Cambio climático

Refugiados invisibles y "migraciones traumáticas", el cambio climático que ya sufren millones en todo el mundo

Aunque en los países en desarrollo no hubiera conflictos armados ni pobreza, millones de personas en todo el mundo seguirían forzados a migrar de sus hogares por los efectos del cambio climático

El Mundo, Teresa Aburto, 13-08-2019

La mayor crisis migratoria de la historia es la que está por llegar. La humanidad se enfrenta ya a su próximo gran reto: el cambio climático, un fenómeno que agudiza la pobreza, la desigualdad y los conflictos entre comunidades, evita el desarrollo sostenible y cuyos efectos, entre otros, ya han obligado a al menos 19 millones de personas a buscar otro lugar donde vivir.

La responsabilidad que tienen los países desarrollados en frenar este declive global es inversamente proporcional a la que tienen de haberlo producido. La ONU ha advertido recientemente no sólo de que la frecuencia con la que ocurren los desastres climáticos aumenta en el mundo (uno por semana), sino también de que ya no sólo afectan a países en desarrollo, como prueban las sequías prolongadas, los estragos que causan las lluvia torrenciales, fenómenos como el Niño Costero o las cada vez más frecuentes olas de calor en Europa.

Los ciudadanos de la UE, tercera potencia mundial emisora de gases de efecto invernadero (detrás de China y EEUU), lanzaron un mensaje contundente en las elecciones europeas de mayo: el deseo de una Unión con políticas más verdes. “Son los jóvenes quienes juegan un papel crucial en la lucha por los valores europeos, en especial en la promoción de una acción decisiva contra el cambio climático”, destaca a este diario Neven Mimica, comisario europeo de Cooperación Internacional y Desarrollo, durante las Jornadas Europeas de Desarrollo celebradas en junio en Bruselas.

Coincide con Grete Faremo, Directora Ejecutiva de la Oficina de Servicios para Proyectos de la ONU (UNOPS), en la importancia de las iniciativas medioambientales y las protestas contra el cambio climático emprendidas por miles de jóvenes europeos, inspirados por la adolescente Greta Thunberg: “Creo que mi generación debe reconocer y reforzar el diálogo entre generaciones. En muchas elecciones, como en las europeas, vemos que el cambio climático es uno de los temas centrales de la agenda y hay que prestarle más atención”.

Cada día, 37.000 personas se ven forzadas a dejar su hogar, según el último informe de ACNUR; y en 2017, 1.3 millones en todo el mundo lo hizo debido a la sequía. En 2018, hubo 17.2 millones de desplazamientos internos asociados a desastres naturales. “La migración voluntaria puede conllevar beneficios en cuanto a desarrollo, pero cuando no es una decisión libre nos referimos a una ‘migración traumática’”, apunta Mimica. La realidad de las cifras no ha conllevado aún un reconocimiento en la legislación internacional del estatus de ‘refugiado climático’, ya que los únicos que pueden acogerse son aquellos que huyen de una guerra o una persecución. Únicamente Suecia y Finlandia ofrecen una categoría con este tipo de protección a las personas que huyen a causa del clima.

La devastación de ‘El Niño’

Las ONG alertan de que en el Corredor Seco, un tramo de tierra de 1.600 kilómetros de largo y de 100 a 400 kilómetros de ancho que concentra el 90% de la población de Centroamérica, se está produciendo una emergencia alimentaria urgente. Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua, son países emisores de millones de migrantes que han perdido sus cultivos debido a las sequías prolongadas y a las fuertes precipitaciones. Hace cinco años que el cambio de régimen de lluvias ha acabado con la producción de maíz y frijol, alimento base en la región, y ha motivado el nomadismo ganadero.

La ONU calcula que en los últimos cuatro años el 18% de las personas que se fueron de Guatemala lo hicieron a causa de los efectos climáticos adversos, y el 14% en Honduras. Paradójicamente, estos migrantes huyen a EEUU, el segundo país más contaminante y cuyo Pentágono emite más gases de efecto invernadero que Portugal o Suecia.

El terremoto de Ecuador de 2016 y las inundaciones de Perú de 2017 ocasionadas por el fenómeno El Niño Costero, una de las peores consecuencias del cambio climático que golpea al país con relativa frecuencia, son otros ejemplos de los efectos de la mano del hombre en el medioambiente.

El Sahel, al límite

El Niño también causa estragos en el continente africano. Etiopía es el país que encabeza la lista en desplazamientos internos: en 2018 batió récords con tres millones de personas desplazadas debido a conflictos étnicos y a la escasez de recursos derivada de las consecuencias del fenómeno, que en 2016 afectó a más de 10.2 millones de personas en el continente.

El cambio climático, recuerda el Comisario de Cooperación Internacional y Desarrollo, juega un papel indirecto como detonante de la migración, “agravando situaciones ya de por sí difíciles y contribuyendo a la convulsión social e incluso al recrudecimiento de conflictos bélicos”. De hecho, Etiopía pertenece al Sahel, donde cerca del 80% de las tierras cultivables están deterioradas, según la ONU. En esta región, donde las temperaturas aumentan 1,5 veces más rápido que el promedio mundial, la supervivencia de unos 50 millones de personas dependen de la ganadería y compiten por la tierra, con el consecuente aumento de los conflictos entre comunidades.

“El objetivo de la vida de cualquier persona es tener seguridad para trabajar, crecimiento local y encontrar formas de garantizar un futuro seguro en sus lugares de origen. Necesitamos invertir en infraestructuras sólidas que generen trabajo local sostenible, porque la gente prefiere quedarse en su hogar si tiene oportunidades, y entender con qué tipo de proyectos podemos ayudar desde las organizaciones internacionales a luchar contra el cambio climático, a la par que a crear trabajo y esperanza”, sostiene Faremo.

Economía verde

Estos proyectos para construir un futuro sostenible en países en desarrollo son parte de la llamada economía verde. “Un modelo coherente para la creación de trabajos, el abordaje de la crisis climática y atraer las inversiones privadas enfocadas al medioambiente”, explica Mimica, y recalca que “la UE ha invertido 17,5 millones de euros en la Asociación para la acción en la economía verde, que actualmente está trabajando en 18 países”. Burkina Faso es un buen ejemplo de este tipo de economía:las mujeres recogen plásticos para venderlos a compañías de reciclaje, algo que aumenta sus ingresos un 400%.

Los Eurobarómetros muestran como año tras año una gran mayoría de ciudadanos europeos está de acuerdo con las políticas de desarrollo llevadas a cabo por la UE, muchos incluso querrían ver aumentado el presupuesto comunitario destinado a esta causa. “Por primera vez, valores de la UE como solidaridad, partenariado y aperturismo han sido amenazados y cuestionados por las fuerzas eurófobas, debilitando la habilidad de la comunidad global de buscar soluciones comunes a problemas globales, como el cambio climático. Es indispensable reforzar el multilaeralismo y la cooperación internacional a todos los niveles”, concluye Neven Mimica.

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