la serie.

Cuando Piet y Val se reencuentran es cuando el mayor choca con su hermano y «empieza a ver las barbaridades que hace su gobierno» con temas como la inmigración y la pureza de la raza. El director cree que el enfrentamiento entre ambos forma parte esa tradición en la que «las pequeñas diferencias entre personas iguales se agrandan más y son más importantes que las grandes».

Eso es una de las cosas que le interesaba a Blasco para arriesgarse en esta primera producción que el Arniches estrena de forma absoluta. Sentados en su patio de butaca, ante el decorado por el que se pasearán en unos momentos para uno de los ensayos finales, el actor insiste en que «me inquieta que se pongan valores culturales o ideológicos por encima de las relaciones humanas».

Cuando se pone a analizar la obra, Blasco vuelve a dudar. Y lo hace porque «no quiero hacer referencia a nada». Y esa actitud, reconoce, viene del contexto en el que se está preparando el estreno de este montaje, cuando las reflexiones sobre el nacionalismo copan toda esa actualidad que mencionaba.

Mejor volver a lo personal. Y, aún así, Blasco decide mojarse. «Si mi hermano fuera un fascista me fastidiaría mucho pero no dejaría de quererlo, seguiría siendo mi hermano», se confiesa. Y eso le retrotrae a historias familiares de la Guerra Civil con situaciones a vida o muerte entre amistades que le contaba su abuela. Es lo que comentaba antes Pastor, «los conflictos entre amigos, primos o vecinos llegan a ser más fuertes que las auténticas diferencias. Eso es lo tremendo. Por eso las guerras fratricidas son terribles». Solo hay una posible conclusión, y señalan que no se trata de arruinar el final, «el espacio común es la infancia». Y en la obra un hermano le espeta a otro: «¿Qué pide un bebé? ¿Una bandera o la teta de su madre?».

PARA PENSAR
Arranque. Su compañía Col·lectiu Intermitent empieza con esta versión. En el contexto del teatro alicantino, todo un atrevimiento. «Soy un inconsciente», dice risueño Blasco. Y Pastor reconoce que «es una obra muy difícil». No es el único que opina así y que se lo ha comentado al intérprete «pero si te pones a producir con compañía después de todo este tiempo no es para ganar dinero es para hacer algo que implique un pensamiento».
En marcha. Tras el pase del Arniches, tiene cerrados ya tres días en Madrid. Será a mediados de noviembre en la Espacio Guindalera, «un espacio donde casi empezó todo porque yo salí de allí», recuerda. Este ‘tour de force’, como define Pastor, esperan que pueda girar por todo el país, buscando ese público al que le apetezca pensar a partir de un texto retador.

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